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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: ¡Feliz cumpleaños, Renata!

Tuxtla.- Hace exactamente un año, estaba viviendo por segunda vez el momento más emocionante y de más nervios de mi vida: estaba ingresando a un quirófano, por segunda vez en mi vida, para convertirme en mamá, por segunda -y muy probablemente última- vez en mi vida, y en un abrir y cerrar de ojos, la familia pasó de ser un equipo de tres, a completar siendo cuatro.


La llegada de Renata a nuestras vidas fue una completa sorpresa: me enteré que estaba embarazada cuando ya tenía 17 semanas, y sinceramente, saliendo del consultorio me puse a llorar, sin saber a ciencia cierta qué hacer con dos niñas, si apenas podíamos con una, y cómo le íbamos a hacer para subsistir ahora que creciera la familia.

Lloré de nervios, de preocupación, porque obviamente estaba en shock al saber que estaba ya a la mitad de mi segundo embarazo en menos de dos años, por lo que aún no asimilaba lo que estaba pasando, si bien llegó antes de lo planeado, sí teníamos en mente que queríamos tener al menos otro bebé, y quizá lo pensamos y deseamos tanto, que nos cayó súper rápido.

En ese momento, pensaba que Elisa era apenas una bebé y no quería quitarle la atención que necesitaba, que Rodrigo acababa de quedarse sin trabajo y que se nos venían encima los gastos de otro embarazo, de otro parto y de otra hija, para ser más precisos, nada más y nada menos… pero también, por otro lado, ver a Elisa crecer me hizo extrañar mucho su etapa de bebé, mi panza de embarazo y todo ese proceso, y me dieron ganas de ser mamá otra vez, aunque pasó muy rápido.

Y es que me ha ido muy bien con mis embarazos… por eso ya quería otro, y Dios o el universo o la vida me escucharon y me mandaron a esta bebé que tenía muchas ganas de venir a esta familia, porque estuvo bien escondida y ni el ácido fólico fue necesario para que creciera y se desarrollara súper bien, para nacer sana, cachetona y llena de vida hace justamente un año, a las 10:40 de la mañana, con 47 centímetros y dos kilos 995 gramos, un llanto capaz de destapar cualquier oído, así llegó a nuestra vida la cuarta integrante del equipo Kaim Orozco.

Es increíble lo rápido que pasa el tiempo… si con Elisa sentimos que el primer año pasó muy rápido, con Renata fue casi sin darnos cuenta, obviamente con el primer hijo todo es nuevo y vas viviendo cada etapa sin saber qué va a pasar, qué es normal, y cuando tienes dos, parece que el tiempo se acelera más y en un abrir y cerrar de ojos, llegó el primer cumpleaños de nuestra princesa, la más risueña y alivianada de la familia.


A esta edad, Renata ya se para y se sostiene, da algunos pasos con apoyo, aplaude, trata de llamar a la Mika, cuando quiere balbucea palabras como mamá, papá o agua, grita, ríe, todo el tiempo sonríe, es muy apegada a mi, tiene dos dientes arriba y uno abajo, empieza a comer texturas con picados finos, toma en vasito entrenador y llevamos lactancia mixta, con fórmula y leche materna, a estas alturas ya puede comer casi de todo y sus enfermedades en la escuela son cada vez más leves.

No les puedo explicar lo que siento cuando la veo: es una mezcla de ternura, ganas de morderle los cachetes y de abrazarla y nunca soltarla, es una niña llena de amor y alegría que vino a inyectarle a la familia ese componente que le faltaba, estoy segura de que no pudo llegar en mejor momento y verla crecer junto a su hermana me llena el corazón.

Elisa la adora y viceversa, todo el tiempo se buscan, juegan, se la pasan abrazándose y dándose besos; Renata se ríe y le brilla la mirada cuando escucha su voz, Elisa siempre hace una vocecita de ternura para referirse a ella, y aunque de pronto Reno le mete sus manazos o Eli le quita sus juguetes, se nota que entre ellas hay amor puro y verdadero de hermanas y mejores amigas.

Me siento muy feliz y bendecida de tener dos hijas sanas, inteligentes, hermosas y que vinieron a complementar mi vida y mi familia, muy contenta y agradecida con Dios de poder celebrar el primer año de Renata, y aunque los primeros meses siendo mamá de dos pensé que no iba a sobrevivir, aquí estamos, reponiéndonos día a día, tratando de ser mejor mamá -porque la mayor parte de los días la riego horrible al perder la paciencia con ellas- y deseando que sean muchos años más para mis princesas imparables.

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