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  • ALEJANDRA OROZCO

Cuando pobreza y desesperación llegan a “asfixiar” las ganas de vivir


Tuxtla.- Hace tres años, el caso de una mujer en Jalisco conmocionó al país… Soledad decidió cerrar puertas y ventanas, abrir la llave del gas, y dormir para no despertar junto con sus dos hijos, de 7 y 14 años de edad respectivamente.

Al hallarlos, tenían al menos una semana en estado de descomposición, sus vecinos reportaron el fétido olor y las autoridades encontraron lo que se temían… encontraron un olor a muerte, a pobreza, pero también una carta que explicaba el suceso.

Soledad ganaba 800 pesos a la semana como trabajadora de una maquiladora, era el sostén de su pequeña familia desde que su pareja la abandonó, junto con una deuda de unos 500 pesos a la semana por la casa que le descontaba el Infonavit.

La mujer de 35 años no pudo con tanta presión y pobreza, sintiéndose culpable de no poder sostener a su familia, decidió quitarse la vida y llevarse a sus hijos con ella, unos niños que se durmieron sin saber que jamás despertarían.

Este no es un caso aislado, hace apenas unos meses, una mujer en Colombia hizo lo mismo, se tiró de un puente con su hijo de 10 años en brazos, por huir de las deudas y no poder salir de ellas, a pesar de las súplicas de su hijo: no se quería morir.

Estos fenómenos no son aislados, son cada vez más comunes y no son exclusivos de personas con problemas mentales o psicológicos, cualquiera puede verse orillado a tomar esta decisión cegado por la desesperación y la falta de recursos económicos.

Suicidios múltiples

La terapeuta Gisela Sánchez Corzo, señala que estas situaciones no ocurren por patrones psicológicos, sino que existen momentos de desesperación donde no vemos salida a nuestros problemas, no tenemos círculos de apoyo o no nos pueden dar la ayuda que necesitamos y en esta desesperación sí puedes llegar a tomar la decisión de acabar con tu vida.

“Esto también pasa por situaciones propias, como enfermedades terminales o situaciones emocionales como rupturas amorosas, abandono, soledad, estas personas en algún momento pueden llegar a tomar este tipo de decisiones”.

En casos como los ya mencionados, donde arrastran a sus hijos con ellos, es porque no confían en las personas que tienen a su alrededor, y en esta preocupación por sus hijos y no dejarlos solos por no saber cuál pueda ser su destino o saber que les espera algo doloroso, prefieren llevárselos con ellos.

“Sí es común, cuando se habla de suicidio las tasas son altas, pero no todos los casos se viralizan o salen en los medios, por lo que no podemos verlos tal cual son, pero hay estadísticas de quienes se llevan a su familia con ellos”.

Incluso, ya ha sucedido este tipo de fenómeno en Chiapas, quizá a menor escala porque la familia en nuestra entidad es más cercana, los lazos familiares son más estrechos, sobre todo con quienes tienen hijos, por lo que es más fácil que tengamos redes de apoyo para verter nuestros problemas cuando estamos en desesperación.

“Cuando son casos individuales, la cultura chiapaneca está educada para no dar preocupaciones, y por esto podemos tomar la decisión de un suicidio; también, muchas veces puede suceder a causa de celos o por una decisión de pareja, en donde los dos deciden quitarse la vida por tener deudas, por una relación imposible, por la idealización del amor y no poder vivir el uno sin el otro”.

Hasta este extremo pueden llegar los celos, pues la causa más común es quitarse la vida y llevarse también a su pareja para que los dos se vayan, para que no quede nadie vivo y no pueda estar con nadie más, aplica la de ‘si no eres mío, no serás de nadie’.

“Si nos damos cuenta, cuando vemos a alguien muy desesperado porque no le alcanza para las cuentas, o es muy celoso y hay signos de violencia, cuando percibimos que no es solo tristeza sino que se aísla, cuando canta canciones tristes o frases como ‘la vida no tiene sentido’, ‘para qué vivo’, ‘no le encuentro la salida’, nos hacen darnos cuenta de que ya existen estos pensamientos”, dijo.

Sin duda, están aumentando los suicidios por la crisis económica, por no tener para cubrir las deudas, la gente se está endeudando y este acoso por los acreedores, llámese instituciones financieras o personas, los orilla a quitarse la vida.

Sin embargo, puntualizó, aunque estos suicidios donde se arrastra a la familia son más comunes en personas mayores a los 30 o 40 años, la tasa de mortalidad por suicidios más alta se da desde la adolescencia, de los 15 a 25 años.

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