Las mujeres del café
Tuxtla.- A dos horas de la capital chiapaneca, pasando San Cristóbal, Chamula y Larráinzar, se ubica Santiago El Pinar, comunidad rural donde a mil 600 metros sobre el nivel del mar, se cultivan distintas variedades de café de especialidad para producir el pergamino: caturra, bourbon y geisha son las más resistentes al clima de esa región.

Se trata de una labor en familia, en la que recientemente, las mujeres han retomado un papel de mayor importancia al capacitarse para hacerlo de manera correcta y mejorar su calidad, convirtiéndose en parte importante de la cadena productiva.
"Estoy muy orgullosa de participar porque realmente ha aumentado nuestro fortalecimiento de trabajo, ha mejorado nuestro café y hemos aprendido a trabajarlo, también ha apoyado mucho a nuestras familias, así como llevamos a cabo nuestro trabajo, estamos cosechando café de mejor calidad", señaló Pascuala Gómez, que pertenece a esta comunidad.

Aquí ellas comenzaron a cosechar desde hace más de cuatro años, tras recibir la capacitación por parte de Educampo, asociación que les ha brindado herramientas para llevar a cabo esta actividad, el pasado 24 de enero plantaron las semillas, que en dos meses serán trasplantadas a las bolsas y luego a la tierra, donde darán frutos.
"Nosotras somos mujeres, tenemos hijos, tenemos nuestros quehaceres en nuestra casa y a pesar de eso seguimos trabajando en el campo, salimos a trabajar y es lo que queremos más que nada, nosotras empoderarnos como mujeres, porque antes no éramos tomadas en cuenta", explicó.
La asociación les llegó a enseñar a ellas y mujeres de otras regiones del estado, cómo seleccionar los cerezos, para sacarles mayor provecho y que haya menos merma, esta comunidad trabaja mucho y desea obtener un mejor precio que refleje su esfuerzo, gracias al cual pueden sostener a su familia y que este conocimiento pase de generación en generación.

"Mi sueño era lograr mi café porque yo antes no tenía un mejor café, cosechábamos como sea, con chibola, las hojas y el palito de café, estamos trabajando bien, nuestros vecinos nos preguntan cómo le hacemos para obtener café limpio, blanco, es mucho desperdicio cortar puro verde, hay mucho café, pero aunque tengan en patio no sale el kilo, no pesa si se cosechan mal”, reconoció.
María Elena Gómez, tiene una pequeña de tres años, que la acompaña en la cosecha que se da cada enero y febrero, admite que han mejorado en el proceso, desde la plantación, producción y transformación del grano, han aprendido muchas cosas que antes no practicaban, antes no lo cuidaban como es, y tenían más problemas con el precio.
"Estoy muy feliz, porque mi hija también va aprendiendo las cosas que hacemos ahorita aquí, y como ella lo está aprendiendo, también lo va a llevar a cabo en su vida, porque lo está aprendiendo desde pequeña, lo que antes no nos enseñaron a nosotros, de hecho sí participábamos en la cosecha pero no como es, ahorita mejoramos”, reconoció.

Ofelia Gómez, es una joven madre de familia que señaló que están felices como grupo, pues todos los procesos han mejorado, incluso, no solo se queda en pergamino, ya están transformándolo al tostarlo y molerlo, su sueño se ve reflejado en cada bolsa, se sienten realizadas como mujeres, no solo quieren venderlo a los coyotes, exigen un buen precio por aumentar la calidad.
Con herramientas como la zaranda, el medidor de grados brix, y otras para medir la humedad, notan la diferencia entre su café, notan el aroma, sabor y color, que es diferente, se están capacitando para transformarlo y venderlo ya tostado y molido, abriendo las puertas para poderlo exportar, y lograr este sueño.
La sequía y otros obstáculos
El café de especialidad se planta cuando aún hay lluvias en la región, usualmente entre octubre y enero, pasa dos meses en el vivero, cubierto por hojas de plátano, y al cabo de dos meses se pasa a las bolsitas, donde esperan a que siga creciendo para después trasplantarlo a la parcela, donde tiene que pasar de uno a dos años para dar fruto.
Miguel Hernández Gómez, promotor técnico e ingeniero agrónomo, explicó que aquí se trabaja el lavado, en pergamino, es decir que se recolecta, pasa por la dsspulpadora, luego a la zaranda, después se seca de tres a cuatro días al sol y está listo para tostar y moler en un módulo que tienen en San Cristóbal, incluso lo están iniciando a embolsar una vez que se los regresan ya transformado.

“Cuando es mucha sequía siempre nos afecta, porque luego no florea mucho el café, y luego cuando es temporadas de frío, el año pasado sembramos plantitas de café pero le afectó el frío, entonces se secó, nos afectan esos dos lados, bastante frío y sequía, por eso nos preparamos mejorando las plantas, tenemos una parcela demostrativa donde se aplican productos naturales para ver el rendimiento de la parcela”, explicó.
Enero y febrero son los meses más fuertes para cosechar, a finales de este mes ya va bajando, la cosecha se da cada año y a veces, puede disminuir la producción hasta en un 40 por ciento, cuando le pegan los factores climatológicos.
“La sequía afecta mucho, no llueve marzo, abril, mayo, cuando más la planta necesita nutrirse y llenarse de frutos, a veces no se llena bien y si no se aplica un nutriente, prácticamente baja la cosecha, en una parcela a veces sale nada más el 60, 70 por ciento de la cosecha, ahorita como no hay mucho café, los coyotes -quienes lo compran para transformarlo- pagan de 95 a 100 pesos el kilo, los de mejor calidad, pero cuando hay mucha oferta, sí llega a bajar, el año pasado estaban pagando 80, 90 pesos el kilo”.

Productores como Domingo Pérez, recuerdan que cuando no recibían esta capacitación, cortaban como les enseñaron sus abuelos, no lo seleccionaban, pero todo cambió con la capacitación y han incrementado producción y calidad.
“Nosotros queremos tener un buen precio del café, los coyotes están pagando 98 pesos el kilo, pero no merecemos los 98 pesos, nosotros nos hemos dedicado a esa actividad y ya sabemos cómo manejarlo, deberían pagarnos más el precio, el año pasado no llovió mucho, entonces se afectó la floración de café, que es nuestra sustentabilidad de hombres y mujeres, hasta los niños, es de donde obtenemos nuestros recursos”.
La idea es venderlo ya transformado, actualmente están buscando el mercado para que haya más ganancia, y es que la cadena del café lleva mucho trabajo, piden que se valore para sacarle el máximo provecho a lo que cosechan en su tierra, en promedio, cada año sacan 250 kilos por familia, que son al menos cuatro en esta comunidad y que se sienten orgullosos de sus logros.
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