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  • EDITORIAL

Continua en aumento la violencia de género en México


La violencia de género, como cualquier problemática o fenómeno social, no es estática, transita a través de los contextos sociales e ideologías. En México, a pesar de todos los presuntos esfuerzos gubernamentales e internacionales para hacerle frente, la violencia de género continúa en aumento y ha adoptado nuevas formas y herramientas que, en conjunto con una estrategia de seguridad militarizada, reproduce la victimización de las mujeres y disidencias. Hoy en día, tanto las mujeres en toda su diversidad, como otras colectividades históricamente victimizadas, enfrentan un grave aumento en la violencia perpetrada a través de armas de fuego.

Esto impacta de maneras diferenciadas no solo en el accionar directo de las armas en contra de su vida e integridad, sino también a través de victimización indirecta en tanto las mujeres son personas socialmente predestinadas al cuidado, por lo tanto, se convierten en responsables de las infancias afectadas por la violencia, del sustento económico de sus hogares, la búsqueda de personas desaparecidas, entre otras labores de cuidado derivadas de la violencia armada en sus comunidades. De acuerdo con Small Arms Survey, en 2018 en México circulaban aproximadamente 18,285,000 armas pequeñas y ligeras entre la población civil (91.9 %), las instituciones castrenses (4.9 %) y las instituciones policiales (3.2 %), lo que lo convierte en el sexto país con más armas a nivel mundial.

Esto ha impactado ampliamente en el desarrollo y aumento de la violencia, además de una estrategia de seguridad militarizada hipermasculinizada basada en el despliegue de la fuerza pública, la comisión de graves violaciones a derechos humanos y la impunidad, que han contribuido al alcance de máximos históricos en términos de violencia y violaciones a derechos humanos. Dentro de estos impactos, las mujeres han sido categorizadas en un papel limitado a la pasividad en contextos de violencia y se les considera únicamente como víctimas. Sin embargo, en los estudios feministas de paz y guerra se ha propuesto revisar las limitaciones que han devenido de esta categorización limitativa. En primer lugar, es importante considerar que las mujeres viven impactos diferenciados durante los conflictos y contextos de violencia armada sistemática; por otro lado, las mujeres desempeñan roles plurales en los mismos. La falta de una visión compleja del papel y experiencia tanto de las mujeres como de otras colectividades históricamente victimizadas durante los procesos de desarme y construcción de paz, deriva en su constante exclusión.

Como consecuencia, sus necesidades, demandas y reivindicaciones no son consideradas en los proyectos de construcción y mantenimiento de paz; igualmente, aumenta el riesgo de perpetuar relaciones de género desiguales en los nuevos acuerdos sociales que se plantean como parte de estos procesos. De acuerdo con datos del INEGI, la tasa de homicidio de mujeres ha presentado un aumento sin precedentes durante los últimos años, de 2.3 mujeres asesinadas por cada 100 mil habitantes en 2007 a 6 durante el 2021.


En 2021 se perpetraron 24,484 homicidios con armas de fuego, el 68.7% del total de homicidios registrados, de los cuales 2,313 fueron cometidos en contra de mujeres, representando el 58% del total de homicidios en contra de mujeres. Es necesario señalar que la incidencia de asesinato por arma de fuego de mujeres es una tendencia relativamente nueva, dado que representa un incremento del 357%. En materia de desaparición también se ve un incremento en cuanto a los impactos directos de género, pues de acuerdo con el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C. de los más de 100 mil casos de desaparición reportados hasta 2022, aproximadamente el 24.7 % de los casos corresponde a niñas y mujeres desaparecidas y no localizadas. Cifra que enmarca otras violencias y delitos para las mujeres como el feminicidio, la trata de personas, el secuestro y la violencia sexual.

Como parte de los esfuerzos para hacer frente a la violencia armada y sus impactos diferenciados se ha promovido la institucionalización y transversalización de la perspectiva de género, pensada como una teoría o herramienta metodológica para incluir a las mujeres y las disidencias sexuales dentro de la agenda pública. Sin embargo, esta institucionalización tiene muchas deudas frente a las necesidades de todas las personas que se ven impactadas por la violencia armada y aquellas que han destinado su integridad, tiempo y vida a la lucha por la igualdad y el acceso a una vida libre de violencia.

Así, ¿qué queda por hacer ante las deudas que deja la actual instrumentación de la perspectiva de género frente a la violencia armada? Como primera aproximación, destaca la importancia de complejizar la categoría de género, de manera que las disposiciones institucionales y sus acciones reflejen la pluralidad de papeles que desempeñan las mujeres en contextos de violencia armada, así como la multiplicidad de necesidades y demandas que distintas mujeres tienen respecto a la violencia que atraviesan.

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