Jóvenes mexicanos que estudian y trabajan
- EDITORIAL
- 3 jun
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La prueba PISA además de proporcionarnos información sobre cómo los estudiantes de 15 años pueden aplicar sus conocimientos de matemáticas, lectura y ciencias en la resolución de problemas de la vida diaria, también recoge información muy valiosa sobre sus contextos escolares, su situación socioeconómica y sobre sus expectativas de futuro. Esta información fue presentada hace unos días en el documento El Estado de la Preparación Profesional Global de los Adolescentes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Este informe utiliza datos de más de 80 país que han participado en PISA desde el año 2000 hasta el 2022, entre los que se encuentra México, para explorar el estado de la preparación profesional de los adolescentes de 15 años. Se revela que una parte significativa de los estudiantes no está segura de sus planes de carrera, y esa falta de seguridad lleva a tener peores resultados laborales en el futuro. También se registró que los estudiantes que participan más en actividades de desarrollo profesional tienden a tener planes de carrera más claros y mejores resultados laborales, esto quiere decir que realizar prácticas profesionales, someterse a pruebas vocacionales o asistir a ferias de empleo rinde frutos para los estudiantes que las realizan. En el informe se indica también que si bien las ambiciones educativas han aumentado, el entorno socioeconómico sigue desempeñando un papel importante en la determinación de estas ambiciones, por encima de la capacidad académica.

Aunque cada vez más estudiantes desean continuar con sus estudios y retrasar su incorporación al mercado laboral, los estudiantes de alto rendimiento de entornos desfavorecidos tienen, en promedio, menos probabilidades de completar la educación superior que sus compañeros con menor éxito académico, pero más favorecidos. ¿No sería fantástico que nadie tuviera que dejar de estudiar por necesidad económica, a pesar de cumplir con todos los requisitos académicos necesarios? A los obstáculos económicos se suma la confusión sobre cómo se puede utilizar el sistema educativo para acceder a empleos atractivos, que es mucho más pronunciada en los estudiantes de entornos desfavorecidos. También se registran factores anímicos, ya que los estudiantes manifiestan ansiedad sobre sus perspectivas profesionales, lo que los lleva a no tomar las mejores decisiones. En México 25 de cada 100 estudiantes no pudieron nombrar una ocupación esperada a los 30 años o dieron respuestas demasiado vagas al respecto, por lo que estos estudiantes difícilmente podrán tomar las mejores elecciones en cuanto a su destino profesional. Sin embargo, contrastando con este dato, nos encontramos con que más de 80 de cada 100 de los estudiantes mexicanos están de acuerdo con que la escuela les ha enseñado cosas útiles para un trabajo, ubicándose por encima del promedio de OCDE. En general vemos que los estudiantes mexicanos aprecian lo que están aprendiendo en la escuela, ya que por lo menos 60 de cada 100 consideran que la escuela les ha enseñado cosas útiles para prepararse para la vida adulta. Es precisamente por esta convicción -de la mayoría de los estudiantes mexicanos de que la escuela puede cambiar su realidad-, que el sistema educativo mexicano debe estar a la altura de ese reto. Sin duda es necesario contar también con políticas públicas que verdaderamente apoyen a los estudiantes para que no dejen el sistema educativo, para que siga teniendo valor para ellos continuar y no resulte más importante incorporarse al mercado laboral, ya sea por necesidad económica o por no encontrarlo útil en sus expectativas de futuro. Esto lo escribo desde el objetivo de Mexicanos Primero de fortalecer las políticas educativas, para hacer posible que todas y todos los niños aprendan en la escuela y puedan permanecer en ella.
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