- ALEJANDRA OROZCO
Ámbar, la joya de Chiapas para el mundo
Tuxtla.- Los museos están llenos de fósiles, pero en Chiapas, las joyerías también, y es que la joya más representativa de nuestro estado, la gema que codician incluso de otras partes del mundo, nos parece tan cotidiana que no apreciamos su belleza e importancia, la portamos en pulseras, dijes, aretes, hasta incrustada en algunas prendas de ropa: es el ámbar.
Se le considera una piedra semipreciosa originada gracias a la fosilización de resina de coníferas y algunas angioespermas, su nombre proviene del árabe y quiere decir «lo que flota en el mar», una de sus propiedades (y de las formas de identificar si una pieza de ámbar es auténtica o pirata).
Su color generalmente se encuentra entre tonalidades miel oscuras, verdes y amarillo, pero incluso está el preciado rojo, esta piedra puede ser totalmente transparente u opaca translúcida, debido a su estado de conservación, algunas piezas llegan a presentar insectos atrapados y son precisamente las más codiciadas y cotizadas en el mercado.
Su proceso de formación inicia cuando el árbol produce resina para protegerse de los insectos, o cuando ya fue lastimado por ellos, luego inicia la polimerización de la resina, con lo que se endurece, es por ello que si permanece dentro restos minerales, la resina se fosiliza, esta en particular se ha conservado por millones de años, incluso fósiles se han encontrado dentro de algunas piezas, por lo que también tiene tintes académicos y de investigación.
Fuera de eso, la labor de los artesanos chiapanecos, que convierten esta materia prima en piezas de arte, hacen que luzcan sus tonalidades y texturas, desde accesorios hasta esculturas, utensilios, incrustaciones, y un sinfín de aplicaciones más, luego de una ardua labor, pues forjar las piezas no es tarea fácil.
El municipio de Simojovel, se considera la cuna del ámbar chiapaneco, en sus inmediaciones se ubican minas rudimentarias donde los hombres buscan, entre picos y cinceles, encontrar pedazos de esta resina para venderla o trabajarla, cada vez es más complicado, ya que apenas y cuentan con el equipo para protegerse y la tierra es inestable, más de una ocasión han pedido la vida en la labor.
Ya que se tiene la pieza en bruto, hay que limpiarla, pulirla, darle forma, pero con cuidado para no romperla y tratar de que se desperdicie lo menos posible, pues su valor depende también de lo complicado que es extraerla, el tiempo, dedicación y peligro que representa.
Muchos de los mineros se encargan ellos mismos de crear las piezas y venderlas en el mercado de artesanías local, o bien, distribuirla con comerciantes que las llevan a San Cristóbal, Chiapa de Corzo, Tuxtla o cualquier otro lugar del mundo a venderlas, incluso extranjeros vienen a obtenerla y después la revenden a más del doble o triple de su labor.
Otra amenaza al trabajo de los artesanos es la piratería, cada vez reportan más competencia desleal, sobre todo de chinos que venden piezas de imitación que muchas veces son vil plástico, pero a la vista son muy parecidas y los turistas se van con la finta, se las ofrecen a precios muy por debajo de los que se manejan en el mercado del ámbar real, quitándoles clientes y opacando su labor.
En unos días, la Ciudad de México será testigo de esta joya al montar una exposición de artesanías fabricadas con la misma, las y los artesanos joyeros buscan lugares donde exhibir su trabajo, darlo a conocer y que reluzca, incluso han echado mano del e-commerce para exportar sus piezas a cualquier parte del mundo; como todo lo que hacen los chiapanecos, encargados de que su trabajo hable por ellos y ponga en alto el nombre de la entidad.
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