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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Estoy en “esa etapa”

¿Han escuchado ese dicho de que, mientras más oscuro se ponga, es porque falta menos para que amanezca? Pues esta parte de mi vida comienza a sentirse así, y no porque reine la paz y la tranquilidad, de eso dista mucho, sino porque ya veo un claro de luz en esta batalla que se llama maternidad ahora que las niñas alcanzaron una edad donde son más compatibles.


Nuestra idea de tener dos hijas seguiditas para que se llevaran bien se está empezando a materializar, porque hace no mucho, Renata estaba muy chiquita y Elisa muy celosa, entonces no podían jugar juntas o hacer actividades cuando íbamos a alguna fiesta o área de juegos, y este fin de semana por primera vez las vi convivir juntas y pasársela súper.

Hoy en día, a sus dos y cuatro años, Renata busca mucho a Elisa, y ella la cuida y trata de integrarla a sus juegos, todavía se pelean 6 de cada 10 veces, pero ya hacen sus cosas en complicidad, se corretean para abrazarse, se dan besos y se cubren cuando hacen travesuras, el otro día fuimos a un restaurante con área de juegos y las vi jugar juntas, Elisa estaba jugando con otras niñas pero la integraba, y Renata ya podía seguirle el paso, ese momento para mí fue muy bonito y hasta me dieron ganas de llorar.


Claro, que todavía no puedo salir sola con ellas a un parque, al súper o a lugares abiertos o bien, donde no haya un área de juegos en específico, porque claro que quieren salir corriendo y a mí me da pavor que se pierdan o que me las roben, pero al menos ya puedo platicar, comer o tomarme algo en paz mientras ellas juegan, sin quitarles la vista de encima pero no persiguiéndolas a cada paso.

Justo salí con unas amigas, y una de ellas tiene un niño de un año, lo cuidé un rato y lo llevé a los juegos, y recordé la etapa de andar semi agachada corriendo detrás de un humano que apenas está empezando a caminar, ya se me había olvidado el estar cuidando cada paso y ver que no se fuera para atrás o chocara con algo, mientras las niñas se subían al tobogán y me saludaban desde arriba, ahí me di cuenta lo mucho que han crecido y todo lo que hemos recorrido juntas.


Vi a mi amiga dándole pecho y también recordé eso: el llevar ropa accesible para sacarme la chichi, las noches de despertarme cada tres horas, los bajones de leche, el cargar pañalera con varios cambios de ropa, toallitas y pañales, y un sinfín de medidas que antes tomaba y ahora no, me sentí más libre, sin tanto que cargar ni tanto que cuidar, pero también nostálgica de que mis bebés ya crecieron, ya son unas niñas y yo ya no soy ninguna primeriza.

Si estás leyendo esto y sientes que estás en una etapa que te tiene cansada y harta, vengo a decirte que va a pasar: todo pasa, nada es para siempre, en menos de lo que piensas estarás saliendo sin llevar un arsenal a cuestas, estarás durmiendo de corrido, ya no estarás gastando en pañales cada cinco días, te estarás tomando un café y siguiendo el hilo de una conversación por más de cinco minutos, pero sobre todo estarás extrañando a tu bebé recién nacido, su olor, su sonrisa sin dientes y sus manitas abriendo y cerrando buscando las tuyas; toda etapa pasa y quizá en esta etapa yo todavía no pueda salir a la hora que quiera, despertarme tarde o trabajar sin preocuparme del horario de salida, pero en esta etapa mis hijas me necesitan con ellas, y ahí estaré, estresada pero feliz de compartir esta vida con ellas.

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