Entre rituales y artesanías, se renueva la devoción a las Vírgenes de Copoya
- NOÉ JUAN FARRERA
- 8 oct
- 2 Min. de lectura
Tuxtla.- Las Vírgenes de Copoya representan una de las tradiciones religiosas y culturales más significativas del pueblo zoque en Chiapas. Son tres las imágenes que resguardan la devoción de los fieles, asentadas en Copoya, comunidad ubicada en el místico cerro Mactumatzá, dentro del municipio de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado.

Cada año, los miembros de la Mayordomía y Priostería Zoque de Tuxtla, realizan el ritual de trasladar a las vírgenes desde su morada hasta distintos hogares donde son recibidas con fervor. Este peregrinar refuerza la espiritualidad de las familias y preserva un legado ancestral que sigue vivo en el corazón de la capital chiapaneca.
Durante este tiempo, se lleva a cabo la tradicional lavada y planchada de las vestimentas de las imágenes, un acto ceremonial cargado de simbolismo. En paralelo, se confeccionan y restauran los adornos de las vírgenes, como collares, brazaletes, pendientes y otros accesorios.
Esta tarea, ejecutada por un grupo reducido de hombres zoques, herederos de este conocimiento, incluye cortar listones, limpiar metales y coser o trenzar piezas que embellecen a las sagradas imágenes. Para el maestro sastre lavandero y custodio de las imágenes, José Lucio Solís Ovilla, esta labor es un privilegio espiritual que no solo alimenta la fe, sino que también da sentido al lazo comunitario.
Este tipo de celebraciones no son exclusivas de Chiapas; en otras regiones del país también se realizan rituales similares que refuerzan la identidad cultural y la devoción mariana. Un ejemplo claro es la fiesta en honor a la Virgen de Zapopan en Jalisco, donde cada octubre se efectúa una magna romería que traslada la imagen desde la Catedral de Guadalajara hasta la Basílica de Zapopan, acompañada por danzantes, peregrinos y música tradicional.
De igual forma, en Oaxaca, las mayordomías organizan ceremonias que implican no solo la custodia de imágenes religiosas, sino también la preparación de ofrendas y vestimentas, lo que evidencia la riqueza de las tradiciones locales en torno a la Virgen María en México.









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