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  • ALEJANDRA OROZCO

Daniel Arturo, el retratista de la cultura zoque

Tuxtla.- Daniel Arturo Gómez Solís nació en Oaxaca, pero toda su familia es de Chiapas, por lo que dice, se siente compartido, lleva más de 15 años viviendo aquí, su familia es originaria de la Frailesca y la Depresión Central, a los nueve años dejó Oaxaca, vivió un tiempo en Cintalapa y se pasó a Tuxtla, donde realizó sus estudios de secundaria y preparatoria, para la universidad, preocupado por los fenómenos del pensamiento humano, estudió psicología, en la universidad sus ambiciones académicas van creciendo, y se interesa en la psique humana en relación a grupos sociales.


“Fue así como egresé, y recién titulado en 2019 decido emprender el estudio de antropología social para complementar ese otro aspecto que psicología no me podía brindar, estudio en la UNAM, en el Cimsur, Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur, ahí realicé mi maestría, apenas egresé y estoy en proceso de tesis para titulación; entonces me doy cuenta que el campo de la psicología tiene, como toda rama de la ciencia, una manera de hacer investigación, un método a partir de observar fenómenos individuales y sociales, la psicología se centra en una particularidad del individuo, en un sujeto muy particular, y a veces puede olvidar que existen muchos otros individuos que interaccionan todo el tiempo, no solo en el núcleo familiar sino alrededor, y a veces se pierde de vista”, explicó.


Entonces, decide ante la carencia de responder ciertas preguntas académicas al hacer su tesis, dejar la psicología de alguna manera, aunque siempre lo acompaña, deja la carrera y en 2019 empieza la pandemia, ese año para él fue sabático, se dedicó más a hacer lecturas de teóricos de la sociología para responder a cuestiones académicas, intentó entrar a un posgrado en Puebla, continúa las pandemia y decide estudiar en la UNAM sin saber que iba a pasar, solo sabía que las investigaciones en pandemia son complicadas, estudia la maestría, fue mermando la pandemia, su primer semestre fue en línea, el segundo empezó a llegar al centro de investigación, a hacer trabajo de campo, pero ha sido complicado.


Es así como inicia su aventura en la fotografía, acompañada de sus intenciones de estudiar los grupos sociales, comenzó con las danzas, donde te permiten con mayor facilidad tomar fotos, considera que es más difícil tomar fotografía de calle, ya que siempre hay alguien que se alarma o se siente incómodo y es más peligroso aún exponerse en la calle con la cámara, empieza a retratar cómo los grupos sociales empiezan a interactuar, que la cultura representa algo sustancial, compra su cámara SL2 Canon y empieza a practicar, a leer teoría, cómo se utiliza la cámara, la regla de los tercios, y así empieza, después decide sustituirla, cuando entra al posgrado la cambia por una Ricoh GR2, una cámara compacta, más pequeña que un teléfono que le permite mayor facilidad, pues no es tan notoria ni visible como una réflex.

“Entre las ventajas, la gente ni siquiera me prestaba atención, empecé a fotografiar diferentes cosas, por ejemplo en Amatenango Del Valle donde empecé mi investigación de maestría, me permitió facilidades entre las personas, uno no se siente tan amenazado y saca fotos de muy buena calidad, ahí empiezo a realizar un trabajo más académico, de documentación de las alfareras, cómo quemaban, dónde extraían recursos naturales, cómo decoraban; galerías, almacenes algún museo, varias cosas, con ciertas precauciones porque una cámara siempre tiene una connotación negativa para alguien desconocido, término el trabajo de campo y decido emprender un trabajo con los zoques de Tuxtla”, explicó.

Así, Arturo se introdujo en las danzas en diciembre del año pasado, lo primero fue la Danza de Pastores y ahí empezó, se le permitió, primero con suspicacias y dudas, siempre explicando de dónde venía, sus estudios y propósitos, uno de ellos era responderse cómo un grupo cultural que vive en la capital puede permanecer con sus prácticas culturales, que es lo más complicado de todo, pese a que Tuxtla se hace capital, llega la migración rural, una vida acelerada que limita los tiempos para las prácticas y cantos religiosos; qué pasa con este grupo, cómo puede mantener sus prácticas rituales con el ritmo que tiene la capital.


