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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: La primera enfermedad

Tuxtla.- Desde que Elisa cumplió un año la semana pasada, la veo y siento que ya no estoy lidiando con una bebé, sino con una niña cada vez más grande... su edad ya no la cuento en meses, sino en años... ¡ya tiene un año! Y es difícil de procesar.



Como les comenté la semana pasada, el cumple de Elisa se vio opacado por una enfermedad, un cuadro viral que al principio no estaba muy claro, pero después de cuatro días con fiebre y dos días bien, se despejó la duda: al sexto día amaneció llena de ronchitas muy finitas por todo el cuerpo, y el doctor nos dijo que tenia roséola.


Este cuadro viral, también conocido como “fiebre de los tres días”, es muy común en niños menores de dos años, lo que todavía no sabemos es cómo se contagió, si no convive directamente con otros niños, el chiste es que le tocó y no pasó a mayores.


Ya no le estábamos dando medicina, pero el doctor nos mandó cinco días de un fármaco para calmar la molestia de las ronchas y baños con polvo coloide, en dos días sus ronchitas se secaron y Elisa volvió a ser la de antes.


Aunque ya le había dado una ligera gripa hace unos meses, no había tenido fiebre y menos tan recurrente, por lo que sí nos preocupamos de primera instancia, nos asustamos y pensamos lo peor, pero gracias a Dios se recuperó muy pronto y ahora ya anda gateando, lanzando patadas y riendo como siempre.


Después de eso empezó a recuperar el apetito, lleva un par de días comiendo bien, aunque ya le agarramos la maña: volvimos a las papillas porque se rehúsa a masticar, le tenemos que poner sus videos y canciones favoritas para que se deje alimentar, o bien, ponerle un poquito de comida en la mesita para que la juegue y se entretenga mientras le doy con la cuchara.

A pesar de regresar a las papillas, cada vez muestra más interés en manipular su propia comida, le gusta tocar, sentir y luego llevarse a la boca los pedacitos, hace berrinche por agarrar su cuchara o comerse un taquito ella sola, y cuando estamos en casa la dejamos experimentar, solo así irá aprendiendo.


A partir de ahora, ya puede comer prácticamente de todo, y le he dado probaditas de muchas cosas, pero no está en mis planes ofrecerle comida chatarra ni cosas no nutritivas, quiero evitarlas lo más que se pueda, solo por cuestión de hábitos.


El pediatra me dijo que no era necesario darle leche de vaca o fórmula porque sigue tomando pecho, lo que me levantó un poquito el ánimo y me recordó que mi cuerpo es capaz de seguirla nutriendo aún fuera de mi vientre, y que si está sana y creciendo es gracias a esa protección extra.


Entonces ahí la llevamos... saliendo del virus, luchando por que coma, desayune y cene, entreteniéndola para que se deje, haciendo luchitas para poder bañarla, quitándole la pomada porque si no la juega y la bate por toda la cama, cuidándola de los mosquitos que le dejan piquetes horribles, intentando que no escupa el agua que toma en mamila o vasito entrenador, pero sobre todo disfrutándola mucho, aprendiendo de ella y maravillándonos con su desarrollo.

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