La aventura de se mamá: La nostalgia ataca de nuevo
Tuxtla.- Esta semana, los recuerdos y la nostalgia me han estado atacando por diversos flancos… solo con verlas dormir, ver el espacio que ocupan en la cama, cómo su ropa ya no llega a sus tobillos, es suficiente para darme cuenta de que mis bebés están dejando de ser bebés, algo que en algún momento, deseaba que ya sucediera, pero que pensándolo bien ya no está tan chido.
Entre otras cosas, esta semana vendí el porta bebé que les sirvió a las dos para llevarlas en el carro, ya ninguna de los dos entra ahí y le quise dar salida porque ese tipo de cosas caducan y mejor que alguien más la aproveche, ahora llevamos el car seat frontal para Reno y el booster para Eli, sé que aún están pequeñas y deberían ir a contra marcha, pero tratamos de hacer lo mejor para que estén lo más seguras posibles, y de paso no morir en el intento por los berrinches que nos hacían, es lo que mejor nos funciona a nosotros.
Además, esta es la última semana de Elisa en maternal… ok, estoy exagerando, pero ya pasó un año completo en el que ha aprendido muchísimo en la escuela, dejó el pañal, come sola, está aprendiendo a convivir con otros niños, incluso ya tiene algunos amigos, ya se viste y desviste casi sola, y nada más con el hecho de que la primera semana se quedaba llorando y ahora ni adiós me dice, es un gran logro, y un mensaje para todas aquellas mamás que tienen miedo de que nunca dejen de llorar: sí lo hacen, sí llega el día en que se quedan contentos, no van a llorar para toda la vida.
También me dediqué este fin de semana a acomodar toda la ropa que ya no les queda… Renata ya casi no usa pañaleros, ya no le quedan y en su nueva sala, les piden que mejor los mandemos con short y playera o ropa más fácil de manipular, porque ¿adivinen qué? Ya van a empezar con el control de esfínteres… se me hace muy pronto, pero ella también da algunas señales, ya me avisa cuando hace popó y ya identifica que debe sentarse para hacerlo, así que mejor que comiencen desde ahorita, para que lo vaya dejando con calma, ya que el próximo año le toca irse al kinder. Sí, ni bien ha entrado una cuando ya hay que prepararnos para la otra.
Mucha de la ropa que usaron las dos fue heredada por sus primas, y la que aún se conserva en buen estado la voy a donar a niños y niñas del Hospital Pediátrico, hay una que otra cosa con mucho valor sentimental, o que fueron regalos especiales y esa, que es la menos, la estoy guardando para alguna bebé cercana, ya sea de alguna amiga o familiar, porque claro que estoy a favor de la moda circular, mis hijas y yo la usamos y apoyamos que se le dé una segunda vida.
Así que en esas andamos, entre la nostalgia que ataca en cada esquina, la ropa que ya no les queda, los juguetes que ya no usan, las inscripciones que se avecinan, las canas que ya se me asoman, la paciencia que se agota, y los momentos únicos e irrepetibles que se nos están escapando entre las prisas del día a día, los regaños y la carreras, no queda más que respirar, y recordarme que mis hijas están creciendo, y que el tiempo ya no da marcha atrás.
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