El séptimo arte del Sie7e: It was just an accident de Jafar Panahi

Hablar de las coincidencias es un tema tan diverso: para algunos son mensajes con conexión, señales del destino que encajan entre sí; para otros, solo una serie de eventos inesperados sin motivo alguno. En Solo fue un accidente surge la pregunta: ¿qué hacemos cuando la venganza llega a nuestras manos sin buscarla? ¿Es cuestión de destino o solo un accidente? Panahi nos invita a replantear estas dudas en una cinta cargada de fragilidad, verdad, incertidumbre y el dolor de un pasado que sus protagonistas desearían olvidar.

Sinopsis

Vahid, un exprisionero político iraní, se encuentra accidentalmente con un hombre que le recuerda a uno de sus torturadores. Para confirmar sus sospechas, lo secuestra y busca reunir a otras victimas que puedan identificarlo.

Su director

Jafar Panahi es uno de los cineastas más influyentes del cine iraní contemporáneo. Hablar de sus películas es hablar de cine como protesta, como mensaje hacia el mundo, una mirada crítica hacia la sociedad y el régimen de su país. Su obra plasma problemas, represión y la doble moral del poder iraní.

Su filmografía es extensa y reconocida en los grandes festivales. Entre sus títulos destacan This is not a film (2011), rodada en arresto domiciliario, entre una mezcla de documental y ficción para denunciar la censura; Taxi Teherán (2015), donde conduce un taxi y retrata la vida iraní bajo restricciones y 3 faces (2018), sobre tres mujeres de distintas generaciones donde enfrentan la represión cultural.

Sus historias, aparentemente sencillas, esconden una gran carga simbólica. Entre ficción y documental, Panahi utiliza actores y personas no profesionales para mostrar la represión política y social del régimen. Su cine es un acto de resistencia que lo ha llevado a prisión y a ser perseguido por las autoridades.

En It was just an accident

La cinta habla del miedo que no se puede olvidar y del coraje en busca de una “justicia” inexistente en Irán, donde un régimen puede acusar de propaganda o conspiración sin pruebas y torturar hasta arruinar vidas.

Panahi nos hace reflexionar sobre los sonidos como recuerdos imposibles de borrar: sobrevivientes que no logran ponerse de acuerdo si es o no la persona que los dañó, basándose en la memoria del trauma. El miedo los confunde en una paradoja de incertidumbre. La película nos plantea: si cometo venganza sin estar seguro, ¿no me convierto en lo mismo que mi torturador? Venganza sin certeza es perpetuar un ciclo infinito de violencia.

Incluso los torturadores, como Eghbal “el cojo”, podrían ser personas comunes con familia y gestos de empatía. Panahi nos muestra cómo el dolor y el miedo de los protagonistas generan confusión, y esa misma incertidumbre nos alcanza como espectadores, además en una cinta donde solo esperamos un trauma crudo, Panahi nos lleva con momentos de humor que solo un gran director podría lograr.

El reparto incluye a Vahid Mobasseri, Mariam Afshari, Ebrahim Azizi, Hadis Pakbaten y Majid Panahi. En su mayoría son actores profesionales poco conocidos, pero logran actuaciones sólidas y convincentes. La película, filmada de manera clandestina sin permiso del gobierno iraní, trasmite con crudeza un tema delicado que nunca hubieran permitido filmar.

En recomendación

Solo fue un accidente ha iniciado un camino lleno de reconocimientos: Palma de Oro en Cannes, mejor director, guion original y película internacional en los Gotham, además de múltiples nominaciones en los Golden Globes y otros premios internacionales.

Panahi nos entrega otra verdad incómoda que golpea al observar la represión de un gobierno que miente, reprime y justifica sus acciones bajo un supuesto bien mayor inexistente. Nos demuestra que el miedo de quienes han sufrido siempre estará presente y que la venganza es un alimento de envenenamiento lento que no debemos consumir.

Mi recomendación: véanla. Porque estamos ante una de las mejores películas del año y que con certeza puedo decir que tiene uno de los finales más impactantes del año.