La aventura de ser mamá: A cinco años de comenzar la aventura
- ALEJANDRA OROZCO
- 2 mar
- 3 Min. de lectura
Esta semana, Elisa cumple cinco años, es media década desde que me cambió la vida, se sacudió mi mundo y conocí sentimientos y habilidades que no sabía que existían, ha sido difícil, sí, pero ha valido totalmente la pena y cada vez estoy más orgullosa de mi niña grande, cada vez más grande, que me sorprende con sus acciones e ideas.

Hace justo cinco años, yo estaba con la panza a punto de reventar, era mi primer embarazo y estaba tan ansiosa como asustada, nunca me habían operado de nada y estaba frente a mi primera cirugía programada, el día que conocería al amor de mi vida en una cita a ciegas, una personita mitad yo, mitad la persona que amo, me moría por verla en vivo y a todo color, y no solo conformarme con lo que dejaba ver en los ultrasonidos, cuando no se tapaba la cara con las manos.
Yo no sabía nada sobre ser mamá, más que las referencias que tenía de la mía, apenas y tenía un par de sobrinos pero nunca me había involucrado directamente en la crianza de nadie, así que naturalmente estaba llena de dudas y temores, mi primer gran reto fue la lactancia materna, porque no tenía un buen agarre y hubo mucho dolor y llanto en esos días, sin imaginarme que cinco años después, ya habría amamantado con éxito no a una, sino a dos niñas.
Y es que viéndolo en retrospectiva, como toda primera vez, no fue color de rosa, lejos de la idea romantizada de la maternidad, y aunque ya libré varias etapas, como precisamente la lactancia, los pañales, los despertares en la noche, las desveladas, los brotes de crecimiento y más, a medida que van creciendo se presentan otras preocupaciones, como contener los berrinches, no consentirlas de más o malcriarlas, lo que aprenden en su entorno, que imiten cosas buenas o malas, a todo lo que se van exponiendo.

Y no lo digo por espantar a quienes tienen hijos pequeños, bien dice mi mamá que hijos pequeños, problemas pequeños, hijos grandes, problemas grandes, pues uno va dominando ciertos aspectos de la crianza y por fin siente que tiene experiencia y lleva las de ganar, cuando viene una nueva etapa y toca comenzar de cero, todo otra vez, pero es parte de la vida y tiene su recompensa en ver todos sus logros, avances y nuevas habilidades.
Elisa, hoy en día, es una niña muy inteligente, diría que adelantada a su edad, aprende rápido, también tiene su lado vanidoso y caprichoso pero quiero pensar que todo toddler es así (¿sigue siendo toddler o hasta qué edad termina esa etapa?), nos ha enseñado y nos sigue enseñando tantas cosas, y siempre le agradeceré que me enseñó a ser mamá, todas mis primeras veces fueron con ella, hemos sido ella y yo contra el mundo, y aunque a veces la siento más distante, espero que sepa que siempre estaré ahí para ella.

Últimamente he estado viendo mucho sus videos de cuando era chiquita y me da mucha ternura, ver que esa niña cachetona ya no está más, que su vocecita aguda que apenas empezaba a pronunciar palabras ya no volverá, que ya no la escucharé otra vez decir “yaya” en vez de galleta o “cuaco” en vez de cuatro, me invade la nostalgia cuando se acercan estos días, pero también agradezco a Dios que mi hija esté creciendo tan saludable, tan feliz, tan ella.
Elisa es mi mayor orgullo, creo que llegará muy lejos, amo todo de ella, aún su personalidad retadora con la que choco tanto últimamente, cada “te amo”, cada caricia y cada beso que me da los atesoro y los valoro mucho, dicen que es el reflejo de cuando yo era chiquita, y solo espero que siempre pueda lograr sus sueños, ser ella misma y que nadie la haga sufrir, y estar ahí a cada paso que dé, no dejarla sola y no faltarle nunca.
Y aunque sé que no soy la mejor madre del mundo, todos los días lo intento, y también creo que estos primeros cinco años siendo mamá son dignos de celebración y un impulso para todo lo que viene, el trabajo más difícil, pero a la vez más gratificante del mundo es ser mamá, y me siento bendecida y agradecida de serlo por partida doble.
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