Crónica || Conóceles… si puedes: entre la intención y la incertidumbre de una inédita elección judicial.
- Redacción
- 26 may
- 3 Min. de lectura
BEATRIZ SANTOS-EL SIE7E

Al principio, la noticia de que por primera vez se votaría para cargos del Poder Judicial pasó casi desapercibida para mí. Sin emoción, sin grandes anuncios. Solo una nota más en medio del ruido cotidiano.
Hasta que un funcionario del INE, de esos capacitados por el CAE (Capacitadores Asistentes Electorales), tocó a mi puerta. O más bien, me interceptó cuando iba saliendo de casa. No pude ni regresar el pie. Hay que decirlo: los funcionarios del CAE tienen, a veces, mejor poder de convencimiento que algunos candidatos en plena campaña.
¿Por qué no decir que sí? Estas serían las primeras elecciones de jueces y magistrados organizadas a nivel ciudadano; un ejercicio inédito que, si fracasaba, podría traer consecuencias terribles para muchas vidas. ¿Quién no querría ser parte de algo tan determinante, aunque fuera simplemente pintando dedos con una tinta de tecnología mexicana?
El nombramiento, la capacitación y el instructivo que me entregaron resultaron fáciles de entender: básicamente repetiríamos lo aprendido en las elecciones federales y estatales del año anterior. La rutina era conocida: instalación, identificación, registro, entrega de boletas, asistencia a los votantes y conteo final.
Sin embargo, el reto real no recaía en la mesa directiva de casilla. Esta vez, el verdadero desafío sería para el propio ciudadano.
El INE era consciente: las boletas podían resultar complicadas. El presupuesto austero no permitió imprimir formatos más amigables; las hojas resultaban largas, densas, llenas de nombres agrupados en ternas. Más se parecían a una papeleta para levantar pedidos por catálogo que un documento pensado para personas con debilidad visual o votantes que enfrentaban complicaciones para comprender boletas tan saturadas.
Nuestra tarea, como funcionarios, no sería solo garantizar el orden del proceso: también habría que orientar al votante, ayudarlo a navegar esa confusión silenciosa.
Sin embargo, antes de la jornada electoral, hubo un domingo que marcó una pausa en mi rutina. Movida por la curiosidad, decidí explorar el sitio "Conóceles", una plataforma en la página del INE que buscaba acercar las candidaturas al ciudadano común.
La idea era sencilla: mostrar el perfil de quienes aspiraban a ocupar los cargos judiciales, personas sin partidos políticos detrás, sin recursos oficiales para pagarse un minuto de publicidad en medios tradicionales. Una diferencia abismal frente a los partidos que, desde las precampañas, parecían salir hasta en la sopa.
Pero la buena intención no fue suficiente. Muchos ciudadanos —especialmente aquellos sin acceso o familiaridad con el entorno digital— quedaron completamente al margen de esta información.
En "Conóceles", cada aspirante tenía un espacio de apenas 90 palabras para explicar su perfil y su propuesta de trabajo. Parecía pedir precisión y claridad. En teoría. En la práctica, más de uno se enredó tratando de explicar la función jurisdiccional, la impartición de justicia o sus "principales propuestas". Algunos redactaron descripciones tan extensas y técnicas que bien podrían fundar su propia academia de derecho. Otros, por el contrario, ofrecieron respuestas tan genéricas como un discurso de paz en un certamen de belleza, incapaces de conectar con los temores y realidades de los votantes.
Entre palabras adornadas y tintes politizados —que no deberían tener cabida en este ejercicio—, más de uno escribió mucho, pero dijo poco. Y la pregunta inevitable surgió: ¿quién va a redactar las sentencias sencillas, concretas y humanas que tanto se prometen? ¿Una inteligencia artificial?
El otro extremo tampoco fue alentador. Algunos aspirantes optaron por el silencio casi absoluto: apenas su nombre, el cargo, el número de lista en la boleta, y los datos obligatorios proporcionados por el Senado. Sin foto, sin palabras propias. ¿Y la transparencia?
Así, entre la verborrea y el mutismo, el ciudadano quedó atrapado en un escenario donde la claridad y la integración seguían siendo promesas por cumplir.
Y no era de extrañarse entonces que la respuesta ciudadana fuera tibia. Del 30 de marzo al 25 de mayo de 2025, a pocos días de la votación, apenas se registraron 8,734,766 consultas al sitio "Conóceles". Una cifra ínfima si consideramos que el padrón electoral de México, al 30 de abril de 2024, ascendía a 98 millones 472 mil inscritos, según datos del propio Instituto Nacional Electoral. En otras palabras: sólo alrededor del 9% de los votantes potenciales se interesaron en conocer a los aspirantes a jueces y magistrados a través de la plataforma oficial.
La apatía, a veces, no es simple indiferencia: es una respuesta lógica a procesos que, aunque bien intencionados, siguen siendo inaccesibles o ajenos para la mayoría.
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