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Esperanza Díaz, legado vivo de la laca y el bordado

ALEJANDRA OROZCO

Tuxtla.- Esperanza Díaz es originaria de Chiapa de Corzo, le gustan sus tradiciones, además este pueblo que la vio nacer tiene la fiesta que es parte de su trabajo y lo que más espera cada año, ella es artesana del bordado y de la laca, comenzó muy joven, pues recuerda que su mamá bordaba el petatillo en tul de seda, desde los cinco o seis años los ponía a trabajar en vez de jugar, de ahí nace la artesanía, porque desde niña la trabaja, ellos son siete hermanos, su mamá queda viuda muy joven y no tienen la posibilidad de estudiar, como el material iba subiendo, los tapetes y vuelos para muñecas que eran lo que más vendían ya estaba muy barato, así que empezó a buscar otras oportunidades.


“Fui a la casa escuela de tradiciones, donde la maestra Rosalba Cameras enseñaba laca y decorado, voy con una amiga a pedir los requisitos y nos invita a acudir gratis, pero que tuviéramos esas ganas de aprender, no solo ir a jugar, no podía ni comprar cristal, la maestra me dio el cristal y las pinturas, y gracias a Dios la conocí, yo la veía más que como una maestra, pues me abrió las puertas de mi casa, fue como una mamá, que nos motivaba mucho a aprender todo lo que nos enseñaba, si veía que no le poníamos interés nos dejaba de enseñar, pienso que porque nos veía chicas, teníamos 12 años, éramos prácticamente unas niñas, íbamos tres horas diarias de lunes a viernes y los sábados también, para lavar, partir toles o laquear”, recordó.



Ella trabaja con los toles amargos, que vienen de diferentes tamaños, los compran y parten, ya sea redondo, con tapa, tipo canasta como las chiapanecas, se parte y se pone a remojar de dos a cuatro días, porque hay piezas muy sucias o grandes, luego las deja secar una semana para luego ir resanando, ya de ahí viene el laqueado, que quiere decir que el pigmento de las piezas que se rompen, se queman y muelen, y esa pintura negra la usan como fondo, ahí entra la preparación de la tierra blanca o tizate, que se pone a remojar, se cuela con una manta fina, dejan que vaya secando, asentando, quitando el exceso de agua, hasta que queda una pasta dura.

“Esa pasta se hace en bolitas, se seca, se muele con piedra y metate, luego otra vez hay que moler y colar, ya que está hecho finito, la tierra blanca se añade al pigmento, que se hace igual con el tol quemado, uniendo la tierra blanca con el pigmento sale el color negro, el laqueado es con el aje, que está hecho de las cochinillas, que ya casi no se consiguen, pero en aquel momento así se hacía, se cuece, se va lavando hasta que quede una pasta o grasa principal, se pone el aje o grasita y luego la tierra, así de tres a cuatro capas, ya que se cubrió la pieza viene el pigmento, que va fondeado de negro, azul, blanco, el que queramos, hasta sacar el brillo, esto se logra frotando la pieza, con la palma de la mano se va untando, sale el brillo y queda la pieza, para el decorado se combina ya sea matizado o de un solo fondo, usamos un pincel de pelo de gato y pluma de guajolote elaborado por nosotras mismas, como es muy fino, se usa para piezas delicadas”, explicó.

En el caso del chinchín, este se elabora de morro, es el mismo proceso, pero ya entra la carpintería, se lleva cerca de tres semanas para la terminación si ya está seca la pieza, todo hecho con las manos, por eso levanta los pedidos con un año de anticipación, pues está escaso el tol, y eso que las chiapanecas usan tol grande, por eso le hacen pedidos con tanta anticipación; hace 20 años, recuerda que ya trabajaba y no salía ni a la fiesta, porque los parachicos y chiapanecas son los que más los piden y lucen su trabajo, y hasta la fecha cuando se acerca la fiesta grande ha sido lo mismo, encerrarse a trabajar.

