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  • ALEJANDRA OROZCO

2020: el año que me convirtió en mamá 

Todos se quejan del año que terminó. Celebran, respiran aliviados de que ya se haya terminado, esperando que con él se vaya el virus, como si no se fuera a quedar con nosotros para siempre. Lo despiden con desagrado, con tristeza y nostalgia.




Para mí, no fue así. Dicen que cada quien habla como le va en la feria, y aunque no es nada fácil vivir una pandemia y todo lo que la rodea, no tengo más que agradecimiento por este 2020: lo terminé sana, con mi familia completa y aumentada; fue el año que me trajo a Elisa.


Me embaracé casi a mediados de 2019, y si hubiera sabido lo que se avecinaba el año siguiente, quizá me lo hubiera pensado antes de tomar esa decisión, porque una pandemia no es el mejor escenario para traer un hijo al mundo... pero Elisa vino en el momento justo e indicado, y no me imagino mi vida sin ella aquí.


Gracias a Dios, el confinamiento y la cuarentena cayeron en el momento exacto para poder estar mucho tiempo con mi hija: ella nació el 4 de marzo, dos semanas después comenzó el confinamiento, y yo de por sí estaba encerrada por el puerperio o posparto... mi incapacidad de tres meses comenzó el 15 de febrero y terminaba el 10 de mayo, todavía me quedaba un mes para estar con ella y dejarla de dos meses para irme a trabajar.


Pero no fue así: llegó el fin de mi incapacidad y me consideraron en grupo de riesgo por la lactancia, así que me permitieron trabajar desde casa, mandando mis notas desde ahí, lo que me sirvió mucho para agarrar el paso después de tres meses de no hacer nada más que pensar, atender, alimentar y amar a Elisa, de mis primeros meses como mamá, en los que ya extrañaba mi actividad periodística, pero tampoco quería dejarla durante ocho horas laborales.


Estuvimos los primeros cuatro meses de vida de Elisa en casa de mi mamá, pues se atravesó este virus y Rodrigo seguía trabajando, por lo que no queríamos exponernos, aunque al final acabamos contagiadas, y eso que mi mamá solo iba al súper una vez por semana, y no recibíamos visitas más que de mi papá o Rodrigo, que también estaban tomando sus medidas.



Luego, mandaron a Rodrigo a casa -lo que siempre agradeceré, porque él también ha podido disfrutar mucho a Elisa, verla crecer y dividirnos las responsabilidades como papás- y nos fuimos por fin a la casa, para que un mes después, en agosto, me pidieran presentarme a trabajar, y aunque lo extrañaba bastante, ahora mi prioridad era otra: estar con mi bebé. Afortunadamente ya no estaba tan chiquita, ya tenía cinco meses y la cuidaban mi mamá o mi suegra con Rodrigo, se quedaba en buenas manos, pero yo la extrañaba mucho y me extraía leche en la oficina.


Mi angustia duró sólo dos semanas, después de las cuales hubieron cambios en la empresa y me convertí en corresponsal, por lo que mi horario se volvió mucho más flexible, y empecé a programar mis horarios de acuerdo con las tomas de Elisa, a veces hasta la llevaba conmigo, lo que se hizo más fácil cuando comenzó con la alimentación complementaria y dependía menos de mis tomas.


Y así se nos pasó el 2020... entre la casa de mi mamá y la mía, con cambios en el ámbito laboral de los dos, pero sobre todo muy agradecida de poder pasar mucho tiempo en casa, de estar sanos, de que el covid no me haya dado muchas complicaciones y me haya permitido ver a toda mi familia llegar a fin de año.


Empezamos el año con miedo, sí, sin querer confiarnos, sino seguirnos protegiendo, pero con fe en que no puede ser peor que el anterior, que todo va a mejorar y podremos concretar proyectos personales y de vivienda, además de ver a mi bebé cumplir su primer año de vida.


Cuando recuerde el 2020, más que referirme a él como el año de la pandemia, para mí siempre será el año en el que me convertí en mamá, el año que mi vida se vio completa, el año en que experimenté el amor más puro por parte de mi hija, sentí el cariño y apoyo de mi esposo, mi familia y mis amigos ya sea cerca o a distancia, no viajé pero no me hizo falta -ni tuve tiempo de pensar en ello-, y que me hizo valorar lo frágil que es la vida, y lo mucho que amo vivirla, más ahora que tengo una razón para pedirle a Dios todas las noches que me dé muchos años por delante. Feliz 2021, que sea un año lleno de salud, armonía, prosperidad, y sobre todo felicidad.

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