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Brasil llora otro fracaso

Al Rayyan (Catar), 9 dic (EFE).- Entre lágrimas, desolada, sin hallar explicación a lo que le había sucedido, con sus jugadores en el suelo, la selección de Brasil lamentó otro fracaso, eliminada en cuartos de final por cuarta vez en las últimos cinco Mundiales, sin excusas, empatada en la prórroga en el minuto 116 en un contraataque que jamás debió conceder y doblegada en los penaltis por Croacia, por una parada de Dominik Livakovic y un lanzamiento al poste de Marquinhos.

Ni siquiera el gol de Neymar, en el tiempo añadido de la primera parte del tiempo extra, le bastó a la más campeona de todas, que se sintió entonces ganadora; demasiada concesión cuando enfrente está un adversario como Croacia, que jamás se rinde, que ha jugado cinco prórrogas en sus últimas seis eliminatorias mundialistas, que renació cuando nadie pensaba aún en que el empate era posible, salvo ella, relanzada por el 1-1 de Petkovic.


Croacia no es Corea del Sur. El grupo dirigido por Luka Modric, futbolista eterno, tan imponente como siempre, no tiembla ante nadie. Ni ante Neymar. Ni ante Vinicius. Ni ante Raphinha. Ni ante Richarlison. Desde su convicción, desde el rigor con el que manejó cada espacio, desde la competitividad implacable que asumió cada jugador en cada misión sobre el terreno, miró a la cara a su rival, de forma directa, sin matices, indagó en sus defectos y descubrió un horizonte que nadie intuía ya en el Mundial 2022: Brasil no es imparable.


En el primer tiempo, Brasil llegó tarde casi siempre. A cada sector, a cada lance, a cada pugna. Sin el balón. Y con él. Tan extraño en un equipo del talento personal que tiene a sus órdenes Tite. Cierto que Vinicius propuso un disparo, Neymar deslumbró con algún regate más para el asombro del público que para la victoria -en su afán se reencontrarse con la pelota en zonas de creación, más que en el último tercio, porque ahí apenas entraba en acción-, tanto como que fue su rival quien transmitió que todo estaba más bajo su control.

No sólo sin daño en la portería de Livakovic, que ni siquiera se estiró en 45 minutos, sino también sin una sola ocasión que merezca tal distinción del equipo sudamericano, que se chocó con un problema que ni la salida de balón de Danilo, lateral en defensa, medio en ataque, logró solucionar, entre los aprietos que sufrió cuando debía correr hacia atrás por la valentía de Juranovic.


El héroe de los penaltis contra Japón reapareció entonces como la figura de Croacia, cuando también se interpuso ante Neymar. No fue nada buena su definición, como tampoco lo estaba siendo el partido en líneas generales de su equipo, porque, más allá de las oportunidades circunstanciales, tampoco se había apropiado del todo del juego.


Tampoco hubo manera de superar al guardameta croata después, en la primera conexión vertical -en el minuto 76- entre Richarlison y Neymar que el delantero del París Saint Germain estrelló ante la salida del cancerbero, que ya había asumido un papel estelar, entre el desgaste de Croacia, a la que ya le costaba un mundo irrumpir en el último tercio contrario, y la ofensiva de Brasil, más insistente, más opresiva, pero aun nada concluyente, con un derechazo fuera de Militao, sin posibilidad ya de esquivar media hora de prórroga, la segunda consecutiva para el equipo balcánico. Ni así sucumbió. Ni con el 0-1 de Neymar.


Recién anunciado el minuto de añadido del primer tiempo de la prórroga, surgió la figura del brasileño en su expresión más decisiva, con una doble pared que desbordó a Croacia como no había logrado hasta entonces, en casi dos horas de duelo, para aguantar la pugna con Borna Sosa, sortear al hasta ese momento insuperable Dominik Livakovic y honrar a Pelé, al que alcanzó como el máximo goleador de la historia de la 'canarinha', con 77 tantos.


Tampoco así se hundió Croacia, que resurgió del abismo en un contragolpe que concedió Brasil. Incomprensable en el minuto 117, con la ventaja de 0-1, con el partido controlado, con el cansancio de su rival, tal acción, cuando corrió, corrió y corrió Orsic, recién salido al terreno de juego, para encontrar en el medio del área a Petkovic. Su remate con la izquierda superó a Marquinhos y después a Alisson para forzar los penaltis, en el que Livakovic paró el primero a Rodrygo, Marquinhos lo estrelló en el poste y Brasil chocó con una realidad inasumible: está fuera del Mundial que se proponía ganar.

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