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  • RUBÉN PÉREZ

Joven y adulto relatan “calvario” sufrido en clínica de adicciones

Tuxtla.- Luego de ser sometidos a castigos físicos como parte de una supuesta “rehabilitación” a sus adicciones, un hombre y una adolescente manifestaron que, tras salir de la Clínica “Fepae”, ubicada en esta ciudad tuxtleca, acudieron ante la Fiscalía General del Estado para interponer sus respectivas denuncias.


Monserrat Velázquez y Julio César Espinosa se unieron para hablar sobre las humillaciones, tratos inhumanos y hasta tortura que vivieron en ese lugar, a manos de sujetos que ofrecen un servicio “de primera” a los familiares de quienes tienen algún problema con el consumo de alcohol o drogas.

La joven, de 18 años de edad, relató que estuvo en ese sitio durante dos meses y medio para intentar sanar sus adicciones, sin embargo, comentó que, cuando ingresó a la misma (3 de marzo pasado) empezó el calvario para ella, pues un hombre llamado Luis Eduardo Loyo Pérez la golpeó; éste, dijo, es “brazo derecho” del responsable del sitio, Sandro Abel Estrada Gutiérrez.

Aceptó que, lo más lamentable, es que ella no sabía que estaba embarazada, “eso lo supe como a los dos meses de estar internada, porque según tenía dolores estomacales, por eso el médico me revisó, me hicieron una prueba y salió positiva; pero ni así les importó, y Eduardo me siguió golpeando”.

De acuerdo con su versión, Eduardo la insultó en reiteradas ocasiones, “él ya sabía que estaba embarazada y aun así me golpeó, hasta me empujó y caí por las escaleras”.

Luego, recordó, el sujeto hizo lo mismo con otro paciente. Lo más escabroso, añadió, es que ese personaje le advirtió que, si decía algo de lo ocurrido, la desaparecería no sólo a ella, sino a su familia.

Monserrat era, de hecho, una de las 11 mujeres internadas. Según su versión, a todas las “bautizaron” como “las putas”. Al respecto, dijo que otras compañeras también sufrieron malos tratos, como el caso de una niña de 13 años, originaria del municipio de Yajalón, quien fue golpeada por Eduardo, mismo que también la obligó a comer alimentos regados en el piso.

CASI UN MES DE DOLOR

Julio, quien ingresó a la “Fepae” el 17 de abril y salió el 17 de mayo (cerca de un mes), manifestó que fue internado en ese lugar debido al problema que tiene por alcoholismo, sin embargo expuso que, como fue llevado en estado de ebriedad, “amanecí golpeado de mi espalda, brazos y piernas; tenía moretones”.


Al principio, contó el hombre de 53 años, lo mantuvieron en una “sala de admisión”, pero luego lo llevaron a otro piso, donde lo raparon, como lo habían hecho a los otros pacientes hombres (más de 70).

Tras ser sometido a tratos degradantes e incluso con una alimentación no adecuada, reveló que incluso el agua que tomaban no estaba purificada, “nuestra familia pensaba que estamos bien, pero no es cierto”.

Otra de las cuestiones que reprueba, dijo, es que no fue atendido de manera adecuada por el problema de diabetes que padece, e inclusive la insulina que utilizaba no la refrigeraban, o se lo ponían “cuando ellos querían”.

De hecho, evidenció que esa clínica no cuenta con personal capacitado o apto, pues son los mismos “internos” quienes hacen de todo: desde el aseso hasta el médico que los atiende.

Lo más lamentable, detalló, son los castigos que les imponen, como el que a algunos compañeros los hinquen durante dos o cuatro horas, o que los mantengan incomunicados, “o que no puedas voltear a ciertos espacios, porque de lo contrario te golpean”.

Según él, vio cuando Monserrat era bajada de uno de los pisos del inmueble y cómo después regresó con golpes en su cuerpo, sobre todo en su rostro. “La vi a ella y al muchacho Javier (otro paciente)”. Si se atrevió a denunciar, mencionó, fue porque vio en redes sociales la denuncia de la joven.

Ambos denunciantes desmintieron la versión de los directivos de la clínica en cuanto a que son manipuladores y sólo mienten para ya no continuar con la rehabilitación.

MALOS TRATOS SON COTIDIANOS

Sin embargo, insistió Julio, “te tratan mal, te mientan la madre, mientras nuestras familias piensan que estamos en una buena clínica; que nos dan de comer bien, pero no es cierto”.

De hecho, recuerda que un sábado, cuando miraban una pelea de box por televisión, uno de los “padrinos” de nombre Orbelín Ordóñez, les ordenó “que hiciéramos una ola, pero nos lo pidió con insultos, pues grabarían un video para mandárselo a nuestras familias, y que vieran que estábamos ‘felices’; ese señor es el más prepotente”.

Entre otros detalles, contó que, cuando lo ingresaron, a sus seres queridos les cobraron como 2 mil pesos para que le pusieran un suero vitaminado, lo que, dio a conocer, nunca ocurrió.

Ante la situación sufrida y las amenazas recibidas por parte de los responsables de la clínica de rehabilitación “Fepae”, Julio y Monserrat ya acudieron ante la Fiscalía General del Estado para interponer sus respectivas denuncias, el primero por lesiones y extorsión, y ella por homicidio en grado de tentativa.

Por su parte, Janet Arce López, esposa de Julio, exigió justicia no sólo para él, sino para Monserrat, “estamos indignados, nos engañaron, pues durante el tiempo que estuvo internado nos enseñaron las cámaras, se veía bien, pero luego supimos que los mantienen hasta cinco días con la misma ropa; o si nos pedían algo, yo lo llevaba, como algunos insumos de limpieza”.

Lo más lamentable, dijo, es que hoy su esposo está mal física y psicológicamente, y más por las amenazas de muerte que recibieron si delataban los hechos. “Que nos van a venir a hacer cosas, para que nos callemos; hasta en la misma Fiscalía llegaron a intimidarnos, entre ellos el dueño de la clínica, ese tal Abel”.

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