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  • ALEJANDRA OROZCO

Riesgo sísmico, una constante en Chiapas: Silvia Ramos


Tuxtla.- ¿Sabías que en San Cristóbal hay dos volcanes extintos? Esa fue la inquietud de Silvia Ramos Hernández, lo que la llevó a convertirse en la primer mujer chiapaneca, y mexicana, con maestría y doctorado en Ciencias de la Tierra.

Su labor es investigar y vigilar los fenómenos que afectan el suelo estatal, pues la dinámica del planeta data de millones de años -más de 4 mil 500 millones, para ser exactos- mientras nosotros llevamos poco tiempo dentro de la evolución del mundo.

Desde su perspectiva, la comprensión de las ciencias de la tierra es muy pobre en la sociedad, por eso todavía nos extraña que haya volcanes activos, sitios volcánicos que en el pasado tuvieron actividad, otros fenómenos derivados del cambio climático, vulnerabilidades, y todo esto exacerba en el presente y en nuestra capacidad de resolver estos problemas.

“Chiapas pertenece al anillo de fuego del pacifico, y se encuentra en un movimiento que empuja a los continentes a una velocidad no representativa, pero este movimiento de las masas de subducción es energía que se mueve y se dispara, así como por su conformación geológica se expone a tres placas tectónicas, en la costa se siente más este movimiento, pero cada determinado número de años es más fuerte y pone en peligro a 3.5 millones de personas, tal como el año pasado, cuando se registró el sismo más fuerte en el país”.

Sin embargo, explicó, la sociedad no tiene conocimiento de los riesgos, aunque sabemos que vivimos en una zona muy sísmica y debemos estar preparados, sin embargo esta preparación es poca, y aunque se han hecho esfuerzos como los simulacros, dista de que esto sea suficiente.

“Si nos comparamos con países de primer mundo como Japón, nos llevan años luz, incluso Chile se prepara diferente, de eso se trata la resiliencia, una vez que pasa el peligro, continúas con tu vida”, dijo la especialista.

Afortunadamente, en México y en Chiapas contamos con construcciones seguras para resistir a los desastres, sin embargo, la gente no debería vivir en ciertas zonas, pero la realidad es otra. Hay mucha actividad en la costa, como la cafetalera, que no les permite a sus habitantes moverse, a eso hay que agregarle que aquí no construye un arquitecto o ingeniero, sino un albañil, desde ahí hay que ir cambiando la cultura.

Ramos Hernández explicó que bastan 12 segundos para que venga lo más intenso de una onda sísmica, esto se amplifica si son terrenos malos y se frena si es una buena construcción, por eso la gente se limita a acomodarse en un sitio seguro o salir de sus casas, y parte de esta cultura también consiste en que los niños entiendan que todo esto no es un castigo de la naturaleza, sino algo natural.

Monitoreando la actividad volcánica

Chiapas cuenta con dos volcanes activos importantes, y el Chichón, en 1982, dio una muestra de lo peligroso que es, en ese entonces no había estructura de protección civil ni mecanismos de prevención, cuando México es uno de los países con más volcanes activos y este de pronto se despertó, a raíz de lo que surgieron diversos elementos de prevención y monitoreo.

“Yo estaba haciendo la maestría cuando pasó lo del Chichón y cambió mi proyección de todo, decidí regresar para buscar las herramientas de gestión para monitoreo y desde entonces no he dejado de trabajar ni un solo día en cuanto a prevención de riesgos”, señaló.

Gracias a esto, en 1998 empezó el monitoreo del Tacaná, con lo que establecen la primer red de monitoreo sísmico en conjunto con gobierno y universidad, que hoy en día es reconocido a nivel nacional e internacional, aunque prevalece la necesidad de preparar recursos humanos a nivel local para tener un mecanismo de respuesta en las distintas instituciones, para lo que se crea la carrera en Ciencias de la Tierra, de la que hablaremos más adelante.

Distintos mecanismos de prevención

Dentro de la actividad que desempeña Silvia, cuenta con diversas herramientas de alertamiento, una especie de semáforos que, según su color, van dando señas de qué tan grave es un fenómeno, como el de alertamiento por lluvias, que se basa en la escala Saffir Simpson para alerta desde una tormenta tropical hasta un huracán.

