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  • ALEJANDRA OROZCO

La Candelaria en Tuxtla Chico, tradición de colores y alfombras

Tuxtla Chico, ubicado justo en el límite entre Chiapas y Guatemala, es un municipio que destaca por la elaboración del chocolate tradicional y también por su colorida festividad de la Virgen de la Candelaria, que llena sus calles de color y saca a relucir la creatividad y devoción de sus habitantes, quienes acostumbran elaborar coloridas alfombras con todo tipo de figuras.

Son tres vírgenes a las que se les rinde devoción: Santa María de Candelaria, de Tuxtla Chico, Inmaculada Margarita de Concepción, de Mazatán, y la Virgen de Tránsito, de Tacaná, Guatemala; las tres salen en procesión después de la misa inaugural de esta fiesta hacia el pocito, la primera y la que le da nombre a esta celebración, evoca a la presentación del niño Jesús ante la iglesia, por eso se celebra en todo México pero aquí tiene sus formas.

Aquí, lo más llamativo son las alfombras que el pueblo elabora en las calles principales: coloridas y vistosas figuras hechas de aserrín de todos los colores, así como flores y cascabillo, y esta tradición surge de que en 1994, según cuentan, dos señoras decidieron hacer pequeñas alfombras de aserrín y flores frente a sus domicilios, para que la virgen pase sobre ellas, acrecentándose con cada año la importancia y dedicación puesta en esta muestra de arte y de fe.

Desde el 21 de enero, la Santa patrona del pueblo es cambiada de vestimenta y se acerca al público, el vestuario está elaborado del mismo material que la imagen y lo hacen las mujeres que cumplen 15 años en este lugar, la noche siguiente se hace una procesión de velas con cohetes y música al lugar donde se apareció, es un pocito que desprende del río Izapa, donde dicen que se le vio y se ha ido transmitiendo la historia de generación en generación, las tres imágenes de las vírgenes llegaron a Chiapas en 1700, y se llevaron a los sitios antes mencionados.

Las alfombras, comienzan a elaborarse desde una semana antes, lo primero es hacer costales de aserrín, preferentemente de pino, para que pueda ser teñido con anilina de diversos colores, luego se hacen en triplay los moldes para las figuras, que pueden ser flores, figuras geométricas, figuras religiosas y más, cada alfombra lleva entre dos y cinco costales, según el tamaño, mientras algunos prefieren comenzar a elaborarlas desde temprano, otros las hacen más tarde, para que cuando pase la virgen, estén en buenas condiciones.

Para esto, se moja el pavimento y se ponen los moldes para ir agregando el aserrín y darle forma, dicen que se debe mantener húmedo para no esparcirse, ya después de que la Virgen hace su recorrido y pasa sobre ellos, son barridos entre la gente y los trabajadores de limpia, para no dejar basura en el lugar.

Cada año, desde hace ya 30 años, más gente se suma a elaborar y apreciar estas alfombras, de otros municipios e incluso llegan desde otros países, pues es el único lugar de México donde se lleva a cabo esta tradición, cuyo colorido refleja la fe y la cultura de nuestro pueblo.

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