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  • ALEJANDRA OROZCO

Albergue pide ayuda para sala de cómputo

Tuxtla.- En Ocozocoautla se encuentra Hogar Infantil, un albergue donde viven más de 50 niños desde los seis hasta los 21 años de edad, llegaron a este lugar por diversas causas, ya sea por orfandad, abandono o extrema pobreza.



Todos están inscritos a distintos niveles educativos en escuelas públicas, desde kínder hasta universidad, incluso hay quienes han sido becados para estudiar fuera o en escuelas privadas.


Sin embargo llegó la pandemia y con ella las clases en línea, lo que los encontró sin computadoras o dispositivos suficientes para darles la atención adecuada, apenas tienen seis computadoras para los 52 que son, además de la necesidad de útiles y alimentos.


Juan Aquino Anzueto, director del albergue y también egresado de él, explica que esto es un problema, ya que estudiar es sumamente importante: ellos les brindan cobijo, techo, alimentación, todo lo necesario para que vivan en las mejores condiciones a cambio de que estudien una carrera.


"Uno de nuestros lemas principales es rompiendo el círculo de la pobreza a través de la educación, así que todos nuestros niños buscamos que terminen una carrera profesional y algunos también optan por una carrera técnica, también se apoya, desde el inicio algunos niños empiezan desde el nivel kinder, primaria, y el proceso termina hasta concluir sus estudios universitarios".


Por su parte, Liliana Rosales Medrano, subdirectora, comentó que es un trabajo arduo, de las 24 horas del día, pero lo hacen con gusto; “cuando vemos que vale la pena, que un niño que no sabía ni leer ya está leyendo o ya ha acabado la carrera universitaria, es una alegria bárbara, que no te puedo describir".

Sí se puede


Un claro ejemplo de que sí se puede es Jennifer Alemán, quien a sus 20 años, es cosmetóloga, luego de pasar 10 años en esta casa hogar, a la que vuelve con frecuencia.

"Es un orgullo haber pertenecido acá a la casa hogar, me siento muy contenta porque logré algo que quería, una carrera, tener ahorita una meta y superarme... vengo con frecuencia, vengo a apoyar a los niños, a cortarles el cabello, a apoyar".


Para ella, el hecho de regresar a la casa hogar es muy confortante, ahí pasó toda su niñez y adolescencia, llega y se siente en casa, se siente muy bien y recuerda que aprendió muchas cosas, porque ahí le enseñaron a ayudar a otras personas, a ser humilde, a encontrarse; nadie la ha apoyado como ahí lo hicieron.


Otro ejemplo es Miguel Ochoa, quien a sus 42 años recuerda que estudió la primaria, secundaria y prepa ahí, incluso se fue becado a Estados Unidos por parte del mismo albergue, donde hizo algunos estudios universitarios y terminó su carrera como docente de lenguas en la Unach.


“El chiste es tener un cambio de mentalidad, lo cual es complicado para quienes vienen de condiciones de pobreza, maltrato, económicas, que dificultan el desarrollo económico, social, moral; cambia la mentalidad y llega el momento de decidir seguir o no este camino, lo cual es más complicado porque no tienen a mamá o papá al no venir de condiciones normales, al salir hay un choque social porque tu mentalidad tiene que ser diferente, llevas cierta desventaja porque nunca creciste en un entorno familiar normal”, describió.


Los niños del albergue no tienen una figura materna o paterna que les esté recordando que sean responsables; tienen coordinadores que hacen esa función, pero como egresado de la casa hogar, Miguel considera que le toca regresar con ellos y dialogar cómo les ha ido en la vida, qué se espera de ellos, hasta dónde pueden llegar.


“Una frase que siempre platico con ellos es haz lo imposible posible, porque hacer las cosas posibles depende ti y no depende de nadie más, pero tiene que ser una cuestión de actitud, una cuestión de una mentalidad positiva y ser proactivo, propositivo, trabajador, responsable, y todos esos valores no son fáciles de adquirir”, señaló.



Desde su experiencia, considera que es complicado salir a la vida normal y laboral, pero con todo el trabajo de los coordinadores y donadores que apoyan al albergue hay egresados más preparados, haciendo que tengan valores y ayuden a mejorar la sociedad chiapaneca.


"Yo vengo, traigo a mis hijos, a mi esposa, ella también se crió en una casa hogar y nos encontramos por azares de la vida, tenemos una mentalidad distinta con nuestros hijos, pero estar aquí me da paz, tranquilidad, vengo y veo muchos Miguelitos que vienen creciendo, a veces no entendemos lo difícil que es para una mamá dejar a tu hijo y no quedarte con él, venirlo a ver y no llevártelo, saber que pasan por ese tipo de tristezas duele”, nos comparte.


Sin embargo, lo pone muy feliz visitarlos y llevarles donaciones de zapatos, chamarras, útiles escolares con amigos que se han sumado a la causa, y piensa que es necesario que regresen a clases porque son casi 60 niños y niñas que necesitan volver a sus espacios de estudio.


Finalmente, el director Juan Aquino recordó que la sonrisa de un niño algo maravilloso, por lo que hizo una invitación a sumarse a esta causa para el equipamiento de la sala de cómputo, para que los niños terminen sus estudios, ya Ssa donando algún equipo de cómputo en buen estado o dinero en efectivo para poder adquirir uno, y así estar mejor preparados para el siguiente ciclo escolar.


“Sabemos que hemos enfrentado un año difícil, así que si conocen alguna familia humilde con niños de 6 a 11 años, pueden llamarnos al 9686880040 para hacer el estudio y darles la oportunidad de tener un espacio para cambiar su vida”, invitó.

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