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EFE

Ejército y grupo paramilitar rival pactan nueva tregua en Sudán

Jartum.- Cientos de sudaneses entraron en estampida a los pocos locales que abrieron sus puertas en Jartum, que ha vivido la jornada más calmada desde que se iniciaron los choques entre el Ejército y los paramilitares hace cinco días. A pesar de que los combates no han cesado, los ciudadanos han tenido, al fin, una breve pausa para poder hacer acopio de productos básicos.


La tregua de 24 horas anunciada ayer por el Ejército y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) no fue respetada. De hecho, a los pocos minutos de entrar en vigor, el sonido de las explosiones y de los disparos seguían retumbando en la capital sudanesa, habitada por casi 7 millones de personas.

Sin embargo, los combates han remitido un poco, sobre todo en las zonas más residenciales como Al Yarif, en el este de Jartum, donde los vecinos salieron por primera vez a las calles después de cinco días aterrorizados por los enfrentamientos.

Eso ha permitido la apertura de algunos pocos comercios, adonde los sudaneses han acudido a toda prisa para obtener un poco de comida, a pesar de que las reservas se están agotando y no hay forma de reponerlas.

UN PEQUEÑO RESPIRO, PERO SIN TREGUA

Antes del anuncio de la tregua, los combates se concentraban principalmente en áreas muy pobladas, como el centro de Jartum y otras zonas en el este del Nilo y Omdurman, ciudad vecina a la capital. Sin embargo, esas zonas fueron hoy un poco más accesibles.

Eso sirvió para que muchos sudaneses pudieran ir a otras ciudades para ver a sus familiares y comprobar su estado, ya que el sistema eléctrico en Jartum ha quedado severamente dañado por los combates y recargar el teléfono móvil es una tarea complicada.

En los puentes que conectan la capital, accesibles hoy tras cinco días cerrados a cal y canto, fuerzas del Ejército pararon a los ciudadanos y pidieron sus tarjetas de identidad antes de permitirles el cruce.

Asimismo, la bajada de la intensidad en los enfrentamientos permitió también sacar los cadáveres tirados en las calles, una tarea de la que se encargó la Policía, informaron testigos a EFE.

SIN MEDICINAS

Pero aunque la situación haya mejorado un poco, los problemas de los sudaneses continúan multiplicándose.


Sami sufre de diabetes y de presión arterial, y asegura a EFE que "los medicamentos son escasos porque las compañías pararon de suministrar a las farmacias". Ahora, obtener sus dosis de insulina es muy complicado y muy caro.

"Muchos medicamentos entraron al mercado negro y se venden al doble del precio habitual", denuncia este hombre, que asegura que tiene que hacer malabares para "conseguirlos por vías indirectas".

"Son unos traficantes de guerra, que aprovechan las circunstancias del país y la falta de alternativas", dice alterado Sami, que recuerda que la situación económica del país ya era extremadamente severa antes del conflicto, con una inflación que alcanzaba el 400 %.

El Sindicato de Médicos de Sudán alertó hoy de que más de la mitad de los hospitales de Jartum están fuera de servicio a causa de los combates. Muchos de ellos han quedado destruidos, mientras que en otros los cortes de electricidad y de agua potable hacen imposible tratar a los pacientes y heridos.

Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Cruz Roja o Médicos sin Fronteras han alertado de una alarmante escasez de medicamentos, de equipos médicos, de personal y de otros productos tan necesarios como bolsas de transfusión de sangre.

POCOS PRODUCTOS

En el mercado de frutas y verduras del sur de Jartum, Mohamed Salhin, al frente de una de las tiendas asegura a EFE que desde el pasado jueves no ha recibido ningún producto debido a las dificultades de movimiento en las zonas agrícolas y de producción, que se encuentras a las afueras de la capital o en estados vecinos.

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