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  • ALEJANDRA OROZCO

Carito Moroqui, manos que moldean arte

Tuxtla.- Si has tenido la oportunidad de conocer las piezas de Carito Moroqui, sabes la calidad y pasión que le pone a cada creación, se trata de una chiapaneca que con mucha paciencia y talento ha logrado crear muestras únicas de lo que se puede hacer con el barro y el poder de transformación que tienen sus manos.



Su proyecto surge en 2009, pero empieza a formalizarlo en 2013, cuando ya tiene un espacio propio para el estudio; lo que hace la apasiona y es parte de sus ingresos, y surge a raíz de su deseo por estudiar una maestría en desarrollo rural sustentable a pesar de ser diseñadora, ya que le gusta ir a comunidades.



“En una ocasión tomé un taller de barro con Dinora Disner, la hija del escultor, ahí me doy cuenta que se me facilita, incluso los artesanos que toda la vida han tenido contacto con el barro por ser hereditario de madres a hijas me preguntaron si ya lo había hecho antes, aunque para mí era la primera vez”, confiesa.


Así inició su carrera, que actualmente le permite impartir talleres de grabado y modelado que son parte del proyecto Preservando Tradiciones, que cuenta con tres vertientes: una para niños, para que tengan un acercamiento con la materia prima y entiendan su textura, humedad, y desarrollen la motricidad de sus manos.


“La segunda vertiente es para artesanos, en muchas comunidades tienen todo el expertise pero no tienen otro tipo de herramientas o conocimientos para ampliar el panorama, por ejemplo en Ocuilapa hace dos años impartí taller a una familia, quienes adquirieron herramientas para subirle el valor a sus piezas. La tercera fue ante el público en general usando técnicas originarias de Chiapas, ya que a su consideración, la construcción más bonita es la de los churritos, donde con pura tirita se pueden hacer jarrones, jaguares, y al conocer el proceso entienden el valor de la pieza.


“Uso diferentes tipos de barro, como el de los Altos o el que se encuentra en Ocuilapa, lo primero es saber si es barro o no, para esto podemos agarrar un poquito de tierra, una bolita, si se cuartea es tierra normal; en este proceso primero extraemos el barro en temporada de seca, porque en lluvia es inseguro y las minas se vuelven agua, ya que se saca se pone en costalitos que me traigo a Tuxtla y se seca, luego se tritura, se une con arena, ya que está todo unido se empieza a amasar, obteniendo la pasta o barro preparado para hacer piezas”, detalló.


El factor clima es muy importante: si hay mucho calor pueden terminar pronto porque la humedad seca por fuera y deja húmedo por dentro, si no se elimina homogéneamente, es muy probable que la pieza se rompa, así como si le pusiste más arena o barro, la mezcla no es la ideal y no queda bien, se busca que quede no muy seco ni muy húmedo para poder mover un poco, uno o dos grados antes de hornear, quitando los excesos hasta que tenga 0 por ciento de humedad.


“Entonces, se trasladan al hornito tradicional, lo importante es no estar probando y probando, ahí está la prueba todo va a estar bien, si hiciste bien la masa, el proceso demora según el tamaño de las piezas, a veces amaso 10 o 20 kilos, solo lo necesario, y para hacer cada pieza me llevo de tres, cuatro hasta 20 días, para una joyería son mínimo cinco días, uno de quema, uno de enfriar y hasta dos de hornear”, puntualizó.


Lo primero que elaboró fueron alcancías, a todo lo que hace no lo considera un producto, sino una pieza artesanal; la diferencia entre una manualidad y una artesanía consta de no disminuir la calidad, sino aprender a diferenciar ambas, y es que una manualidad tiene ciertas características, como la alfarería por ejemplo, donde tú consigues y transformas la materia prima, por lo que aprendemos a diferenciar el proceso de cada pieza; tanto artesanía como manualidad pueden ser igual de complicadas, pero te pueden vender una por otra, por ello el consumidor tiene que aprender a identificarlas.


“Mis papás son maestros, yo quise romper el molde, en mi familia ha habido sastres y fotógrafos pero a mí eso no me gusta, ahorita hay un boom en los oficios, todos son súper nobles y nos ayudan con la rapidez y globalización, antes arreglabas las cosas y ahora no se les da el valor, por lo que quiero cambiar el chip de reutilizarlas”, señaló.


Para ella, los colores son alegría pura, le gusta el reiki, la armonía, cuando hace mandalas le gusta platicar con la persona para saber para qué la quiere, si es algo energético, si es para meditar, por lo que trata de usar el color de manera responsable; además, cada figura que ella hace tiene su significado, por lo que le gusta darles el plus de que todas lleven un nombre en tsotsil, tseltal y zoque.



“En el barro lo que más me gusta es pulir, sobar la pieza hasta que quede suavecita, hornear las piezas dándole su tiempo, encontrar la materia prima, la leña, para la que uso quebracho o ramitas que caen, o la junto cuando limpia el terrenito para evitar comprar, yo le tengo mucha paciencia al barro y a mí me llama la atención que no me desespera trabajarlo, cuando muchos no entienden que no es como la plastilina”, indicó.


El barro que más le gusta es el de los Altos, el de Chiapa de Corzo y Ocuilapa, este material está compuesto de minerales, todo lo que trabaja es cerámica de baja y alta temperatura, detalló que en la primera no llegas a los mil grados, no rebasa los 800 y es la que más vemos, mientras que la de alta temperatura supera los mil 100 grados.


“Ponerle precio a tus productos es bien complicado, muchas veces el cliente no ve el trasfondo, en su mayoría muchos de los que me regatean son hombres, es molesto porque a un doctor no le regateas, y no ven este conocimiento que no tiene título pero es empírico, ancestral y más complicado porque pasa de generación en generación, es un híbrido de lo que voy conociendo, me interesa que las técnicas tradicionales sigan vivas, no es necesario tener 20 mil herramientas, con un palito y una piedra puedes hacer cosas súper interesantes”.


Para la artista no ha sido nada fácil, ya que tiene un diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad y eso le complica su labor; y es que muchas veces no vemos la importancia de la salud mental, y la falta de diagnóstico puede complicar el ser emprendedor; su cerebro trabaja distinto, resuelve de manera diferente al promedio porque sigue siendo una persona normal que resuelve los problemas diferente, a veces pide que le repitan la pregunta o le expliquen, hay personas que lo manejan de distinta manera, es un desgaste emocional que puede generar una crisis existencial muy fuerte.


Carito siempre está trabajando, pero tiene horario abierto de jueves a sábado para atención al público, de 5:30 a 8:30 y el sábado también de 11 a 4, puedes contactarla al 9611969141, el chiste no solo es adquirir sus piezas, sino compartir y recomendar su trabajo; también la encuentras en Facebook e Instagram como Carito Moroqui.


“Eso me llena el corazón, se llevan alma, horas de trabajo y corazón de cada artesano con cada pieza y es un sustento, es como trabajar al día, no se a como un empleo estable, vayan a los bazares o al estudio con todas las medidas, es seguro y nos apoyan mucho”, finalizó.

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