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La aventura de ser mamá: El sacrificio más grande

  • ALEJANDRA OROZCO
  • 3 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Cuando somos niños, nuestros papás y otros adultos en general suelen decirnos frases como, “no sabes el sacrificio que estoy haciendo”, o “valora el sacrificio que hacemos por ti”, y realmente uno no lo entiende hasta que también es papá o mamá, en parte porque uno sí sacrifica muchas cosas por los hijos, pero también porque a veces, lo que uno más sacrifica no es lo material o lo físico.

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De eso me he dado cuenta los últimos días, que han sido, por mucho, los más ajetreados y estresantes en mis últimos años, además de la carga de trabajo porque nunca me había tocado trabajar bajo tanta presión teniendo a mis hijas, hubo un día que me fui cuando estaban dormidas y regresé solo para decirles buenas noches, y me di cuenta de la triste realidad a la que se enfrentan miles de mamás que trabajan doble turno para proveerles un mejor futuro a sus hijos, pero al costo de no verlos crecer.

Es injusto, vivir en un mundo en el que tienes que dedicarle más tiempo a tu trabajo que a tu familia, irónicamente porque lo que quieres es generar más recursos para que no les falte nada, en estos días feriados no saben lo que hubiera dado por quedarme en casa junto a ellas en vez de ir a trabajar, pero no se puede tener todo en la vida, dicen por ahí, y tocó dar el 100 por ciento, y soportar.

Y eso que para mi, fue algo que surgió, no es la constante de mi día a día, y esos días me bastaron para valorar tanto los momentos con ellas, para darme cuenta que muchas veces estoy físicamente ahí, pero mentalmente sigo en el trabajo, o desquito mi estrés con ellas, cuando lo único que quieren es verme, o las veces que nada más quieren jugar un ratito para que conectemos, y las alejo porque tengo trabajo pendiente o cosas que arreglar en la casa.

En verdad pienso que la incapacidad por maternidad debería durar unos dos años… esos primeros meses de vida donde no deberías preocuparte por otra cosa más que aprovecharlos y cuidarlos, porque crecen rapidísimo, y luego poco a poco reincorporarte al mundo laboral… o poder tener el privilegio de dedicarme solo a ellas sus primeros años… pero se vale soñar.

Así que el fin de semana, quise compensarles todo ese tiempo sacrificado, porque realmente creo que el sacrificio más grande que hacemos por ellos no es dejar de comprarnos cosas para comprarles a ellos, ni los desvelos o el cansancio de los juegos, sino todo ese tiempo que pasamos lejos de ellos trabajando o haciendo labores del hogar.

Eso es lo que más duele… que tu corazón se quede en casa mientras tú tengas que irte al trabajo, o salir de la ciudad por la misma causa, estar pensando en ellos todo el día, pero no querer ni hablarles por videollamada porque te angustia más extrañarlos, o querer hacer las cosas rápido para regresar a casa, y que los planes cambien porque surge algún imprevisto o indicación de última hora.

Yo no creo que los hijos nos deban nada, ni que deban valorar nuestros sacrificios… porque se hacen desde el amor, por ellos, por sentirnos bien con nosotros mismos, pero ellos simplemente deberían ser niños felices, esa es la recompensa más grande, que cuando crezcan, entenderán que tuvo un precio y que es muy difícil ser adulto.

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