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  • EDITORIAL

Bukele y El Salvador




El pasado domingo 4 de febrero, el candidato Nayib Bukele se reeligió como presidente de El Salvador con el 87 % de los votos y su partido Nuevas Ideas se hizo de 58 de los 60 puestos de la Asamblea Legislativa en disputa. ¿Qué explica estos resultados? Hay muchos componentes, pero el central es la valoración positiva de la población ante los resultados de la estrategia de seguridad implementada por el presidente en su primer mandato. En 2019, al asumir la presidencia, tres temas eran particularmente sensibles para la sociedad salvadoreña: el número de los homicidios; la extorsión generalizada y, ante los niveles de violencia, el no poder transitar libremente por las calles. El nuevo presidente supo escuchar estas demandas de la ciudadanía y ubicar la importancia que estas tenían. Si las resolvía no solo se haría de una enorme popularidad, sino que se afianzaría en el poder y podría reelegirse. Ese era el propósito. Diseñó una estrategia para devolver la paz, que se había perdido por décadas, que una persona cercana a él, me dice: “aunque no lo creas, la estrategia es de él, puede que la entiendan otros, pero él es quien la opera”. De lo que se conoce públicamente, la estrategia es muy sencilla: detener y llevar a la cárcel a todos los sospechosos de pertenecer a las pandillas. Y esto en el marco de un Estado de excepción, que le concede la Asamblea Legislativa. El éxito de la estrategia medida en números es notable.

En 2018, la tasa de homicidios dolosos era de 52 por 100 000 habitantes; la de 2019, cuando ya estaba en la presidencia, baja a 36; la de 2020, es de 19.7; la de 2021, de 17.7; la de 2022, de 7.8, y se calcula que la de 2023 es de 2.4. A la par de la reducción de los asesinatos se terminó la extorsión que imponían y cobraban las pandillas, y las personas han vuelto a salir a las calles sobre todo por la noche. Eso antes eso era imposible. Organismos de derechos humanos a nivel local e internacional han denunciado el permanente Estado de excepción, el autoritarismo y la violación de los derechos humanos en la aplicación de la estrategia. Los buenos resultados se empezaron a ver de inmediato: el 85 % de la población aprueba la estrategia con todos sus componentes. Días antes de la elección, las encuestas decían que el 90 % de la población valoraba positivamente al presidente y el 90 % decía que iba a votar por él. Bukele y su partido arrasaron en las elecciones por los notables buenos resultados de su estrategia de seguridad, que la población reconoce. La sociedad en la relación costo-beneficio está dispuesta a cerrar los ojos ante la violación de los derechos humanos y el autoritarismo. No quiere regresar al pasado y perder lo que ahora tiene. Nada más como dato, El Salvador cerró 2023 con una tasa de 3,4 homicidios por cada 100.000 habitantes (2,4 según el gobierno, que excluye del conteo los homicidios provocados por las fuerzas de seguridad y ciudadanos que matan en supuesta legítima defensa). Hace apenas ocho años, en 2015, la tasa fue de 106, la más alta del mundo. Otros delitos relacionados con el actuar de las maras o pandillas, como la extorsión o la desaparición de personas, también presentan mínimos históricos.

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