¿Se ha logrado la Inclusión Laboral?
- EDITORIAL
- 28 abr
- 3 Min. de lectura

La inclusión laboral de personas con discapacidad sigue siendo un reto en muchos países. Si bien se han realizado esfuerzos desde la iniciativa privada para abrir espacios laborales, las condiciones para que este grupo pueda desempeñar un trabajo en condiciones dignas aún no están garantizadas. Esto se debe a diversas barreras estructurales que dificultan su acceso y permanencia en el mundo laboral. Uno de los principales obstáculos que enfrentan las personas con discapacidad es el rezago educativo. Muchas veces, la falta de acceso a una educación de calidad limita las oportunidades de formación y, por ende, las posibilidades de conseguir un empleo formal. A esto se suma la exigencia de experiencia laboral previa por parte de los empleadores. Sin embargo, si no se han generado oportunidades de primer empleo, resulta difícil para una persona con discapacidad acumular la experiencia requerida. Otra barrera fundamental es la movilidad. Muchas ciudades no cuentan con infraestructura accesible para que las personas con discapacidad puedan desplazarse de manera segura y autónoma a sus lugares de trabajo. Transporte público inadecuado, calles sin rampas, falta de ascensores en edificios públicos y privados son solo algunos de los problemas cotidianos que enfrentan. Sin una movilidad garantizada, el acceso a un empleo digno se vuelve más complicado. A pesar de los esfuerzos por incluir a personas con discapacidad en el mercado laboral, muchas de ellas siguen enfrentando condiciones de precariedad.

Salarios bajos, falta de prestaciones y escasas oportunidades de crecimiento siguen siendo una constante. Además, persisten sesgos que excluyen a ciertos tipos de discapacidad de determinados puestos de trabajo. Por ejemplo, algunas empresas no contratan personas sordas debido a la falta de intérpretes de lengua de señas, argumentando que están en una fase inicial y que prefieren cubrir otras condiciones por ser más “fáciles”. ¿Es esto inclusión real o solo por conveniencia? ¿Se trata de cumplir con un requisito sin un compromiso genuino? Al final, se olvida que son personas con necesidades, y que acceder a un empleo puede transformar su calidad de vida. Según los Censos Económicos 2024 del INEGI, por primera vez se abordaron temas del personal ocupado con alguna discapacidad. En 2023, 101,184 unidades económicas empleaban a personas con algún tipo de discapacidad, distribuidos de la siguiente forma: 114,721 ver aun usando lentes, 56,770 caminar, subir o bajar escaleras, 16,968 oír aun usando aparato auditivo, 11,997 hablar o comunicarse y 10,714 recordar o concentrarse. No es que las personas con discapacidad no tengan la capacidad de desempeñarse en un empleo, sino que aún faltan condiciones para que puedan desarrollarse con plena autonomía y dignidad. Es urgente la implementación de políticas públicas que incentiven a los empleadores a generar un ambiente laboral más inclusivo. Esto implica eliminar sesgos inconscientes y prejuicios, así como establecer programas de capacitación y sensibilización en las empresas. La inclusión laboral no debe ser vista como un acto de caridad, sino como un derecho humano y una oportunidad para aprovechar el talento de todas las personas. La verdadera inclusión laboral de personas con discapacidad no se logrará solo con buenas intenciones, sino con acciones concretas que garanticen igualdad de condiciones. Es momento de dejar atrás los prejuicios y de construir un mundo laboral donde todas las personas, independientemente de su condición, tengan la posibilidad de desarrollarse plenamente. La pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos dispuestos a ser parte del cambio o seguiremos perpetuando la exclusión? El futuro del trabajo debe ser inclusivo, y cada uno de nosotros tiene un papel fundamental en hacerlo realidad.
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