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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: El lazo madre e hija

Tuxtla.- Conforme pasan las semanas y veo a Elisa crecer y aprender cosas nuevas, he llegado a pensar que me quedo sin temas para seguir alimentando esta bella columna, y entonces pienso en todo lo que hemos vivido los últimos días y se me prende el foco de nuevo. Es que es mi musa, con ella cerca siempre me siento inspirada.



Esto se debe a la gran conexión que tenemos, puede parecer obvio porque soy su mamá y ella es mi hija, pero hay quienes no la tienen, y nosotras tenemos nuestro lazo especial que hace que nuestra relación sea única, así como ella se relaciona diferente con quienes la rodean.


Últimamente, he estado más tiempo del normal ausente de casa por temas del trabajo, el viernes pasé cinco horas lejos de Elisa y las sentí como si hubieran sido días, la extrañaba mucho, me sentía ansiosa por verla, y me di cuenta que debe ser muy difícil ser una mamá con un horario laboral de ocho horas sin ver a sus hijos... ¿cómo le hacen? Mis respetos.


La rutina de Elisa está prácticamente establecida: se levanta a las 8, pide chichi, cuando tengo tiempo nos quedamos un rato en la cama, yo entre viéndola y cabeceando mientras ella toma pecho, después saluda a su tía y a su abuela, luego le preparo el desayuno y se lo doy, juega un rato, llega su papá para jugar con ella o bañarla, se duerme, después viene la hora de la comida, se la pasa caminando y jugando, a veces hace otra siesta, le damos de cenar, la volvemos a bañar y se duerme.


Claro que esta rutina varía si me quedo a dormir con mi mamá, o si nos la llevamos a ver a mi abuelita, o si me toca salir de casa a reportear; pero por lo regular ella ya tiene sus horarios y rutinas, y por ende ya tengo bien identificado cuándo tiene hambre, sueño o está aburrida.


Cuando no estoy, me han dicho que hay horarios en los que me llora mucho, pide “mamá” y “chichi”, y a mi me parte el corazón saber que en ese momento me necesita, lo bueno es que es por ratos, fuera de eso le gusta quedarse viendo videos o jugando, es bastante comprensiva y bien portada, muy inquieta y activa, pero bien portada.


Me han sugerido que le empiece a dar leche en mamila... pero si mi instinto no me falla, no creo que sea por hambre que me pide chichi, sino por ese vínculo que hemos creado desde que nació a través de la lactancia, y más ahora que pasa más tiempo pegada a mi, porque está empezando a caminar sola y le está saliendo otro diente.

¿Por qué les digo esto? ¿Qué tiene que ver? Resulta que cuando hay algún salto en su desarrollo, o sea cuando empieza a hacer algo nuevo, su cerebro lo empieza a asimilar y tiene como ciertas regresiones, y es así como se siente segura y protegida ante tantos cambios, el vínculo le ayuda a hacer esa transición, y me he dado cuenta, es muy obvio.


Aunque muchos piensen que después del año la leche se hace agua o se le va a una -incluso yo he dudado de mi producción a veces-, lo cierto es que todavía tengo y mucha, cuando Elisa no está tomando mis pechos se sienten normales, pero cuando se me pega comienza el proceso y vaya que me doy cuenta de que tengo bastante.


Hay veces que pienso en empezar a quitarle tomas, sobre todo en la noche, porque a veces siento ardor o irritación -ya saben, el calor, los dientes, el roce-, pero cuando se despierta pidiendo “titi”, por inercia se la doy, y por sentir ese vínculo especial que me sigue recordando que ella es una bebé, es casi el único indicio que aún conserva de ese pedacito de gente que está creciendo demasiado rápido.


No pienso darle pecho hasta los cinco años, pero tampoco pienso quitárselo, siento que sería egoísta, porque es su lugar feliz y seguro, y la molestia que yo siento es mínima a comparación de todos los beneficios... ya veremos en qué momento y cómo ocurre el destete, pero por ahora todo bien en Chichilandia.

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