“Aquí en México, Conagua tiene una buena red de estaciones en todo el estado de alertas para prevención, los volcanes también tienen un semáforo con un código de alertamiento volcánico donde el color verde indica normalidad, el amarillo un incremento de actividad, y el rojo es una alerta de evacuación”, mencionó.

Hablando de volcanes, hoy por hoy “Don Goyo”, el Popocatépetl, lleva como 20 años siendo el más activo, pero también es de los más estudiados y vigilados al tener influencia en alto nivel de población, abarcando a Puebla, Morelos y la Ciudad de México, entre otras poblaciones; el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) siempre lo marca en amarillo, pues así como puede volver a la normalidad, puede escalar a lo más peligroso.

“En Chiapas, en el municipio de Chapultenango se monitorea el Chichón y sus habitantes siempre están alertas de la alerta que colocan en el palacio municipal, mecanismo que bien pudo funcionar en Guatemala, por ejemplo, que acaba de ser azotado por la fuerza de la naturaleza y donde no hay tantos estudios, a pesar de ser una zona activa”.

A diferencia de aquel país, Chiapas pertenece a un grupo de investigación de Centroamérica con buenas prácticas de prevención, en otros países del continente sus habitantes viven en lugares inseguros y por eso emigran, lo que demuestra que hay que tomar en cuenta estos temas para gestionarse en el futuro.

La prevención está en nuestras manos

Silvia opina que hay cosas que sí están en nuestras manos, porque hemos explotado la tierra hasta que se rompen ciertos mecanismos, por ello la política de cambio climático se debe acompañar con la mitigación, para hacer cosas correctivas.

“No podemos irnos de Chiapas porque tiembla, si nos vamos a México el riesgo es el mismo, mejor hay que resolverlo y aumentar nuestra capacidad de actuar ante estos desastres, pero nadie tiene su mochila de emergencia con medicinas, papeles, comida y cosas básicas en casa, a pesar de que hemos crecido mucho en vulnerabilidad”.

La primera estación sismológica en nuestro país, comenta, surge con Porfirio Díaz, y así fue evolucionado el Servicio Sismológico Nacional (SSN) hasta tener hoy en día más de 200 estaciones en todo el país, a las cuales Chiapas contribuye con información, operando nuestra red con ellos por lo que cada vez hay más y mejor información.

“A partir del año pasado, cambia el número de réplicas y sismicidad en la zona de ruptura, en las costas de Pijijiapan y Oaxaca, por lo que aquí hay un reto para las instituciones a apostarle a más ceniros de investigación, a dar más recursos, mantenimiento y todo lo que viene después, es una tarea a largo plazo”, señaló.

Su trabajo se divide en dos áreas: gestión de riesgos, en la que se involucran especialistas en vulcanología y sismología, y cambio climático, con expertos en deslizamientos y una base sólida de sistemas de información geográfica para plasmar mapas interactivos, así como el centro de monitoreo volcánico.

“También está la parte social, pues sería difícil involucrarlas, así como la equidad de género, porque las mujeres se quedan en casa mientras el hombre sale a buscar oportunidades, por lo que ella es la más afectada”, mencionó.

La especialista recalcó la creciente necesidad de apostarle a que los jóvenes busquen estas carreras, como la licenciatura en Ciencias de la Tierra, que es de las más buscadas a nivel nacional, y la maestría en Gestión de Riesgo y Cambio Climático.

“Los egresados se desempeñan bien y ganan bien, tenemos ya la novena generación de la licenciatura y el 80 por ciento ejercen, esto tiene que ver con todo lo agrícola o volcánico, por lo que tienen capacidad para insertarse en instituciones gubernamentales y no gubernamentales, asociaciones civiles y ambientalistas, entre otras, ayudando a la población rural e indígena”.

Por eso, considera oportuno fortalecer la preparación y monitoreo en cuanto a volcanes, y preparar jóvenes con posibilidades de becas y otros apoyos para estar mejor preparados, otro tabú es el de las mujeres en ingeniería o ciertas áreas de la ciencia, cuando ella inició con una carrera diferente pero se las arregló para destacar en todos los ámbitos, siendo sin duda la mujer más importante en este ramo.

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