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  • ALEJANDRA OROZCO

Violencia contra mujeres periodistas, la herencia de un sexenio


Tuxtla.- Aunque el sexenio pasado se vislumbraba como el más oscuro en cuanto a agresiones contra periodistas, en especial mujeres, las cifras en lo que va de la actual administración son alarmantes: se tiene registro de 128 agresiones contra mujeres periodistas, es decir, una cada dos días, de las cuales dos han sido asesinadas.

Durante su visita a Chiapas en la presentación de la obra “Herencia de un sexenio: Simulación y Desplazamiento, violencia contra mujeres periodistas 2012-2018”, Lucía Lagunes Huerta, directora de Comunicación e Información de la Mujer A.C. (CIMAC), señaló que por desgracia, aunque se pensaba que iba a mejorar la situación, no ha sido así.

"Lo que hemos visto es un incremento de las agresiones contra las mujeres periodistas, especialmente en redes sociales, los ataques digitales se han disparado, hemos registrado un incremento del 64 por ciento en comparación con el gobierno anterior, lo cual nos parece alarmante, que no disminuya y que por el contrario haya aumentado", dijo.

Esto quiere decir que reciben amenazas no solo en un espacio digital, por medio de un tuit o un mensaje en redes sociales, sino que se trata de la advertencia de algo que puede escalar a otro tipo de violencia, es algo serio, y tenemos que tomar medidas para contrarrestarlo.

Las entidades que se encuentran en foco rojo por registrar más casos son Guanajuato, Michoacán y Morelos, aunque también se tienen registros en Chiapas, es decir, no hay una sola entidad que no tenga registro de casos, pero esto no minimiza la problemática.

"Puede que no haya denuncias públicas o puede que no haya denuncias dentro de las autoridades judiciales, esto no quiere decir que no haya agresiones, muchas veces ese silencio lo que refleja es que no hay condiciones en la entidad federativa para poder hacer la denuncia de la agresión, y esto es aún más grave, porque las víctimas se quedan en vulnerabilidad ante sus agresores”.

De hecho, los principales agresores suelen ser funcionarios públicos estatales o municipales, ellos son quienes suelen agredir a las mujeres periodistas, porque ‘les hacen preguntas incómodas’ o las intimidan, cuando este es nuestro trabajo. A esto se suma la poca o nula solidaridad de sus pares hombres.

“Cuando las mujeres son agredidas, hay poca solidaridad del gremio, cuando no hay un acompañamiento su agresor tiene más recursos para cometer atentados y quedar en la impunidad, lo que tenemos es un alto índice de agresiones, de las cuales el 98 por ciento de las denuncias no han sido investigadas y menos sancionado el agresor, esto escala de una amenaza a violencia física, o la muerte”.

Otro obstáculo, es que la violencia contra mujer está generalizada, es decir, no la ven importante y creen que hay una exageración o que la víctima hizo algo para provocar que la agredieran, esto nos impacta en el ejercicio profesional, porque no se está dimensionando la gravedad de la amenaza y se deja pasar.

Otro hecho es que las víctimas no denuncian a la primera agresión porque la consideran normalizado, es hasta la tercera o cuarta vez que ya ha avanzado la violencia, por lo que hay mayor tiempo transcurrido y menos resultados, esto muchas veces deriva en tener que desplazarse a otro lugar para no ser perseguida o estar en riesgo, junto a su familia.

“Tengan o no hijos, las periodistas tienen familia, y su misma familia las responsabiliza de las agresiones, por lo que les demandan que no los pongan en riesgo y eso es un enorme dilema, porque quieren seguir haciendo su trabajo profesional sin poner en riesgo a sus familias, cuando no son ellas, sino los agresores quienes las amenazan”, señaló.

Es por ello que estas mujeres sufren desplazamiento forzado, lo que también causa un impacto brutal en ellas, al tener que dejar su familia, trabajo y casa para llegar a una ciudad que no conocen y buscar dónde vivir, se quedan sin una red de apoyo que tenían en su entidad y crece el reclamo de sus hijos y pareja, por lo que viven con culpa y esto les genera depresión y ansiedad.

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