La aventura de ser mamá: Casi tres años de ser mamá
Tuxtla.- Hace ya casi tres años que mi vida cambió por completo, dejé de ser Alee para convertirme en La Mamá de Elisa, así que cada vez que se acerca un cumpleaños de alguna de mis hijas me pongo melancólica, me gusta verlo todo en retrospectiva y hacer un balance de cómo la vida me dio un giro en todos los sentidos.
Un día como hoy pero de 2020, yo ya estaba en mis últimos días de embarazo, ya llevaba como una semana de incapacidad y fuimos al ginecólogo, a la cita en la que me dijeron que Elisa seguía enredada y que era necesaria una cesárea, misma que programamos ese mismo día para el 4 de marzo.
El día elegido era un miércoles, era precisamente el día que cumplía las 38 semanas de embarazo y dijimos ¿para qué esperar más? Y desde ese día comenzó nuestra cuenta regresiva para conocer al amor de nuestra vida, días que se nos hicieron eternos, pero que también aproveché a dormir mucho, los últimos días que he dormido más de ocho horas seguidas, sin interrupciones, ahora que me acuerdo.
Pero también eran días llenos de dudas, de no saber qué hacer en el momento que naciera, de dudar de mi cuerpo, si iba a poder dar pecho, si iba a sanar rápido para atenderla, si iba a poder cumplir con todo lo que ella necesitaba, con apenas 27 años recién cumplidos, todas las dudas del mundo y miles de opiniones encontradas sobre todo tipo de temas, sin saber si iba a poder regresar a la vida laboral o quién me iba a ayudar a cuidar a la niña, sin siquiera sospechar que una pandemia estaba a punto de empezar.
Desde entonces, no he vuelto a ir al cine, tampoco he salido a cenar o a tomar un café sola con Rodrigo, ni he podido ir de viaje que no sea para hacer notas, hay muchas cosas que no he podido volver a hacer pero tampoco he tenido chance de dejarme vencer, de querer tirar la toalla o de pensar que me equivoqué.
No cambiaría ni uno solo de nuestros caóticos días, pues todos ellos han sido perfectos: los primeros días en que yo solo lloraba porque me sentía incapaz de poder cuidarla, los días de dolor por el inicio de la lactancia, las noches sin dormir por checar que no le subiera la fiebre, los berrinches en público que me han hecho ponerme roja de vergüenza, incluso los días en que me dice que ya no me va a querer.
Y no es que tenga solo recuerdos malos, pero esos son los momentos que me han puesto a prueba como mamá, como mujer y como persona, eso es lo que ha definido mi maternidad, los momentos oscuros, y los que me hacen reflexionar qué tan bien o mal lo estoy haciendo, los que me hacen querer ser una mejor persona por y para ella.
Y por el otro lado, está cada ocurrencia, las primeras palabras, las travesuras, los primeros pasos, todos esos momentos que ella me hizo vivir por primera vez por ser mi primera hija, que aunque también los estamos viviendo con Renata, no se comparan a vivirlos por primera vez y ella me hizo vivir esa experiencia.
Justo mientras escribía esta columna, me puse a ver sus videos, de apenas hace un año, no me fui tan atrás, y es totalmente otra niña… se me llenaron los ojos de lagrimas al ver que apenas y se le entendían las palabras, sus intentos por cantar, cómo se daba a entender, cómo desde el año y medio ya sabía contar, cómo ha crecido y cómo la ropa que usaba en esos videos ahora la usa Renata, mi niña chiquita ya es toda una niña grande que va a la escuela, ya no usa pañal y se pone los zapatos sola.
En parte, me duele, porque siento que en este último año creció muchísimo y en parte es porque se convirtió en hermana mayor, pero luego veo cómo abraza a su hermana y cómo ya juega con ella, y me convenzo de que no pudimos hacerle un mejor regalo, amo ser mamá de dos niñas pero ella siempre será especial por ser mi gran maestra, por enseñarme a ser mamá por primera vez y porque con ella iré viviendo cada etapa primero.
Si tuviera que decirle algo a esa Ale de hace tres años, sería, en primer lugar, que ni de broma se hubiera imaginado tener ya dos hijas en tan corto tiempo… y también que se relaje más, porque crecen rapidísimo, que saboree cada instante en vez de pasársela regañando o viendo que todo esté en orden, y que recuerde que todo lo que diga y haga será imitado por Elisa, que ella tiene muy presente cada palabra, cada acción y cada gesto, y que es una niña más increíble de lo que se puede imaginar. Y sobre todo, que nunca dude que es una gran mamá.
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