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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Cuando mamá se enferma

Tuxtla.- La semana pasada, vimos enferma a Elisa como nunca: era la primera vez que le pegaba una infección en el estómago tan fuerte, estuvo tres días tirada, sin comer, sin querer tomar agua, y a nosotros se nos salía el alma del cuerpo al verla así, pues es una niña que no para y todo el día está de arriba para abajo.


Es en esos momentos cuando dices: prefiero estar enferma yo, a que ella tenga que pasar por esto, y bien dicen que debes tener cuidado con lo que deseas porque se me cumplió, era lógico, pues somos muy cercanas, le doy pecho, y me terminé contagiando.

Para las enfermedades, siempre he sido valiente, no importa si es inyección, canalización, pastillas, jarabes, cualquier cosa que me haga efecto para no sentirme mal, y eso que yo casi no me enfermo, pero estar así siendo mamá es fatal, pues los niños chiquitos no entienden si te sientes bien o mal, ellos te necesitan y hazle como quieras.

Llevo cuatro días súper mal del estómago, sin poder salir del baño, débil, sin ganas, y en estos días Elisa ha recuperado toda la energía que le absorbió la enfermedad: quiere estar jugando, pide chichi a cada rato, ha estado comiendo muchísimo, y a comparación de cómo la vimos la semana pasada nos da gusto, aunque inconvenientemente yo no he estado al 100.

Renata prácticamente solo duerme y come, ella ha sido más fácil de llevar y como todo el tiempo está sonriendo, esas caras son las que me hacen el día y me dan fuerzas para echarle ganas, los días que Elisa estaba mal, veía sonreír a Reno y se me recargaban las pilas: esa niña tiene una cara angelical.

Muy contrario a su hermana, que justo este fin de semana me hizo pasar una de las peores noches de mi vida, pues dicen que después de estar enfermos los niños quedan muy consentidos y ha estado pidiendo todo a gritos, pues una madrugada se echó un berrinche de una hora gritando a todo lo que da, seguro los vecinos pensaron que la estábamos matando o algo, y todo porque yo no podía salir del baño y ella quería su chichi ya, en ese momento.

Fue el punto de quiebre en mi lactancia. Sé que ya no es sano que sigamos así, pero tampoco podría dejar de darle de un día para otro sin que se prenda a llorar y gritar, me despierte a Renata y se vuelvan las noches más traumáticas para todos; además, los días que estuvo enferma y no quería tomar ni comer nada, fue precisamente su “chichita” la que la mantuvo hidratada y fortaleciéndose, así que realmente tengo sentimientos encontrados.

Estando enferma siendo mamá, puedes pedir incapacidad en el trabajo pero no de tu chamba en casa, aún sin ganas hay que jugar con ellas, alimentarlas, cuidar que no se maten, bañarlas y todo lo demás, así es difícil descansar, y por ende sanar más rápido, y eso es lo más difícil que me ha tocado hasta ahora: estar enferma con dos demandantes hijas.

Este caso de diarrea, vómito, malestar y debilidad está siendo bastante popular en estos días, las infecciones gastrointestinales están a la orden del día, más con este calor infernal, les dan por igual a niños y adultos y son muy contagiosas, las tres horas que estuve en el IMSS la mayoría de la gente llegaba con los mismos síntomas, así que les recomiendo cuidarse mucho porque nunca me había pegado tan fuerte una infección de este tipo.

En fin, que entre niña enferma y mamá enferma se nos ha ido la última semana, Renata también ha estado floja de la panza pero afortunadamente ella no ha tenido más síntomas, es muy agotador física y mentalmente cuidar a tus hijas sintiéndote mal, y a la vez tener que lidiar con los berrinches que deja la enfermedad en los niños. Así nuestra semana, esperemos que la que está iniciando nos pinte un poquito mejor.

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