El gran reto de Eduardo Ramírez
Luego de más de dos décadas de construir un proyecto político, que comenzó en 2002 con la sindicatura municipal de Comitán, este domingo Eduardo Ramírez Aguilar finalmente tendrá su cita con el destino al asumir la gobernatura de Chiapas. Y lo hará con una votación histórica acuestas, que le otorgó alrededor del 80% de los sufragios, y un complejo reto de frente llamado Chiapas. El camino de Ramírez Aguilar a la gubernatura chiapaneca no fue nada fácil. Y es que, a diferencia de otros gobernadores de rápido acenso, al comiteco le tocó remar contra corriente. No provenía de familias poderosas económicamente o encumbradas en la política, por lo que tuvo que aprovechar al máximo cada espacio y oportunidad. Lejos de las poderosas estirpes caciquiles, Eduardo se desarrolló en el seno de una humilde familia de comerciantes. Sus padres, don Oscar y doña Natividad, se dedicaron buena parte de su vida a la venta de mercancías, haciendo florecer un negocio (El Baraterito) en el que el propio Eduardo, junto a sus hermanos, trabajó desde muy pequeño. El triunfo de la “Alianza por Comitán” el 10 de octubre de 2001 llevó a Eduardo Ramírez a su primer cargo de elección como síndico municipal dentro del primer gobierno de alternancia en ese municipio, para después asumir como presidente municipal interino tras la licencia solicitada por Rafael Ruiz. Sin embargo, no fue la única vez que gobernó su municipio de origen. El comiteco tenía claro el objetivo y la ruta que debía seguir. Para ello decidió dejar la Secretaría General de Gobierno y convertirse en legislador local tras las elecciones de 2015. Desde ahí, se desempeñó como presidente del Congreso y comenzó a afinar detalles para su inminente candidatura estatal. Sabía desde entonces que tenía el mayor capital electoral para imponerse en la definición de candidaturas de 2018. Sin embargo, los acuerdos de las cúpulas nacionales terminaron desplazándolo. Así transcurrieron los tiempos de registro y campañas electorales con altos compromisos para la aportación de votos al proyecto nacional, que terminaron rebasados.
Y es que, si bien se había presupuestado el triunfo contundente de Eduardo el 2 de junio, los resultados de los cómputos distritales fueron mucho más allá de las expectativas. El comiteco no sólo se impuso por los votos esperados, sino que además alcanzó la mayor votación obtenida por un candidato al gobierno de Chiapas en la historia de estos ejercicios democráticos. El récord de votación estatal lo había logrado en 2012 Manuel Velasco Coello con un millón 343 mil 979 votos, seguido de Rutilio Escandón con 987 mil 644 votos y Juan Sabines Guerrero 544 mil 515 votos. Y es que, Eduardo consiguió ese día, con su millón 866 mil sufragios, incluso 100 mil votos más que la candidata presidencial en Chiapas. Así, Ramírez Aguilar llegará este fin de semana a su cita con el destino, para enfrentar el mayor reto de su carrera política. Sobre todo, con una entidad que hereda en las peores condiciones de inseguridad y violencia, tras un sexenio que se va con más de 8 mil 300 muertes violentas acumuladas, casi 3 mil homicidios dolosos y decenas de miles de desplazados; además de innumerables desaparecidos y ejecutados por la violencia criminal. Rutilio Escandón deja a Eduardo una entidad en plena combustión, con conflictos activos en municipios como Pantelhó, Chenalhó, Chalchihuitán, Tila y Oxchuc, entre otros. Sumados a un escenario de constantes enfrentamientos armados, generados por el avance y la disputa de grupos criminales que han llenado de violencia, muerte y temor a prácticamente todos los puntos de la entidad. Sin perder de vista, por supuesto, los señalamientos sobre el presunto uso irregular de recursos públicos dentro de rubros tan importantes como la salud. Y es que, más allá de los festejos políticos, Eduardo Ramírez llega a la gubernatura de Chiapas como la esperanza de un cambio real, para un pueblo que anhela la paz, más allá de cualquier otra promesa de gobierno. Ese será su mayor reto: pacificar Chiapas.
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