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  • AFP

Existe riesgos políticos en nuestro México


Ya casi estamos por terminar el primer mes de este año 2022, en el cual tenemos sin duda un caos político y social, dicha palabra se logra por la pandemia, prácticamente el gobierno le toca intensificar trabajos para al menos mantener algunas situaciones difíciles. La revocación de mandato y elecciones estatales, pandemia, seguridad pública, educación y salud, sistema de salud pública: más que nuevos retos, lo que observamos para 2022 es la inercia de conflictos ya existentes. Este año hay elecciones locales en seis estados (Aguascalientes, Durango, Tamaulipas, Hidalgo, Quintana Roo y Oaxaca), que de alguna manera van a coincidir con el polémico proceso de revocación de mandato promovido intensamente desde la Presidencia de la República. Este tema ha originado una nueva tensión entre el INE, órgano autónomo encargado de la organización de las elecciones, con márgenes presupuestales ínfimos y el gobierno federal, que busca por todos los medios posibles afectar la reputación del árbitro electoral. De continuar la fricción entre estas instituciones nos vamos acercando tangencialmente a un escenario de polarización e incertidumbre rumbo a los comicios 2024, donde es imprescindible mantener la confianza y solidez del árbitro, ya que sin duda será un proceso plagado de todo tipo de irregularidades, en medio de un contexto social y político complicado. Por si fuera poco, los partidos políticos, las autoridades de gobierno y electorales seguirán sufriendo los intentos de control y penetración por parte de grupos delictivos, donde Tamaulipas y Quintana Roo son particularmente vulnerables. Por tanto, en este proceso crucial para la salud democrática del país, los actores políticos clave generan mayor tensión a la relación en lugar de mostrar altura de miras y buscar la cooperación institucional. Y bueno quiero terminar hablando del quien llego al mundo para quedarse: Todavía a principios de 2021 escribíamos que la esperanza para menguar la pandemia en México se centraba en contar con una logística impecable para la oferta y distribución de las vacunas a un amplio porcentaje de la población en el menor tiempo posible. Si bien la estrategia de vacunación inició con buena velocidad, al poco tiempo fue bajando su efectividad y ritmo, al final de 2021 solo el 56% de la población contaba con esquema completo. La logística centralizadora del gobierno, con una lógica más burocrática y electoral, tomó demasiado tiempo y aún no se termina de vacunar a la población más joven, ahora más vulnerable frente a las nuevas variantes. Sabemos que el virus seguirá mutando y expandiéndose varios años más, por lo que el reto es mantener una cierta “normalidad” de actividades sociales, económicas y políticas con el menor número de casos, buscando reducir su expansión.

¿Cómo haremos para normalizar su presencia en nuestras vidas? ¿Cómo lograremos homologar protocolos, establecer medidas para escuelas, negocios, empresas y gobierno sin que implique tanto sacrificio económico y humano? ¿De qué manera podemos blindar a la población y que pueda seguir con sus actividades de manera segura? Esas deberían ser las preguntas que los tomadores de decisiones debieran resolver. El gran reto es regresar a la normalidad, conteniendo los contagios, atendiendo oportunamente y generando protocolos para todas las actividades. ¿Será posible cuando no podemos ni usar una mascarilla adecuadamente? Van dos años y aún no se ve la salida.


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