La aventura de ser mamá: Renata lesion-hada

La semana pasada, empezamos con el pie izquierdo… todo iba normal, hasta que recibí una llamada que lo cambió todo: “Médico Kinder”, se leía en la pantalla, y cuando me puse a pensar que ni han tenido tos, mocos ni dolor de panza, me dio un vuelco el corazón, pensando en qué les podría haber pasado, e imaginando los peores escenarios cuando el teléfono aún seguía sonando.

Resulta que Renata estaba jugando con otros niña, que la traía prácticamente arrastrada de los brazos, al soltarla, le dio un tirón de un lado, y el brazo le dolía mucho… el médico la revisó, descartó que tuviera una fractura, pero cuando la vi llegar con el brazo inmovilizado por una venda y los ojos llorosos, sabía que algo no andaba bien y me empecé a preocupar.

Como esto pasó casi a la hora de la salida, salí de la escuela con las dos y le hablé a Rodrigo, decidimos ir a urgencias para descartar cualquier cosa, mi cabeza venia girando y no podía pensar en otra cosa, Renata seguía llorando y quejándose, le quité la venda para revisar si estaba inflamada o roja pero no, así que nos fuimos a urgencias del Seguro, y comenzaron las horas de espera.

La verdad es que es un alivio tener seguridad social en momentos como este, que ocurren los accidentes e imprevistos y a veces uno anda corto, en especial cuando puede que no sea nada, así que tocó esperar como una hora para que la viera el médico, la mandaron a hacer una radiografía, y resultó que traía un esguince de segundo grado… la mandaron a reposar por unos días y a tener el brazo vendado, sin contar el berrinche que hizo en la toma de radiografía y cuando le dieron medicina y no le gustó.

Fue un día difícil, me quebró el alma verla sufrir, ver que solo podía usar un brazo, obvio ese día cedimos ante sus antojos, además de lidiar con Elisa celosa por la atención -se sabe que le encanta que todos los ojos estén en ella-, es la primera vez que sucede un accidente así en la casa y no voy a negar que se me escaparon algunas lágrimas.

Lo bueno es que los niños son súper flexibles a esa edad, lo más difícil del segundo día fue que se quedara quieta, que no sacara el brazo del vendaje, estaba olvidada del asunto, le di medicina y ya casi no le dolía, ya para el tercer día estaba prácticamente como nueva, aparte de que su escuela está en paro, así que las he tenido en casa básicamente toda la semana, se les adelantaron las vacaciones.

Yo sé que un esguince de segundo grado es mucho para ser provocado por un juego brusco entre niñas de tres años, pero también sé cómo es Renata y la verdad, le pudo pasar a cualquiera de las dos niñas, la mamá de la otra niña nos estuvo preguntando cómo estaba, hablamos también con la maestra y deslindamos cualquier culpa, la verdad es que los accidentes pasan y agradecemos a Dios que no pasó a más.

Y bueno, no pasó de un susto, de unas cuantas vendas e ibuprofeno, la verdad, yo sabía que a mi “terreneitor” no le faltaba mucho para que le pasara algo así, dado que es un terremoto, espero que al menos ahora lo piense dos veces antes de ponerse a jugar tan pesado… espero no tener que pasar horas en urgencias otra vez.