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  • ALEJANDRA OROZCO

La aventura de ser mamá: Mis niñas y mi niña interior

Esta semana celebramos el día del niño, o de la niñez, que suena mejor, y me doy cuenta de lo mucho que han crecido las mías, Elisa ya casi alcanza el metro de estatura y Renata este año entra al kinder, pero no solo me refiero a su edad o tamaño, sino al desarrollo que han tenido en todos los sentidos, en cómo Reno ya se expresa mejor, y que Eli ya es toda una adolescente rebelde, esto de que crezcan tiene sus pros y sus contras.

Últimamente, he tenido mucho trabajo y mi tiempo con ellas ha sido limitado, pero el poco tiempo que estoy con ellas, me avergüenzo en decir que no es de calidad, he estado muy estresada, de malas y con dolor de cabeza, aunque claro, que la culpa no es de ellas.

Que por cierto, estas semanas previas al día del niño, más que una diversión para los niños llegan a ser una semana de friega y estrés para nosotras las mamás: ya me tocó improvisar peinado loco, para el que Elisa me pidió una Barbie y se hizo lo que se pudo, ya me puse a hacer un sombrero loco con palomitas, que la neta me quedó bien padre, y me puse como loca a buscar disfraces de superhéroes, y contra todo precio alto y compras de pánico, se logró Ladybug, gracias a la moda circular.

El hecho de haber cumplido con todo esto para sus festejos a pesar del trabajo y el estrés, me hace sentir muy orgullosa como mamá, aunque sé que no compensa los días que no he sido tan chida con ellas, pero me sigo esforzando todos los días, para ser una mejor mamá y tratar de lidiar con todo esto, así que ahí la llevamos, quizá no van a llevar el mejor sombrero, y sin duda el peinado de Eli no fue el más elaborado, pero cumplieron y estuvieron contentas.

El otro día, estaba escuchando un podcast de que todo lo que nos molesta como papás es probablemente un reflejo de lo que nos prohibían nuestros papás, de nuestras heridas de la infancia por así decirlo, yo no recuerdo haber tenido una mala infancia, al contrario, pero tampoco recuerdo, ni mis papás, haber sido tan tremenda como lo están siendo mis hijas, al menos no a tan corta edad, y me cuesta mucho tenerles paciencia, exploto y les levanto la voz casi todo el tiempo, además siempre me dicen que se portan bien, hasta que yo llego comienzan con los malos comportamientos.

En fin, me doy cuenta de que tengo mucho que trabajar en mi, que a veces soy muy dura con mis niñas y se me olvida que tienen tan solo dos y cuatro años, son muy pocas las veces que me pongo a jugar con ellas, casi siempre estoy redactando o checando algo del trabajo, me hace falta apapachar a mi niña interior y a mis niñas, me preocupo más por que se cepillen los dientes, por tenerles ropa limpia, por darles sus medicinas, que por pasar tiempo de calidad con ellas.

Este día de la niñez, agradezco infinitamente tener a mis dos torbellinos, verlas sanas, activas, aprendiendo, me imagino todo lo que nos falta por vivir y me da miedo que no me vean como su lugar seguro, consciente estoy de que tengo que hacer un esfuerzo aún mayor para hacer las paces conmigo misma y ser una mejor mamá, me asusta lo rápido que están creciendo y no quiero perder más días de risas, más momentos de juegos, más abrazos y besos con ellas, antes de que ya no me pelen porque dejaron de ser niñas.

Abracen, consientan, jueguen con sus niños, pero sobre todo abracen y consientan a su niño interior, está de la patada que las preocupaciones y ocupaciones de la vida adulta nos priven de lo bonito de la vida, de reírnos de lo simple, de disfrutar un helado o de aprendernos una canción pegajosa, eso es lo que van a recordar nuestros hijos, no lo duro o no que trabajamos mientras estaban pequeños.

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