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EDITORIAL

Un mal trato a los migrantes

“Es lamentablemente, lo defino como los días más indignos de mi vida", “Eso de que nos traten bien, no se puede decir, pues nos tienen aquí, y de entrada eso ya no es un buen trato”, “Despierto y lo primero que veo son barrotes", “Es algo inolvidable porque nos tienen presos sin ser delincuen

tes", “No he vuelto a hablar con mis amigos, me da vergüenza, me hicieron sentir que era un criminal y mi culpa". Estas y otras palabras han sido recogidas por Sin Fronteras de personas que se encontraban detenidas en estaciones migratorias y estancias provisionales en México. Es por ello que, en el marco del día internacional en apoyo a las víctimas de Tortura, que se conmemora el 26 de junio de cada año, nos permitimos reflexionar sobre el riesgo en que se encuentran las personas migrantes detenidas en estaciones migratorias y estancias provisionales. Para iniciar, es preciso señalar que los Estados tienen obligaciones específicas en materia de tortura, siendo una de las más importantes la prevención de la misma. En esta tesitura, en México existe el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, adscrito a la CNDH, que está encargado de la supervisión permanente y sistemática de los lugares de privación de la libertad en todo el territorio nacional, incluidas las estaciones migratorias y estancias provisionales, en la medida en todos estos son espacios en donde las personas pueden estar más vulnerables a sufrir tortura. Precisamente en fechas recientes este mecanismo publicó dos informes de supervisión sobre las condiciones existentes en estaciones migratorias y estancias provisionales a fin de identificar factores de riesgo, es decir, condiciones que aumentan las posibilidades de que ocurra un acto de tortura. En estos informes se abordan, entre otros, tópicos como el suministro de alimentos, el acceso a la información y la comunicación con el exterior. En cuanto al suministro de alimentos, las personas entrevistadas señalaron que la cantidad que les entregaban no era suficiente, no estaba en buenas condiciones o no era conforme a sus tradiciones, costumbres o incompatible con su religión; además, específicamente en las estaciones migratorias y estancias provisionales del Norte, el consumo de alimentos se realiza en el mismo lugar donde se pernocta. Por otro lado, en cuanto a la información que se les brinda cuando están detenidas, se constató que es poco clara y accesible o en general inexistente sobre los derechos que les asisten a las personas y, en particular no hay una explicación del procedimiento legal que se les está siguiendo. Sobre el contacto con el

exterior a través de visitas o llamadas telefónicas, se constató que las personas no siempre cuentan con información sobre este derecho y, cuando lo pueden ejercer es por corto tiempo o sin condiciones de privacidad e incluso se reportó el cobro por llamada, cuando debe ser gratuito. Estas conclusiones han podido también ser constatadas por el personal de Sin Fronteras a través de las visitas de monitoreo que realiza de forma periódica a las estaciones migratorias y estancias provisionales, particularmente en la Ciudad de México. Derivado de ello, además de respaldar la importancia de prestar atención a los reportes anotados, también consideramos importante cuestionar todo el modelo de detención migratoria, pues como se lleva actualmente, bajo un modelo de seguridad nacional, criminaliza a las personas migrantes y puede ocasionar daños en la psique de las personas que se encuentran detenidas, con discursos y acciones de duda, culpabilidad, desesperanza y confusión lo que, sin duda, puede llegar a un trato cruel, inhumano o degradante y, en algunos casos, tortura. En efecto, consideramos que debe tenerse en cuenta que a las personas detenidas en estaciones migratorias y estancias provisionales se les suele anular cualquier capacidad de decisión y se les expone a situaciones angustiantes de incertidumbre. En este sentido, resalta que en ningún momento se decide con base en la opinión de las personas, por ejemplo, en la asignación de alimentos, en donde por lo general solo existe una única opción. La incertidumbre respecto de su situación se hace patente pues es muy común que las personas no tengan ni siquiera una idea aproximada del tiempo en que estarán privadas de su libertad o de su ubicación geográfica, el motivo por el que están ahí y si eso les llevara a una sanción penal, además de que en los traslados que se realizan a otra estación migratoria y estancia provisional desconocen su destino, en los cuales suelen tener duraciones muy largas. Lo anterior puede ocasionar situaciones prolongadas de estrés, desamparo, sensación de abandono, desprotección y lo mismo puede provocar que la detención y privación de la libertad sea vivida como una situación traumática, cuyas consecuencias y afectaciones se pueden prolongar más allá de la propia detención.

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