Migrantes misquitos mantienen sus usos y costumbres
Cientos de migrantes de la etnia los misquitos, provenientes de la región indígena de Honduras, habitan varios albergues de la ciudad fronteriza de Tijuana, norte de México, y a pesar de estar tan lejos de su país mantienen sus usos y costumbres y protegen su lengua materna mientras esperan cruzar a Estados Unidos.
Estos migrantes, se mantienen unidos y se protegen entre ellos, y son considerados los desplazados silenciosos de la migración centroamericana.
Sus tierras en Honduras han sido controladas por el narcotráfico y el crimen organizado, lo cual los ha obligado a abandonar sus patrimonios bajo amenazas de muerte y violencia constante. Cristóbal, uno de los tantos indígenas misquitos que están en uno de los albergues de Tijuana, contó a EFE que en su comunidad padecen de pobreza y del abandono de las autoridades, lo que los ha llevado a organizarse y salir en grupos buscando llegar a Estados Unidos.
Compartió que ellos buscan camuflarse entre otros migrantes que acaparan los reflectores, sobre todo para resguardar su integridad, lo cual también les permite continuar con las tradiciones de sus ancestros, como basarse en la medicina natural, y mantener su lengua madre “misquito” como forma de comunicación, aunque también hablan español.
Cristóbal señaló que su comunidad es rica en productos naturales, pero también está situada en una zona pantanosa de difícil acceso, “por eso el gobierno nos tiene en el abandono”, lo cual ha generado que el crimen organizado haya invadido sus tierras. “El narcotráfico se apoderó de nuestros territorios, porque vivimos en una zona muy abierta y con poca población, lo cual les da muchas facilidades para trabajar en cuestiones de crimen organizado, lo cual está generando mucha violencia en nuestra región”, dijo. Jenny, madre soltera y una de las migrantes indígenas que decidió salir con su hijo, dijo a EFE que la pobreza que se vive en Honduras la llevó a pensar en otras posibilidades, pero fue el narcotráfico lo que la impulsó definitivamente a salir de su pueblo y ahora, como todo el grupo, busca tener el asilo humanitario en EEUU. “Todo eso nos quitaron y nos duele mucho y estamos aquí por trabajo y queremos que nos den el asilo, que nos ayuden para poder salvar nuestras vidas”, dijo. Otro de los migrantes de apellido López, a quien también el narcotráfico le arrebató sus tierras, dijo que al sentirse desprotegidos por su Gobierno mejor salió de su hogar, y ahora lleva más de nueve meses en Tijuana. Compartió que las personas de su comunidad que se han quedado allá han tenido que salir huyendo a otras comunidades, debido al peligro que están corriendo. “Están acabando con nuestra etnia, con nuestra comunidad, con todo lo que un día construyeron nuestros ancestros”, lamentó. Señaló que en su lugar de origen no tenían quien les ayudara “por eso mejor antes de que nos mataran nosotros salimos de nuestro país y aquí nos sentimos más seguros, nos han brindado la atención y también nos cuidamos entre nosotros”, recalcó. Josselin, una madre soltera también de esta comunidad dijo que además de lo complicado que es el camino hacia México, deben enfrentar la discriminación. “Uno sufre bastante porque a veces lo denigran a uno por no ser de acá, hay personas a las que las deportan, gracias a Dios a nosotros no, pero sí es muy complicado; ya estamos acá y ahora esperamos que nos salga la cita para poder el asilo”, confió. México vive un flujo migratorio récord, con 2,76 millones de indocumentados detenidos en la frontera con Estados Unidos en el año fiscal 2022 y, de acuerdo con datos facilitados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el flujo migratorio aumentó un 8 % en territorio mexicano.
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