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  • ALEJANDRA OROZCO

Garage 789, el lugar de los libros antiguos


Tuxtla.- ¿Te gusta el olor a libro viejo? Esto sucede gracias a la descomposición química de compuestos dentro del papel, que deriva en sustancias químicas como la celulosa y la lignina, entre otras.

La lignina es responsable de amarillear el papel viejo con la edad, ya que las reacciones de oxidación hacen que se descomponga en ácidos, que luego ayudan a romper la celulosa, descomposición química denominada “hidrólisis ácida”, que produce una amplia gama de compuestos orgánicos volátiles.

A Fabián Rivera también le gusta este olor, es amante de los libros y esto lo orilló a crear Garage 789, un espacio ubicado en el barrio de San Francisco que surgió hace un año, y se popularizó hace apenas unos meses.

El editor, vendedor y escritor, vendía libros a través de Facebook, ahora ya cuenta con este espacio físico con afluencia de regular a buena, que se disparó después de participar en la feria del libro de San Marcos, donde puso una mesa de libros a 10 pesos que funcionó de maravilla, por lo que mantuvieron esa política de venta; por tres semanas, tenían afluencia diaria de gente, y las ventas subieron.

“Nos especializamos en libros viejos, usados, raros y descontinuados, ese es nuestro fuerte, no vendemos libros de reciente publicación porque estamos empezando y el nivel de venta todavía no da para ese alcance, esto a raíz de un gusto personal por los libros usados”.

Fabián considera que el objeto libro se ha visto mermado o limitado por las nuevas plataformas digitales, sin embargo, quien es lector de toda la vida o amante de los libros, como él, siempre va a preferir uno físico que uno electrónico.

“Es un acto mágico abrir un libro, sentir el aroma de las hojas, incluso encontrar huellas de las personas que fueron sus dueños antes: encuentras fotos, recuerdos, cartas, flores secas, postales, además de los formatos del libro, desde grandes a reducidos”, dijo.

Aunque todavía no tiene un censo oficial, considera que tiene más de 3 mil libros, inició con su colección personal, que comenzó a vender en un periodo de desempleo, luego fue adquiriendo libros por lote, con gente que se cambia de casa o que compra archivo muerto.

“Es como la ropa americana, la compras por paca y te quedas lo más valioso o atractivo para vender, también trato con gente que se encarga de recibir archivo muerto y cosas para reciclar, hay paquetes buenos y otros malos, pero esto se maneja con gente que uno como comprador no trata”.

Entre las rarezas que ha adquirido, cuenta con un libro de carreteras de México, una publicación de Biblioteca del Terror, enciclopedias para la mujer –de esas antiguas que instruían sobre cómo cocinar, cómo ser recatada, cómo mantener el orden del hogar-, una edición facsimilar de un libro de Bernardo Díaz del Castillo que le vendieron por 10 pesos, el número cero de la Revista Icach, toda una institución de la cultura tuxtleca, que le llevaron como si fuera basura.

En el Garage hay ediciones desde el siglo XIX, títulos de los 60s, unas tapas de un libro de Justo Sierra de 1912, otros libros de finales del siglo XIX muy raros o empolvados; sobre todo le vende sus libros a gente mayor de 60 años, cuyos hijos o nietos ya no usan, pues fueron reemplazados por lo digital.

“Hemos encontrado libros en la basura, hemos negociado con gente que hace piñatas con los libros, y duele ver cómo los arrancan, los despedazan, es como ver que talan un árbol”, dijo, por lo que piensa que este espacio es ideal para rescatarlos, revalorizarlos y fomentar la lectura.

“A pesar de que los índices de lectura en general son muy pobres, hay gente que sí lee, unos mucho más que otros, algunos a los que de plano no les gusta, pero esto no es una práctica específica de la ciudad, sino en general de México y toda Latinoamérica, pero no hay un estudio focalizado para Tuxtla”.

En definitiva, los dispositivos electrónicos han modificado todo el panorama y es difícil en el ámbito docente competir con eso, pues los estudiantes viven con el celular en la mano, sin embargo, su sorpresa ha sido grata con la afluencia de gente que nunca se imaginó que se pararían por una libería.

“El barrio de San Francisco se ubica entre cantinas, bares, talleres mecánicos y comercios pequeños, es un lugar donde no había librerías, es quizá el barrio más grande de Tuxtla con más de 30 cuadras con muchos microambientes, vemos pasar albañiles, mecánicos, gente humilde, quienes sí buscan libros y nos van recomendando”.

Este espacio es para el fomento a la lectura y la adquisición de libros, lo que nutre otros proyectos de Fabián, como la editorial o la docencia, pues imparten talleres de

concientización, creación literaria o formación lectora.

Desafortunadamente, fueron víctimas de la delincuencia hace unos días y les robaron más de 20 mil pesos en pertenencias, por lo que hoy más que nunca invitan a los lectores a descubrir tesoros entre tantos títulos. Garage 789 se ubica en la 15ª sur y 7ª poniente, número 789.

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