Alerta naranja en el Atlético
- EFE
- 4 oct 2022
- 2 Min. de lectura
De naranja, irreconocible en su aspecto, superado por agresividad e intensidad, conformista reincidente en la Liga de Campeones, el Atlético de Madrid disparó las alertas, doblegado 2-0 por el Brujas, por un incontestable Ferran Jutglà y, sobre todo, por sí mismo, encomendado a tres victorias en las últimas tres jornadas de la fase de grupos para creer no sólo en la primera posición, sino también para sentirse seguro de su pase a los octavos de final, del que no es ni favorito ni nada que se lo parezca.

Otra vez, el equipo rojiblanco está al límite. Y por su propia responsabilidad. En el plan contemplativo de Simeone, como en Leverkusen, el Atlético empezó la deriva hacia un naufragio predecible e inevitable, cuyas consecuencias dependerán de todo lo que suceda en las tres restantes citas, bajo la presión y entre el ruido del golpetazo sufrido en Brujas, que lo aventaja en seis puntos con nueve por jugarse. Atlético, Oporto y Leverkusen tienen tres.
No lo fue del todo el grupo hoy naranja -el color de su tercera equipación-, al que también le faltó la tensión y la intensidad defensiva de otros tiempos. La forma con la que Ferran Jutglà fue inalcanzable para todos los de su alrededor puso en evidencia al Atlético. A Savic y a Giménez. También a Nahuel Molina. Y a Correa -había reemplazado al lesionado Marcos Llorente en el minuto 32-. Como si fuera un entrenamiento, el delantero español se plantó en el área y cedió a Kamal Sowah, completamente solo para empujar el 1-0 (m. 36).

Fuera de combate también Giménez -reaparecido el pasado sábado contra el Sevilla tras tres encuentros de baja, cambiado al intermedio por Kondogbia y retrasado al centro de la defensa Axel Witsel-, el Atlético necesitó otro susto para espabilar a la vuelta del vestuario, salvado momentáneamente del fiasco más absoluto por Jan Oblak, cuya asombrosa mano izquierda repelió el remate de Jutglà que habría sido probablemente el 2-0 de no haberse cruzado contra uno de los mejores porteros del mundo. El centro lo puso Buchanan, que fue una pesadilla todo el partido para la defensa del equipo madrileño.


















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