top of page
  • ALEJANDRA OROZCO

Chiapas, listo para celebrar a la muerte

Estamos iniciando el puente vacacional por el Día de Muertos, una tradición que desde 2003 está catalogada como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, una celebración reconocida a nivel mundial por su significado, sus colores y su esencia, pero más que eso, es para nosotros un día para conectar con aquellos que ya no están con nosotros.


Hay destinos de México que se conocen por este festejo a la muerte, como Michoacán o Oaxaca, pero Chiapas también tiene lo suyo, y hay pueblos con toda una tradición que surge de sus arraigadas raíces indígenas, combinando elementos y conservándose hasta hoy en día.

Zinacantán

En este municipio, el panteón se ubica a cuatro kilómetros de la cabecera municipal y se erige a dos mil 500 metros sobre el nivel del mar, en un cerro que conecta la tierra con el cielo y se llena de colores y flores durante estos días santos.

En la cosmovisión politeísta que conservan, a la muerte se le celebra en grande, de acuerdo con los ritos mayas que heredaron ninguna tumba puede quedar sin adornar, pues el otro año, alguno de los asistentes podría estar ahora bajo tierra por ignorar a los difuntos en vez de honrarlos, por eso todos le entran a esta festividad.

Ahí se le reza a todos en latín, tumba por tumba, a las que también se les colocan flores coloridas y velas de sebo, para alumbrar el camino de regreso a casa así como para volver al descanso eterno, también hay música ya sea de trío o banda que ameniza la ocasión; la gente va y viene, pero el mero día se pueden quedar a comer ahí lo que al difunto le gustaba en vida, para ellos el día 31 de octubre se celebra a los niños y el 1 y 2 por igual a los adultos.


Además de la música, durante el día se están tocando las campanas para despertar el alma de los que ya descansan, las ofrendas, que son llevadas por las familias enteras, incluyen caña, mandarina, chayote, calabaza, algún refresco embotellado o lata de cerveza, y tampoco puede faltar el posh.

El cronista José Luis Castro, señalaba que con la conquista española y la posterior colonización)m, más la evangelización de los indios en la fe católica, surgieron los festejos a los muertos y los altares de las ofrendas modernas, de acuerdo con las tradiciones y costumbres, étnicas y populares, las almas chicas llegan a las doce del día 31 de octubre y se retiran a las doces horas del primer día de noviembre, hora y fecha en que llegan las almas grandes, para retirarse el día 2.

Chiapa de Corzo

Dejando de lado el misticismo de Los Altos de Chiapas, nos vamos a la arrechura de los chiapacorceños: ahí también desde el 31 de octubre comienzan a llegar las familias al panteón, con sus sahumerios, veladoras, juncia, ofrendas, para pasar estos días con sus difuntos y tener un momento familiar con ellos.


Pero ya entrados en ambiente, comienza la fiesta: se reparte mistela, llegan personas disfrazadas a bailar, se asoma la marimba para interpretar el repertorio favorito del difunto, también hay música tradicional de tambor y carrizo, es el sello característico de este pueblo mágico, la alegría con que abrazan sus tradiciones.

La celebración termina el día 2 con la quema de cohetes en el atrio de la iglesia, luego de más de dos días de celebrar en el panteón entre vivos y muertos, todos en el mismo plano por única vez en el año, una fiesta donde todo es posible y las barreras del inframundo se van desdibujando.

Romerillo, San Juan Chamula

Para este pueblo indígena, la celebración ya se volvió la más importante del año, en ella, se reúnen niños y adultos para festejar y honrar a los que ya no están, todos acuden al panteón, que ya se encuentra al centro de este municipio, y que se convierte en una feria cada año.


La música la interpretan grupos de norteño, de mariachi, pero también resalta el grupo de danzantes kolemal max, que en español significa “monos sueltos”, ellos andan entre las tumbas con instrumentos de viento, acordeón, guitarra artesanal, trompetas y sonajas, y ahí van, bailando con sus trajes coloridos y aceptando cualquier bebida que se les ofrezca a su paso.

Romerillo es un paraje sobre una colina, en el que yacen 22 cruces que representan a cada paraje y comunidad, todas las tumbas son iguales, ninguna lleva cemento, porque consideran que al morir, todos somos iguales y este lugar es la muestra clara, en cada entierro hay tamales, atol agrio, pero también refresco de cola o trago, según fuera el gusto del difunto; aquí, al igual que en otros puntos, se reúnen hombres y mujeres para rendir culto a la muerte y también para celebrar la vida.

37 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo
Banner GOB.jpg
Cambio climático 950x125 copy.png
bottom of page