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EDITORIAL

Los retos de las aspirantes a convertirse en la primera presidenta


Dos mujeres, la opositora Xóchitl Gálvez y la oficialista Claudia Sheinbaum, contenderán por la presidencia de México en las elecciones en junio de 2024. Un hecho histórico y muy relevante simbólicamente en un país donde cada día asesinan a más de 10 mujeres y el machismo persiste en la política.

“Lo más importante es que es una buena noticia, el que tengamos a las dos mujeres competitivas, (...) son dos mujeres preparadas”, dijo este jueves en una entrevista con EFE la abogada y activista Patricia Olamendi. Con ella coincidió la analista política Palmira Tapia: “Que tendremos una mujer presidenta es un mensaje poderoso”. La política mexicana se sacudió tras anunciarse el miércoles que Sheinbaum será la candidata presidencial del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que enfrentará a Gálvez, del opositor Frente Amplio por México. Aunque aún falta que el opositor Movimiento Ciudadano (MC) defina su candidatura, ellas representan a las dos principales coaliciones políticas del país, por lo que México está más cerca que nunca de tener una presidenta. Ambas tienen como similitudes su amplia experiencia política, que rondan los 60 años y que cuentan con formación universitaria. Tienen como denominador común que no solo se han dedicado a la política. Sin embargo, las diferencias no son pocas. Sheinbaum, nacida en la capital mexicana, ha presumido de que sus orígenes políticos vienen desde la infancia, pues sus padres participaron del movimiento estudiantil de 1968, lo que impulsó su activismo. Estudió Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En 1989 se adhirió al Partido de la Revolución Democrática (PRD) -del que Andrés Manuel López Obrador fue candidato presidencial en dos ocasiones- y en 2017 ganó la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México por Morena, convirtiéndose en la primera mujer electa en ostentar este cargo.

Por otra parte, Gálvez es hija de indígenas otomíes del céntrico estado de Hidalgo y estudió Computación en la UNAM. Es empresaria y en el año 2000 inició su carrera política. “Sheinbaum ha manifestado muchas veces su decisión con respecto al modelo que planteó el presidente (López Obrador) un modelo basado en una mayor presencia del Estado, un Estado más regulador, muy cercano a estos grupos llamados de izquierda”, consideró Olamendi. Mientras, Tapia dijo que Gálvez representa a la parte de la sociedad que cree en la posibilidad del ascenso social y que, aunque contiende por la coalición del Partido Acción Nacional (PAN), el de la Revolución Democrática (PRD) y el Revolucionario Institucional (PRI), y es senadora por el PAN, se declara independiente. Ambas, coincidieron las expertas, no tienen como prioridad la agenda feminista. Gálvez no ha manifestado apoyo al movimiento y Sheinbaum, como jefa de Gobierno, ha tenido numerosos enfrentamientos con colectivos de este perfil.

“No están ligadas a una agenda feminista propiamente dicha, a diferencia de otras líderes en otros países, donde han abrazado la causa feminista y la han hecho explícita a lo largo de sus carreras políticas, en este caso no lo veo así”, consideró Tapia. Por lo tanto, para ambas será un pendiente cuando una de las dos llegue a la Presidencia, pues el movimiento feminista no hace más que crecer en México y las exigencias de igualdad sustantiva cada vez son más fuertes.

Por otra parte, Olamendi dijo que, aunque persiste el machismo en la política, ya existe paridad en este campo por mandato constitucional y el hecho que vaya a haber una mujer presidenta refuerza la participación y gobernanza de las mujeres.

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