“Poco a poco me voy acercando, luego documento la Bajada de las Vírgenes de Copoya, el Día de la Candelaria y así, me voy acercando cada vez más, me van reconociendo con la idea de que soy un fotógrafo, se van con esa idea porque llevo una cámara, pero nunca he tenido esa formación, soy autodidacta, eso siempre me ha caracterizado, hasta el día de hoy sigo con los zoques, mi propósito es hacer el seguimiento todo el año, hasta terminar otra vez con la Danza de Pastores, es un proyecto personal”, señaló.

En este tenor, considera que hay varios factores, evidentemente la comunidad zoque -a quienes agradece la entrada que le dieron- en muchos casos se adapta, al principio todos los recorridos se hacían en el centro, pero las familias se han ido moviendo a las orilladas de Tuxtla, se van adaptando, ya hay ciertos transportes, vehículos, la Danza de Pastores empezó en el centro a las 6 de la tarde, y él no sabía que iba a terminar por el aeropuerto de Terán a las 12 del otro año básicamente, tuvo que buscar transporte para regresar a su casa, en Cerro Hueco, pero todo esto, considera, es parte de la experiencia, así aprendió que aunque se van distanciando las familias, hay un esfuerzo muy grande por intentar preservar la cultura y es muy evidente esa fuerza con que intentan preservar lo zoque.


“A su vez, aparece otro elemento que es el desdén por lo antaño y el desconocimiento, porque muchas personas de Tuxtla, cuando presenté las fotos, escuchaba comentarios de si las tomé en Tuxtla, y es que casi nadie lo ve, no se enteran, no se acercan y otros ni siquiera saben que aquí hay zoques, es tremendo, la actividad con los zoques es tanta, que tengo casi 6 mil fotografías de ellos, es demasiada actividad, no hay mes que no pase algo, que la gente desconoce o no se acerca es cierto; cómo hacerle, yo por eso emprendí esta exposición fotográfica, la intención principal es que la gente conozca a la comunidad y se pregunte lo que yo me pregunté: cómo una comunidad tan pequeña aún persiste con sus tradiciones”, enfatizó.


Esto no es sinónimo de estancamiento, al contrario: muchos miembros de la comunidad zoque se preparan, estudian, hay maestros, licenciados, doctores, cualquier persona a nuestro alrededor puede serlo, y si no grita “soy zoque” en la calle ni nos enteramos, él ha visto a muchos de ellos en distintas profesiones como nosotros, pero con sus prácticas y creencias específicas cada cierto tiempo… El propósito que se hizo, es seguirlos todo el año independientemente a lo que pase, no está seguro de si puede responder o no la pregunta de cómo conservan su cultura, solo son fotografías, no un trabajo meramente académico, pero le interesa que la gente los conozca; lo enfatiza porque él nació en Oaxaca, cuando llegó a Tuxtla no sabía de los zoques y cuando se entera fue una cosa sorprendente, siendo una persona de fuera que vivió en Cintalapa y luego en Tuxtla, al ver un grupo danzando en las calles, te preguntas: eso qué es, luego te enteras que es zoque y cómo se va componiendo Tuxtla.

La exposición permanece en Caleidoscopio hasta el 31 de agosto, no está pensando aún en otro espacio para montarla, quisiera hacer algún proyecto sobre diferentes actividades, las piezas que expuso son más estéticas, son las que pueden llamar más a la gente, tiene tantas fotografías que podría hacer hasta un libro; de mientras, lo puedes seguir en Instagram, su única red social, como @arturogs94, ahí puedes ver todas sus fotografías, las últimas son zoques, pero tiene algunas de Suchiapa en el Corpus Christi, entre muchas joyas más.

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