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ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Semana de bajón emocional

En los últimos días, no me he sentido la mejor mamá del mundo… por más que mis hijas así me consideren, hay días que no me la creo, porque he visto algunas cosas que tomaré como una llamada de atención a lo que estoy haciendo y dejando de hacer en mi maternidad, que nunca parece suficiente ante todas las exigencias que debemos cumplir.

Por más chusco que suene, esta semana me tocó firmar el primer reporte por mala conducta de Renata… que no creo que sea el último, pero ¿un reporte durante el primer mes de clases de primero de kinder? Sí, tal parece que a Renata le cuesta seguir indicaciones, respetar figuras de autoridad y en general, portarse bien en la escuela, por más subjetivo que sea este concepto.

Ya desde la guardería, me habían hecho la observación un par de veces de que Reno no obedece, y de hecho en casa también nos cuesta mucho que nos haga caso, pero en esta ocasión, incluso la psicóloga habló conmigo, y me lo estoy tomando como una oportunidad para corregir a tiempo su conducta y que no se vaya agravando el problema.

Digo, los niños así son, inquietos, pasan por etapas difíciles, y como cada niño es diferente, con Elisa ha sido diferente, lo que nos recomendaron es trabajar en casa con los límites, que a pesar de que no considero que seamos los papás más permisivos del mundo, tampoco hemos sido tan tajantes, muchas veces terminamos cediendo con tal de que ya no llore -porque mi angelito llora a gritos-, porque estamos cansados o por salir del paso y evitar el drama.

La verdad sí salí bajoneada de la escuela… aunque no es la primera ni la única niña que se porta así, no pude evitar pensar que en algo estamos fallando como papás, y se está viendo reflejado, o que lo podemos hacer mejor, por llamarlo de otra forma, pues nuestra prioridad es educarlas bien y que sean felices.

Y por otro lado, también nos han hecho ver en la familia que estamos usando un tono muy elevado cuando las regañamos, que gritamos mucho y cumplimos poco con los castigos, o sea que aparte de estar poniendo pocos límites, los estamos poniendo mal… que es algo que se ve de fuera, pero también nosotros ya nos habíamos dado cuenta de eso.

Tanto así, que el otro día Elisa me pegó por accidente con una muñeca, y se puso a llorar porque le dio miedo que yo la fuera a regañar… ya al grado de que mi hija me tenga miedo, me hizo darme cuenta de que en verdad, tenía que hacer un cambio inmediato en mi maternidad, y en esa lucha ando.

Sé que nos pasa a todas, que los niños tienen sus etapas y que esto pasará, dicen que con el simple hecho de preguntarte si eres buen papá, ya lo eres, pero creo que tengo muchas áreas de oportunidad, como le dicen ahora a los defectos, y que tengo que trabajar mucho en mí para mejorar mi relación con mis hijas, e incluso con otras personas de mi círculo.

Es difícil… si pensaban que lo peor de ser padre o madre es cambiar pañales, como yo, cada etapa va desbloqueando niveles de dificultad, ojalá el peor de mis problemas fuera ese, pero ya no se trata de tener labores por hacer, sino de cómo está impactando mi crianza en mis hijas, que lo que hoy hago las va a marcar para toda la vida es una idea que me aterra.

Si llegaron hasta aquí, les agradezco por leerme y les invito a que me comenten si alguien está en la misma situación, si tienen tips también son bienvenidos, y espero esta etapa también vaya pasando, como todas las demás crisis que hemos tenido en estos apenas cuatro años y cacho de habernos estrenado como papás.

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