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EDITORIAL

Realmente ¿tenemos derecho a acceder a los servicios públicos de salud?


La salud es, sin duda, el bien más preciado que tenemos como seres humanos, ya que no contar con ella imposibilita, prácticamente, cualquiera de nuestras actividades cotidianas. El valor monetario que tiene es, pues, simplemente intangible para la mayoría de nosotros. Sin embargo, el prevenir, recuperar y mantener la salud humana invariablemente genera un costo que sí puede ser cuantificable en valores monetarios. Al respecto el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) publicó, el pasado 14 de diciembre, la cuenta satélite del sector salud correspondiente a 2021.

Dicha cuenta integra las actividades económicas relacionadas con los bienes y servicios que permiten atender la salud. Es decir, contabiliza la cantidad monetaria generada por el sector salud, en este caso para el año 2021. La información revelada es muy interesante. El primer dato que llama la atención es que de 2008 a 2019 el sector salud contribuía con el 5.6 % al Producto Interno Bruto (PIB) de nuestro país. Para 2020, año en que inició la pandemia, esa cifra aumentó a 6.5 % y durante 2021 su aportación significó el 6.2 % del PIB, lo que en valores corrientes significa más de 1 billón 590 mil 349 millones de pesos. Es importante hacer notar que 25 de cada 100 pesos del sector salud son derivados del trabajo de cuidados, mismo que no es remunerado pero si es contabilizado por el Inegi, dado que constituye una actividad crucial en la recuperación de la salud.


También se observa que los hogares mexicanos absorben el costo del 45.7 % de la oferta de los bienes y servicios del sector, mientras el sector público (Insabi, servicios estatales de salud e instituciones de seguridad social) cubre el 54.2 %. Cifras muy similares, pese a que en teoría el Estado debe ser el principal consumidor de la generación del sector, derivado de que todos los mexicanos tenemos el derecho a acceder a los servicios públicos de salud. Al desagregar la información, resalta que los servicios hospitalarios aportan el 22.1 % del sector, seguido de los consultorios médicos (17.5 %), el comercio de productos relacionados con la salud -incluidos los seguros médicos- (16.3 %), la administración pública de la salud (5.6 %), fabricación de medicamentos y materiales de curación (4.4 %) y los centros y residencias para el cuidado de la salud (1.7 %).

Por último, y a reserva de realizar un mayor análisis de cada uno de los rubros que contiene esta valiosa recopilación, es crucial entender la dinámica del gasto que las familias mexicanas realizan para atender su salud. La mitad del desembolso destinado a este rubro es para la compra de medicamentos, un tercio para el pago de consultas médicas y lo restante se va en realización de estudios de laboratorio, así como en la compra de artículos complementarios para la salud. Los datos no solo dan cuenta, literalmente, de la participación económica del sector salud, sino que presentan evidencia sólida en dos sentidos: el primero, como una fotografía del estado de la industria sanitaria y el segundo, sobre la manera en que puede incidir el Estado dentro de ella para mejorar y facilitar el acceso a los servicios de salud.



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