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  • RUBÉN PÉREZ

Abierta la posibilidad para que las comunidades le apuesten al cannabis

Tuxtla.- De acuerdo con el Frente Cannabico del Sureste, la planta cannabis sativa puede representar una alternativa de producción para México, debido a que es un país con alto potencial agrícola relativamente subutilizado por el efecto de diversos fenómenos y movimientos sociales que han impactado de sobremanera al campesinado nacional.



En un documento, recordó que el 19 de junio del 2017 fueron publicadas las reformas al Código Penal Federal y la Ley General de la Salud que permiten el uso de la planta cannabis sativa para fines médicos, de investigación e industriales.


Sin embargo, mencionó que los lineamientos publicados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) fueron abusados y la regulación: revocada.


El 31 de octubre del 2018, recordó, se creó jurisprudencia para el consumo recreativo de la planta, lo que obliga a crear una regulación que atienda los usos medicinales, industriales, recreativos y herbolarios.


Tras diversos foros, talleres y demás acciones para deliberar sobre cómo regular la planta, se espera la publicación de tal Ley y reformas necesarias a partir del 30 de abril del 2020, expuso.


Sin embargo, destacó que la pandemia por la covid19 retrasó dicho documento por un año más, publicándose el reglamento para fines farmacéuticos y de investigación el 12 de enero del 2021, por lo que será el 30 de abril venidero la nueva fecha límite proyectada para el proceso legislativo de la cannabis recreativa y su comercialización.


Las variedades de la planta que presentan bajos o nulos contenidos del cannabinoide con efectos psicoactivos, Tetrahidrocannabinol (THC), son conocidas como “Cáñamo” o “Hemp”, y pueden ser un recurso agrícola capaz de generar gran cantidad de productos en diferentes rubros que pueden ser utilizados por las comunidades productoras o comercializados a precios considerables, detalló.


De manera puntual, Chiapas (y hasta cierto punto, el Sureste Mexicano) es una región que se diferencia del resto del país por la alta influencia de los pueblos originarios, con todas sus etnias, en la cultura y producción local, incluyendo el aprovechamiento de los recursos naturales.


Cannabis sativa podría encajar de manera sinérgica en nuestra región por la convergencia entre las actividades productivo-culturales de los campesinos y los productos y servicios que pueden obtenerse de la planta.



La industria textil, la apicultura, bioconstrucción, agricultura y medicina de la región representan una base sobre la cual la industria cannábica puede desarrollarse de manera óptima, reduciendo la necesidad de capacitación del recurso humano, dijo.


Para ser competentes en esta emergente industria, consideró necesaria la constante colaboración entre todos los sectores y actores sociales que se verían inmersos en ella:

“En el campo se necesita facilitar la información sobre la planta para fomentar la gobernanza y el empoderamiento de las comunidades para la toma de decisiones informadas respecto a esta nueva actividad productiva. Se debe ser consciente de las necesidades de los productores y sus familias para poder sugerir el cultivo de Cannabis. No debe imponerse”, puntualizó.


Mientras que en la ciudad, añadió, es necesario hacer alianzas con los sectores industriales, académicos, políticos y ciudadanos en aras de una regulación sustentable y responsable, respondiendo las preocupaciones de la sociedad en general, fomentado una economía circular y articulando una línea de producción completa que elimine la incertidumbre.

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