top of page
  • AGENCIA ID

Granjas de bilis de oso: el maltrato animal de la medicina alternativa


México.- Cuando hablamos de pseudociencias, pseudoterapias o medicinas alternativas solemos acabar en los mismos ejemplos de siempre: la homeopatía, el reiki, el psicoanálisis… Todas ellas son disciplinas que se presentan como conocimiento científico sin serlo. Sin embargo, la lista es mucho más larga de lo que podemos pensar. La angeloterapia, la sobada de cuy o la neuroalquimia son solo algunos de los ejemplos de la amplísima variedad de pseudociencias que prosperan en nuestra época. Todas contribuyen a alejar a sus seguidores de la verdadera medicina, poniendo en riesgo su salud. No obstante, algunas van más allá, como la medicina tradicional china, culpable del tráfico de animales en peligro de extinción, la caza furtiva, e incluso, de cosas tan abominables como las granjas de bilis de oso.

Tortura a cambio de bilis

Hablamos de espacios donde amontonar minúsculas jaulas oxidadas, de apenas un metro de alto por dos de largo. En ellas, contorsionados como pueden, hay osos tibetanos, animales que pueden llegar a medir 1,90 y pesar 200 kilos. Los cachorros comparten jaula de dos en dos y todos ellos aprietan el negro pelo de su melena contra los alambres de las jaulas, como un almohadón roto por el que se escapa parte del relleno. En libertad pueden vivir más de 25 años, pero en las granjas no llegarán a los 10. Las rejas han hecho heridas en sus pieles; todavía abiertas, pero curtidas por el aire y los insectos. Las llagas están rodeadas de placas de pus y sangre coagulada, atrapando su pelo en duras y malolientes placas. La mayoría de ellos muere de una infección antes de 5 años, cinco veces menos que en la naturaleza. Es como si nosotros muriéramos con 16 años. Infecciones que, por otra parte, son de esperar, pues para recolectar la ansiada bilis, los «granjeros» juegan a ser cirujanos, practicando verdaderas carnicerías a los osos.

En primer lugar, buscan la vesícula biliar utilizando rudimentarios aparatos de radiografía, es una especie de bolsita oculta tras el hígado. Es entonces cuando la pinchan como pueden y, sin perder un segundo, introducen un tubo que recoja cada preciada gota verde antes de que se pierda en las cavidades del animal. La incisión no se sutura, como mucho se dan un par de puntadas y se les coloca una faja metálica conocida como full-jacket. Así viven, día tras día, hasta que comienzan a desfallecer, momento en que se les retira el catéter para matarlos y extraer su vesícula.

Aunque parezca mentira, se trata de una práctica real amparada por el propio gobierno. Supuestamente, buscaban reducir la caza furtiva de una especie amenazada. Se calcula que en el mundo hay más de 12 000 osos sufriendo en estas condiciones, repartidos en granjas de varios países asiáticos, principalmente Vietnam, Corea del Norte y sobre todo China (donde se encuentran más de la mitad de ellos). El resultado son unos 7000 kilos de bilis anual, pero ¿por qué? ¿Para qué puede hacer falta esta barbaridad?

La bilis de oso tiene dos principales usos, el primero es como un simplemente tónico, un cóctel de bilis, vodka y vino de arroz. El segundo es su uso como “medicamento” alegando propiedades curativas de todo tipo: anticonvulsivo, analgésico anal, o antitérmico para el hígado. Ninguna de las dos afirmaciones se basa en el pensamiento científico o la razón, sino en fantasías resucitadas por el mismo Mao Zedong hace más de 80 años: la medicina tradicional china.

Y ¿sí funciona?

Ahora sabemos que las teorías relacionadas con el Yin y el Yang o con la energía de la tierra son tan solo reminiscencias de tiempos oscuros, donde la ignorancia no tenía alternativa. Pero ¿y si por pura casualidad la bilis de los osos tuviera efectos beneficiosos? No sería la primera vez que la llamada folkmedicina, o medicina popular, nos da pistas sobre los principios activos que esconden ciertos compuestos. ¿Es este uno de esos casos?

Pues lo cierto es que sí, es más, en los hospitales se usa con total normalidad su versión sintética, el ácido ursodesoxicólico. El principio activo fue encontrado en 1902 por el investigador sueco Hamarsten, concretamente en la bilis de un oso polar. Le llamó “ácido ursocoleínico” derivado de “ursus” la palabra latina para “oso”. Cincuenta y dos años después, el japonés Kanazawa consiguió sintetizar una versión de laboratorio, ahora podía obtenerse sin dañar a ningún oso. La clave estaba en que el ácido era producido de forma en realidad por como producto del metabolismo de las bacterias que viven en el intestino de los osos. Las ventajas de la versión de laboratorio eran enormes.

Por un lado, por muy alta que sea la concentración de este ácido en la bilis de los osos, sigue siendo mucho menor del necesario para que tenga efectos significativos en el cuerpo humano, por otro lado, era una forma de poner fin a la abominación de las granjas.

La medicina se utiliza entre otras cosas como antinflamatorio, pero es conocida sobre todo por su uso para tratar la cirrosis biliar primaria, siendo tan frecuente su uso que se considera una pregunta típica del examen MIR.

Entonces, si existe una alternativa mejor, segura y mucho más barata ¿por qué sigue comprándose bilis a precio de oro? Ha habido muchas campañas intentando convencer al gobierno chino de que cierre las granjas, algunas encabezadas por personajes públicos, como Jackie Chan, pero todas han caído en saco roto. La tolerancia del gobierno es absoluta, y no solo ante las granjas de osos, porque la medicina tradicional china es culpable de muchas más catástrofes ecológicas.

Existe toda una poderosa industria tras estas agresiones al medio ambiente, asestando golpes que tambalean los ecosistemas y amenazan con eliminar de un plumazo a especies enteras. El peligro de las pseudociencias es incuestionable y se extiende mucho más allá de lo sanitario, como ocurre con las terapias de reconversión sexual o las constelaciones familiares. Sin embargo, mientras nos preguntamos “¿qué mal pueden hacer?”, miles de osos sangran en silencio, apretados contra el áspero óxido de sus jaulas, completamente rotos.

20 visualizaciones
Banner GOB.jpg
Banner 950x125.jpg
bottom of page