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  • ALEJANDRA OROZCO

Hoy, Jaime Sabines habría cumplido 93 años


Tuxtla.- Hace 20 años, Jaime Sabines, El Poeta, dejó este mundo después de dos tazas de café y una larga enfermedad, una metástasis a raíz del tumor cancerígeno que comenzó en su cerebro, y que se lo llevó entre su esposa e hijos, en total tranquilidad.

Sabines es considerado uno de los poetas más grandes del siglo entre las letras hispanas, no solo lo dicen sus lectores, también otros poetas que lloraron su muerte, como José Agustín o Elena Poniatowska, quienes comparaban lo que hizo Jaime por la poesía, con lo que hizo José Alfredo Jiménez por la música, recopilar nuestras raíces entre los versos.

Jaime Sabines nació el 25 de marzo de 1926 en Tuxtla Gutiérrez, de joven se fue a la Ciudad de México -ex Distrito Federal- para estudiar medicina, pero las letras lo llamaron y acabó siendo poeta, aunque también le gustaba la política y fue diputado dos veces, pero supo separar muy bien ambas pasiones.

Sus obras, cargadas de amor y sufrimiento, han sido referente e inspiración para otros artes, recibió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes tras años antes de su muerte, donde recibió dos minutos de aplausos después de dar lectura a algunas de sus obras más populares e inspiradoras.

Empezó a publicar sus obras desde los 18 años y su primer poemario fue Horal, que marcó el inicio de una exitosa carrera que incluso, fue traducida a otras lenguas, y le valió premios como el de literatura del estado de Chiapas en 1959, el Xavier Villaurrutia en 1972 o el Elías Sourasky en 1982, para recibir un año después el Premio Nacional de las Letras.

Escribía sobre la vida, sobre el amor, sobre la pérdida de este, sobre su padre, su tía Chofi, la luna o Dios. Pero en todas sus obras estaba su sello, con lenguaje cordial que utiliza modismos tradicionales y sin tenerle miedo a la vulgaridad, que fue evolucionado siempre regido por su propia personalidad, para convertirse en inspiración y en un gran artista de las letras.

Entre sus obras más importantes o reconocidas, se encuentran ‘Algo sobre la muerte del mayor Sabines’, ‘Tarumba’, ‘Adán y Eva’, ‘La luna’ ‘Me encanta Dios’, ‘Los amorosos’, que le da nombre al mirador tuxtleco y donde hay una estatua en su honor, y el favorito de muchos: ‘Espero curarme de ti’.

“Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»… Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón”.

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