La aventura de ser mamá: Se acabaron las vacaciones de Semana Santa

Bonito lunes a todos y todas, primer día de clases para muchos de sus hijos e hijas luego de dos semanas de vacaciones, en nuestro caso solo Elisa tuvo este periodo para estar en casa, pero ninguna de las dos fue hoy a la escuela, por si las moscas, por aquello del eclipse y de que conozco lo necias que son mis hijas, y si les dicen que no vean al sol, se van a dañar la vista.

En realidad yo no quería que faltaran, prefería que fueran porque sé que las maestras van a tomar las precauciones necesarias para no arriesgarlas, pero por temas de logística y para mayor tranquilidad de los dos, mejor que se queden en la casa, por un día más no pasa nada.

A mi, sí me urge que Elisa regrese a clases, porque al menos toda la semana pasada que ya trabajamos los dos, se quedó en casa y pienso que ya está aburrida, ya nos dijo que extraña a sus amigos y su rutina es diferente, al menos en la escuela tiene actividades programadas, convive con otros niños, tiene que seguir las reglas de la maestra y su alimentación es más variada, además de que al ver a sus amiguitos comer, también ella come de todo, y no solo las chucherías que le gustan.

Es difícil para las mamás que no tenemos vacaciones al mismo tiempo que nuestros hijos, porque esos días que ellos están en casa no podemos cuidarlos, estar con ellos, pasar tiempo de calidad, checar que coman bien, que no vean tantas pantallas, más bien son días de doble carga, pues además de cumplir en el trabajo toca preocuparse por el niño o los niños en casa, estarles hablando a ver cómo están, y en su caso también pagarle a quien los cuide, ya sea económica o mentalmente, es una carga más.

Yo tengo la fortuna de que mis hijas están en un kinder y guardería, respectivamente, donde las dejo temprano y las recojo a una hora considerable, allá desayunan, comen, aprenden, juegan, duermen -en el caso de Reno- y ya se adaptaron súper bien, Elisa tiene dos años con la misma maestra y sus mismos amiguitos, a quienes ya ubica, y Renata ha pasado su proceso de comer sola, dejar una siesta, dejar el pañal y otros logros en su escuela, me siento muy segura y confío en estos lugares, por más que pasan tantas cosas malas en el mundo que uno siempre tiene pensamientos intrusos, trato de que no sea así.

Sin embargo, por más que casi siempre venza el cansancio, el estrés o la fatiga, trato de tener la iniciativa de hacer cosas con ellas aunque sea cinco minutos: jugar a algo, estar con ellas en su alberquita, o este fin de semana que las llevamos al parque, con sus patines y triciclo respectivamente, aunque el calor nos agüitó los planes y terminamos yéndonos por un helado, pero al menos fomentamos el estar con ellas y romper la rutina.

Sin embargo, esa rutina creo que es muy necesaria, espero que al volver a ella, paulatinamente Eli esté más tranquila, activa, contenta, menos demandante, pues entiendo totalmente que al quedarse toda la mañana sin nosotros cuando nos ve quiere llamar nuestra atención, y a veces acabamos haciendo corto circuito, pero cuando vuelve a su rutina la veo más centrada, además de que ya está creciendo y al menos ya obedece más, levanta sus juguetes y accede a dormirse a su hora, cuando no la agarramos sobre estimulada o de malas.

En fin, dicen que solo tenemos 18 años con nuestros hijos: 18 veranos, 18 cumpleaños, 18 navidades, 18 días de las madres/padres antes de que se independicen y hagan sus propios planes, a nosotros ya se nos fueron al menos cuatro con Eli, dos con Reno, y ahora se trata de hacer que cada uno de ellos perdure en su memoria y en nuestros recuerdos, y tratar de que los venideros, si bien no sean más espectaculares, al menos sí sean iguales en cercanía y unidad familiar, luego de algunas semanas de intenso trabajo, me di cuenta lo mucho que valoro estar con ellos en casa, ya sea en la sala, en el patio, en nuestra rutina diaria pero juntos y dedicada totalmente a ellos, a veces puede ser difícil, pero siempre que se puede, se agradece y se disfruta.