top of page
  • ALEJANDRA OROZCO

El colorido de los Altos de Chiapas

Tuxtla.- Si hay algo que distingue a nuestro estado, son sus coloridos paisajes y sus traiciones únicas, si hay una región tan emblemática como hermosa, es la zona Altos, que no tiene comparación con otros pueblos del mundo y que tienen un conjunto de creencias que conforman su cosmovisión y atraen a curiosos de todas partes del mundo.


Y no me refiero específicamente a San Cristóbal, sino a los pueblos cercanos como Zinacantán, San Juan Chamula y demás, que tienen sus usos y costumbres muy marcados, una de sus fechas rituales es el Día de Muertos, que viste sus panteones de colores e inunda el aire con el olor a sahumerio, puntual año con año en el marco de esta tradición mexicana.

En Zinacantán, por ejemplo, uno de los municipios líderes en producción de coloridas flores que adornan los entierros, se dice que para ellos, sus muertos son como protectores, por eso les llevan, además de flores, el refresco de cola, ya parte de su vida diaria, y al parecer también de su muerte, además del cempasúchil se observan gerberas, girasoles, alcatraces y lilys, por mencionar algunas.


Hay otro paraje donde se toman la tradición aún más en serio, ahí hay danzas, vestuarios y también flores: El Romerillo, en San Juan Chamula, bien conocido por las 22 cruces que representan a sus 22 comunidades, en este día se adornan con flores y acude toda la comunidad a honrar a sus difuntos.

Este panteón es particular porque no permiten la construcción con ladrillo, solo ponen la cruz, delante de la cual va una tabla, sobre la cual reposó el muerto al ser velado, esto le da una apariencia uniforme y limpia, que también se llena de flores el primero de noviembre.

En esta comunidad tsotsil, desde 15 días antes comienzan a preparar el terreno, limpiar las veredas y todo lo necesario, pues se cree que los difuntos llegan a pie; dicen que este panteón era un monte habitado por monos y otras especies, que no permitían que las cruces permanecieran de pie al momento de querer erguirlas.


Es por eso que se disfrazan de monos y bailan, tal como hicieron en la ceremonia hace años para poder honrar ahí a sus muertos, la música tradicional y los cantos a las deidades no pueden faltar, aunque hay que tener cautela, pues casi no permiten las grabaciones o fotos a menos que se les pida permiso, y que se comparta con ellos un trago de pox, el aguardiente de los tsotsiles.

Le llaman “la fiesta de las almas”, a esta apropiación de la tradición que se celebra muy distinto en ambos municipios, pero que es única y vale la pena vivirla al menos una vez en la vida, el colorido es bellísimo y ese misticismo en el aire también atrapa y hace sentir que uno se transportó en el tiempo y el espacio, para vivir esta tradición con los pueblos indígenas.


Mayordomos y sacristanes se dan cita puntual con los trajes ceremoniales, sin importar si hace mucho frío, mucho calor, llueve o graniza, los rezos para invocar y dar la bienvenida a las almas comienzan desde las 7 de la mañana, y al otro día se les acompaña de tumba en tumba para que no se queden vagando en este mundo, y esperarlos hasta el próximo año.

A la mesa, se les sirve caldo de res o gallina de rancho, refresco, lo mantienen ahí hasta el otro día, tampoco pueden faltar las velas, el pox, incienso y juncia, elementos rituales de esta tradición. Interesante, ¿no?

30 visualizaciones
Banner GOB.jpg
Banner 950x125.jpg
bottom of page