Donde florece la historia: Joyyo Mayu, legado natural de la capital chiapaneca
- NOÉ JUAN FARRERA
- hace 4 días
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Tuxtla. – Mucho antes de que la ciudad de Tuxtla Gutiérrez se expandiera como la capital moderna que conocemos hoy, sus tierras estaban marcadas por la abundancia natural. Al oriente del antiguo trazo urbano, existían terrenos fértiles y húmedos, cubiertos de árboles y alimentados por ojos de agua azulados que brotaban del subsuelo y nutrían el cauce del entonces cristalino río Sabinal.

En esa zona floreció lo que hoy conocemos como el Parque Joyyo Mayu, una reserva que no solo representa un espacio recreativo, sino también un símbolo de la memoria ecológica e histórica de la ciudad.
En aquellos años, este espacio era un rancho de la familia Mota, y conservaba el carácter casi místico de un paisaje rural: humedales, fauna diversa y un silencio apenas interrumpido por el canto de las aves. Fue hasta 1982 que, bajo el gobierno de Juan Sabines Gutiérrez, el terreno fue adquirido con la visión de convertirlo en un parque público.

El acto no solo marcó una transformación urbana, sino un compromiso con la conservación ambiental que aún perdura.
El nombre del parque, “Joyyo Mayu”, que en lengua zoque significa “Flor de Mayo”, honra las raíces indígenas de la región, recordando la relación ancestral entre la tierra y sus primeros habitantes. Hoy, este parque alberga cerca de 140 especies de aves, algunas de ellas migratorias provenientes de Norteamérica, y es considerado uno de los corredores ecológicos más importantes dentro del tejido urbano de Tuxtla Gutiérrez.

Durante más de cuatro décadas, Joyyo Mayu ha sido un refugio para la biodiversidad, un espacio de encuentro familiar y un recordatorio vivo de lo que alguna vez fue el valle fértil de Tuxtla. A pesar de los altibajos en su conservación, el parque permanece como un símbolo resiliente frente al avance de la urbanización, resistiendo al olvido con cada árbol que aún se yergue, con cada ave que lo habita.

Recorrer Joyyo Mayu hoy es también caminar sobre la historia de la ciudad: es imaginar el murmullo del Sabinal cuando era claro, es pensar en los antiguos pozos de agua y en la promesa de una capital que puede desarrollarse sin perder sus raíces naturales.
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