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ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Elisa cumplió 3

Tuxtla.- Hace tres años, yo era totalmente otra persona: era una mamá primeriza, con una bebé de dos días de nacida a la que no sabía ni cómo acomodarme para darle pecho, que dudaba de mi lactancia y recurría a darle fórmula cuando no dejaba de llorar, recuperándome de mi primera cirugía en la vida, que resultó ser nada menos que una cesárea, donde me abrieron siete capas del cuerpo para poder sacarme a mi primer bebé.


Elisa era toda ternura cuando nació… yo la veía y sentía que tenía que protegerla hasta con mi vida si era necesario, esos ojitos y esas manitas se volvieron mi vida, aunque no fue así como dicen, que la vi y pensé que era el bebé más bonito del mundo… al contrario, la veía y tenía miedo de que se fuera a quedar así, es raro, saben? Porque no era la bebé más fea del mundo, ni la más bonita, para mi era la mejor pero sí estaba muy sacada de onda porque la maternidad no es como todos te la pintan, no todo es color de rosa.

Hoy recuerdo a esa Ale temerosa, adolorida, débil, que lloraba en las noches por estar lejos de su pareja -porque pasé mi posparto en casa de mi mamá míes tras Rodrigo trabajaba y comenzaba la pandemia-, y a su vez me sentía mal de ver a mi mamá ojerosa, cansada, porque los primeros días era ella quien se llevaba la friega de cuidarnos a las dos: a la bebé recién nacida y a la mamá recién nacida, porque a partir de ese día mi vida cambió por completo, para bien y para mal, ese día nació mi versión de mamá.

Si pudiera hablar con esa Ale, la Ale primeriza, le diría que no se preocupe, que todo va a estar bien, que siga su instinto y que lo está haciendo increíble, que no pasa nada si no sigue al pie de la letra todo lo que ha leído sobre crianza respetuosa y puerperio, y que no es la primera ni la última que no tiene ni idea de lo que está haciendo; que confíe más en ella y en su tribu, y que un día quedaran atrás las noches de llorar de dolor por un mal agarre, que un día Elisa dormirá de corrido y que los cólicos van a pasar.


Sin embargo, debo confesarles que el miedo acecha, y no se va del todo… está ahí, al inicio de cada etapa, haciendo que te cuestiones de si lo estás haciendo bien, de qué estás haciendo mal, de si algún día va a dejar de llorar al dejarla en la escuela, de si va a dejar el pañal, de si va dejar la chichi… cada etapa trae nuevas dudas y miedos, y creo que eso es parte de ser mamá, por más grandes que estén tus hijos.

Estos tres años han sido intensos: me han llevado al límite, ya sea de mi paciencia, de mi aguante físico y mental, de poner a prueba mis capacidades, de querer tirar la toalla, pero también me han llevado a preguntarme si todo esto es real, si de verdad hice algo bueno para merecerme a una niña tan increíble, de maravillarme y preguntarme si es posible amar más y más a la misma persona y si me puede seguir sorprendiendo.

Elisa me ha enseñado que tengo que saber controlar mis emociones para que ella pueda controlar las suyas, que una niña retadora me obliga a soltar un poco las riendas y dejarme fluir, me ha enseñado cómo al amarme tanto, a veces me lastima cuando no le presto la atención que ella necesita, que todo pasa por algo y que ella es el pilar de esta familia, sin ella no seríamos lo que hoy somos los cuatro.

También me ha sorprendido con sus logros: a sus tres años ya dejó el pañal, ya habla a la perfección, sabe contar, identifica letras, se sabe muchas canciones, tiene mucha retentiva y se acuerda de situaciones y detalles que para muchos pueden pasar desapercibidos, aunque también tiene desbordes emocionales muy, muy cañones por todo lo que su cerebro está procesando.

Este año, le celebramos en su escuela por primera vez, se ha adaptado muy bien y ya tiene amiguitos por lo que decidimos que era lo mejor, se la pasó increíble, nos pidió que fuera de Luli Pampín y así lo hicimos, además le celebramos nosotros en familia con un pastel y todo nuestro cariño, se la pasó increíble y los dos días se la pasó jugando, de arriba para abajo, disfrutando sus regalos y su día.

Y bueno, se acabaron los terribles dos, pero llegaron los maravillosos tres, que estoy segura van a ser un nuevo reto para nosotros como papás, sumando que seguro ella va a continuar aprendiendo muchas cosas y que ya este año se nos va al kinder… rápido, muy rápido pasa el tiempo.

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