La democracia de México
- EDITORIAL
- 29 may
- 2 Min. de lectura

El día de ayer diversas organizaciones anunciaron la creación de una brigada caza mapaches. Ello como respuesta a la cantidad de irregularidades que se están cometiendo en el desarrollo del proceso electoral judicial. Lo que nació como una mala idea -elegir jueces-, se plasmó en una ley inviable y en una instrumentación aún más accidentada. Por supuesto que el cumplimiento de la ley no ha sido la característica central del proceso. En condiciones normales, el proceso electoral judicial sólo debiera interesarle al gremio de los abogados -ellos son los que conocen las materias que atienden los diversos funcionarios del poder judicial- pero he aquí que, para darle viabilidad a la absurda ley, lo que hemos visto es la reedición de prácticas electorales que parecía estaban en vías de extinción. El acarreo, la compra y coacción del voto, los pases de lista, las casas amigas, los carruseles, y por supuesto la novedad de la temporada: la operación acordeón, seguramente formarán parte de lo que viviremos el próximo domingo. Por supuesto que no hay que dudar de la integridad y honorabilidad de los miembros del Servicio Profesional Electoral Nacional, ahí no reside el riesgo.

Pero sabemos de las dificultades para integrar adecuadamente las mesas directivas de casilla, por tanto, el riesgo de que se tomen ciudadanos de la fila puede ser alto, y sabemos que los ciudadanos que se forman primero generalmente están vinculados a los partidos políticos. Por otro lado, hay un inusual número de solicitades para ser observadores electorales y surge de nuevo la sospecha de que se trata de ciudadanos vinculados a los partidos políticos. De modo que una ley que se jactaba de alejar a los partidos políticos de la elección de jueces para no politizar la justicia está terminando por teñir como nunca de colores partidistas a quienes resulten electos. Por todo lo anterior es que se vuelve muy importante, ya que se reeditan las viejas prácticas fraudulentas, sacar también del olvido los viejos hábitos de la observación y vigilancia ciudadana, hay que documentar y sistematizar las irregularidades que se detecten en la jornada electoral para poder exhibir la simulación democrática que hay detrás de la elección judicial.
Comentários