“He elaborado tantas piezas y no he podido guardar muestras, lo que tengo guardado es mi primera pieza que hice, un 15 octubre de 1991, eso es lo que tengo desde que inicio, gracias a Dios llega algún cliente, le gusta y me convence, es un tol chiquito; en cuanto al bordado, esta técnica surge porque tengo cuatro hijos, al nacer el segundo era alérgico al polvo, y mientras se trabaja la laca va penetrando el polvo fino, ahí nace el bordado, a raíz de que se enferma su hijo y como estaba acostumbrada a trabajar, lo dejo dos años pero me hacía falta algo, vi a una compañera que cosía a máquina y ella me enseña, yo aprendí viendo, me enseñó, entonces compro mi máquina de segunda mano y me va enseñando a usarla”, recordó. Así siguió practicado, un cuello de camisa fue lo primero que inició, aunque le llevó seis meses terminar una pieza, y es que cuando algo te gusta, se lucha hasta que se logra, hasta los tres meses que le salían bien algunas puntadas decide hacer el cuadro completo y se vende, en eso pasa a ver a un señor que compraba chalinas, pero ella no hacía, entonces él le dice que lo haga y que se lo compra, le llevó siete meses terminar una chalina, luego le pide otra, comprando hilo encuentra a otra señora y también le pide, pero media docena de cada tamaño, no tenía ni muestras, gracias a ellas se mantuve con trabajo todo el año, conforme pasa el tiempo conoce a más personas.


“Hice algo novedoso porque me aburrían los cuadros, ya que allá siempre se ven los mismos colores y me salí de eso, empecé a hacer mis propias muestras y creaciones, como ya sabía decorar, junté todo eso en una combinación de colores y hoy en día ya puedo trabajar lo que me pidan, hoy en tres días puedo hacer lo que antes lograba en seis meses, luego de 21 años trabajando el bordado y 35 años el laqueado… Mis hijos me ayudan al laqueado, a mi hija también le gusta la costura, ella ya sabe bordar pero se estacó el dedo con la aguja y le dio miedo, ella arma las camisas y trajes de chiapaneca, mi hijo mayor sabe laqueado, lo trabajan pero no como yo, solo en sus tiempos libres, pero mi hija sí se dedica más tiempo, estudia enfermería, pero le llama la atención”, mencionó; la puedes encontrar en Facebook como Esperanza Díaz y en su página Raíces de Colores.

Desde el año pasado, Esperanza empezó a enseñar la laca, tiene dos grupos los sábados y miércoles, para entrar solo hay que tener ganas y deseo de continuar esta cultura tan bonita, los sábados lo imparte en la casa de los priostes de San Sebastián, además metió un proyecto a Coneculta y salió beneficiada, consiste en enseñar la laca y decorado, faltan ocho meses más de cursos, todos los miércoles de 4 a 6 pm en la Casa Museo Ángel Albino Corzo, a los que les dijo la fueron recomendado, así se fue la cadenita y hoy en día ya tiene 34 alumnos inscritos, dice que si la buscan no se va a negar, mientras pueda lo va a hacer, la motivó mucho que su maestra le dijera que le echara ganas y tuviera el deseo de aprender, pues necesitaba mucho aprender algo, por eso dice que no va a cerrar las puertas, que los mantenga y terminen todas las personas.


“Lo que me mantiene es que me abre las puertas mi maestra, me sentí segura, pasa el tiempo, pudimos participar en concursos de laca, en el Fray Bartolomé, en México otros galardones que van subiendo de nivel, como el de Grandes Maestras, desde aquel momento participaba motivándome a hacer las piezas y no salir de lo tradicional, eso llama la atención y tuve la mejor maestra, así fui comprando material, que es caro, con ese extra me fui preparando y a lo largo del tiempo gané el Premio Fray Bartolomé de las Casas 2023, para mí es un logro bastante grande porque a veces nos quedamos en el camino y soñamos con ser alguien y no lo podemos alcanzar, es bonito seguir si nos gusta, en el bordado se tiene que calcar cada pieza, pero ya en el momento se convierte en otra cosa y cambia, aunque haga piezas repetidas ya no queda igual”, mencionó.

Por su cultura, tradiciones, la laca, el bordado, el tallado en madera, hacen a Chiapa de Corzo grande, los artesanos valen la pena, aparte de su pueblo y su feria, de hecho, los cursos nacen porque las hijas de su maestra la ven en una entrevista, pues ya falleció la maestra, la visitan y le dicen que la andan buscando con unas rejas y le dan su herencia, que eran los cuadros y todos los diplomas de su maestra, para quedarse a continuar su legado, para que no se olvide, por eso la menciona cada que sale a la plática, porque gracias a ella, su fuerza y motivación, es lo que es hoy en día, nace hacerle un homenaje en octubre de 2023 a 10 años de su fallecimiento, no solo para exponer las piezas, sino para dar un curso de un mes, lo hicieron para exponer en diciembre, pero querían seguir y se alargó hasta mayo, las alumnas querían seguir y vuelve a dar el curso los sábados, mete su proyecto y sale beneficiada para seguir, antes hacía sus cosas con miedo, con pena, dudando de ella trabajaba, y hoy sabe que puede, siempre encuentra cómo hacerle.

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